LÉOLO Y DOSTOIEVSKI: LA IDENTIDAD EN EL SUBSUELO

Léolo and Dostoyevsky: Identity Underground

Lcdo. Iván Maldonado Requena

Historiador del Arte
Granada

 

Resumen. Jean-Claude Lauzon propone un acercamiento al interior de Léolo a través de su imaginación. Lo que es y lo que quiere ser se interrelaciona junto a sus pulsiones, sueños, deseos e impotencia. Esa misma frustración lleva al personaje de F.M. Dostoievsky de la obra “Apuntes del subsuelo” no ya a carecer de identidad, sino a prescindir incluso de nombre propio. El análisis del ser humano, en ambos casos, pasa por la relación que se establece entre el individuo y la sociedad, y lo que de emancipador pueda tener el mundo del arte. Para comprender tanto a individuo como a sociedad partimos de la herramienta de comunicación principal, el lenguaje.
Palabras clave. identidad, realidad, lenguaje, civilización, arte.

Abstract. Jean-Claude Lauzon proposes an approach to Léolo’s inner world through his imagination. What Léolo is and what he wants to be are interrelated with his instincts, dreams, desires and weaknesses. Frustration and sense of powerlessness leads Dostoievsky’s main personage from "Notes from Underground" to loose not only its identity but also its own name (the character, who is also the first-person narrator, remains nameless throughout). In both cases, mankind is portrayed through the relations between an individual and the society, emancipation and freedom capacities art can offer. In order to understand both individual and society, language - the main communication tool is used as starting point..
Keywords. identity, reality, language, civilization, art.

 

Todo el mundo cree que soy canadiense francés… Porque sueño no lo estoy (loco). Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad. Léolo, protagonista del film homónimo realizado por Jean- Claude Lauzon en 1992.



“Porque sueño no lo estoy (loco)” (“parce que moi je rêve, moi je ne suis pas”) se repite Léolo a lo largo de la película, negando así su realidad inmediata. Esta huída es, en el fondo, un descarnado e hipnótico proceso de degradación. La familia, la visión de la infancia y el miedo de no poder enfrentarnos a nuestra identidad. En el origen de  Léolo está la locura en forma de delirio que se remonta a una imaginaria Sicilia. Se manifiesta desde el inicio su estado psíquico ayudándonos a asumir su mundo. El personaje creado por el malogrado director canadiense Jean- Claude Lauzon, junto al protagonista del libro Apuntes del subsuelo (Dostoievski 2002) de Fiodor Dostoievski, nos aproximan a dos identidades complementarias.
Desde el inicio está presente la figura del padre, “…un perro que mordía su vida perra”, asociado a una fábrica de forja. El primer herrero mítico es el Brahmanaspati védico: su trabajo de fragua es la constitución del ser a partir del no ser. Esa sería la función del padre, la de fraguar el carácter, en una fábrica donde la máquina se opone a lo humano, y que es descrita con el mismo naturalismo con el que Dostoievski narró el asesinato cometido por Raskolnikov (Dostoievski 1996). Y ciertamente lega la locura familiar a su hijo, en forma de un universo imaginario (su única realidad posible) que lucha contra ese legado.
¡Vanidad de vanidades, todo es vana ilusión! (Eclesiastés: 1, 2). Una de las obsesiones de Léolo es crear una identidad para sí, un conjunto de rasgos propios que le caractericen frente a su familia, que le haga ser consciente de ser él mismo. Una identidad más allá de lo que le rodea, más allá de la tradición que le es más cercana. Los rasgos de Léolo “deben” ser diferentes a los de su familia. En ello le va la vida. Por eso lee: “Lo único que le pido a un libro es que me inspire energía y valor; que me diga que hay más vida que la que puedo abarcar; que me recuerde la urgencia de actuar”.

La misma preocupación y empeño que  Léolo proyecta sobre su persona es la que Fiodor Dostyevski dedica al hombre como ser incomprensible. Es la juventud del protagonista, en la segunda parte de “Apuntes del subsuelo”, obra que el autor ruso escribe en 1864, lo que se acerca a través de una anécdota intranscendente a la infancia de  Léolo. “Pero contaba con un arbitrio que lo conciliaba todo, a saber, salvarme en lo bello y lo sublime, o sea, por supuesto, en mis sueños. Soñaba incesantemente, […]. De pronto me transformé en un héroe”(Dostoievski 2002: 73). Entramos de lleno en el interior de nuestro personaje cinematográfico en la primera parte de esta obra: un individuo anónimo del que sólo sabemos que es un discreto funcionario habla con nosotros, mostrándose a través de profundas reflexiones como un ser desvalido, cuya personalidad tiene más de un pararelismo con la de  Léolo: enfermiza, frágil, suspicaz, propia de una persona consciente de su pequeñez pero que, sin embargo, quiere aparentar ser más grande a sus propios ojos y, sobre todo, a los de los demás. Este marcado sentimiento de inferioridad se refleja en una impresión de desprecio hacia la humanidad, hacia el resto de los hombres.
Jean- Claude Lauzon propone, al igual que Fiodor Dostoievski, una profunda reflexión acerca de la esencia del hombre: la lucha entre el instinto y la razón. Para el personaje de Dostoievski es la naturaleza humana la que debe refrenar su deseo de satisfacción inmediata en pos de dominar el alma; Léolo necesita construirse una nueva identidad a través de la escritura: va “creándose” a sí mismo a través de una serie de elementos que, como en el arte barroco, enmascaran su verdadero ser en aras de proyectar un mensaje cuya recepción nos acerca a un misterio: el presente de  Léolo.
 Léolo busca sus raíces en Italia: se considera italiano. Y el film nos lo indica desde una de las primeras imágenes, cuando en ausencia de imagen alguna, y con un inquietante entorno sonoro, emerge el David de Miguel Ángel: “la más poderosa y armónica humanización de la piedra que ha conquistado el arte europeo...La más emblemática manifestación del ideal humano, humanista, nuclear a la cultura de Occidente”(González Requena, Ortíz de Zárate 2000: 13). Como en el arte barroco, en el film que estamos viendo todo tiene una intención: palabras, silencios, música. Dostoievski utiliza el lenguaje y la imaginación para explorar su interior, su humanismo:


La lengua es, sin discusión, la forma, el cuerpo y el envoltorio del pensamiento [...], y, por decirlo de algún modo, la palabra última y definitiva de la evolución orgánica. De donde se deduce que, cuanto más ricos sean los materiales y las formas que adquiero para expresar mi pensamiento, más feliz seré en la vida, más precisas y comprensibles serán mis razones tanto para mí mismo como para los demás, más facilidades tendré para dominar y vencer; podré decirme más rápidamente a mí mismo lo que quiero decir, lo expresaré con mayor profundidad y con mayor profundidad también comprenderé lo que quería decir; mi espíritu será más fuerte y más sereno y, por supuesto, seré más inteligente. [...] Ni que decir tiene que cuanto más rico, flexible y variado sea nuestro conocimiento de la lengua en que hemos decidido pensar, más facilidad, variedad y riqueza habrá en la expresión de nuestro pensamiento (Dostoievski 2007).

El escritor ve en el mayor dominio del lenguaje una manera más profunda de conocer y expresar la realidad. Para él la única manera de saber “dónde se está históricamente” debía buscarse a través de la prensa (Martínez 1997: 1130), aunque “pueda decirse cualquier cosa de la historia universal…menos que sea sensata”(Dostoievski 2002: 44). (La cursiva es mía). Dostoivski veía como un gran error seguir los pasos de una cultura impuesta y diferente. Considera a la civilización de Occidente (la misma a la que alude Léolo desde el principio) como una civilización corrupta, originada por el germen romano. La iglesia católica romana personificaba todos los vicios existentes en Europa. Y la joven Revolución Industrial hacía más amenazante la Europa Occidental(Martínez 1997: 1131): el individuo era devorado por la sociedad capitalista de manera brutal, extremadamente burocratizada. En “Apuntes del subsuelo” el protagonista no tiene nombre. Dostoievsky señala el problema de la identidad: no tener nombre equivale a no tener identidad. El “hombre del subsuelo” busca la verdad porque no la posee: no possee la idea primera de él, por lo que le es imposible definirse, definir al hombre. Al no definirse, se le presenta un problema de incomunicación.
Es la falta de atención al otro lo que genera incomprensión e incomunicación, lo que impide ver nuestra identidad. Según Tzvetan Todorov “es el descubrimiento de América lo que anuncia y funda nuestra identidad presente”(Todorov 2007: 15). Léolo lleva su deseo de identidad de América a Europa. El arte puede ayudarnos el conocimiento, la comprensión, tanto de nosotros mismos como de los demás. Léolo no puede entender que él sea canadiense francés, y que su familia sea su familia. No lo acepta y tiene la firme voluntad de “crearse” de nuevo a través de un arte particular: la lectura y la escritura. El arte es una ilusión que manipula y seduce a Léolo: su identidad, el miedo a ser lo que es, el descubrimiento del sexo, el odio, él, Léolo Lozone. Y al final la cultura encerrada en un sótano, donde se pierde todo rasgo de la identidad del protagonista, visible tan sólo en la última frase que leemos: “E iré a descansar con la cabeza entre dos palabras en el valle de los avasallados”.

BIBLIOGRAFÍA
DOSTOIEVSKI F., Apuntes del subsuelo, Alianza Editorial, Madrid, 2002.
DOSTOIEVSKI F., Crimen y Castigo, Colección Letras Universales Cátedra, Madrid, 1996.
GONZÁLEZ REQUENA J., ORTÍZ DE ZÁRATE A., Léolo. La escritura fílmica en el umbral de la psicosis, Ediciones de la Mirada, Contraluz libros de cine, Valencia, 2000.
DOSTOIEVSKI F., Diario de un escritor, Alba Editorial, Barcelona, 2007.
MARTÍNEZ I., Dostoievski, Historia de las literaturas eslavas, Ediciones Cátedra, Madrid, 1997.
TODOROV T., La Conquista de América. El problema del otro, Siglo XXI Editores, Madrid, 2007.

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ISSN 1988-8848