47 RONIN (H. Inagaki, 1962)
Lcdo. Carlos Sánchez-Lafuente Moreno
Historiador del Arte
Granada
Resumen. Este filme es la adaptación cinematográfica de “la leyenda de los cuarenta y siete samuráis” por Hiroshi Inagaki. Recoge el hecho histórico conocido como el incidente de Ako, acontecido en Japón a principios del siglo XVIII; rodada en 1962 a modo de superproducción, refleja uno de los episodios más épicos de la historia de los samuráis, mostrando por un lado los valores del Japón clásico y por otro dejando muestra de la sensibilidad artística del cine japonés, especialmente reflejada en el tratamiento individual de cada uno de sus personajes. A pesar de ser un título poco conocido, 47 Ronin es un buen ejemplo del cine nipón de cómo rodar Historia.
Palabras clave. cine japonés, ronin, samurái, Hiroshi Inagaki, Ako, Kira Kotsuke no Suke, Asano, bushido, seppuku, giri.
Abstract. The text examines the cinematic adaptation of the “legend of the forty-seven samurai” directed by Hiroshi Inagaki. The film covers the Ako incident, in Japan’s XVIII century and was shot in 1962 with a super production budget. With this movie one of the most epic episodes from samurai history is dramatised. Conditioned by the classical Japanese values and mixed with the Japanese artistic sensibility to individually reveal each one of the personages. Despite not being a well known movie, 47 Ronin is an outstanding Japanese example of how to film History.
Keywords. Japanese cinema, ronin, samurai, Hiroshi Inagaki, Ako, Kira Kotsuke no Suke, Asano, bushido, seppuku, giri.
“… pero siempre sin olvidar que las películas no pretenden ser libros de Historia sino discursos sobre el pasado elaborados por creadores.” Con esta frase concluye el profesor Francisco Salvador la presentación de esta revista. Dicha consideración entre la interacción respetuosa del cine e historia es perfectamente aplicable a otras artes como la literatura, obteniendo por resultado las novelas históricas y otros discursos, algunos tan geniales como el ensayo “Historia universal de la infamia” de Jorge Luis Borges. En esta obra el escritor argentino, utilizando siete personajes históricos nos plantea una serie de relatos biográficos, dejándonos como resultado diversas reflexiones sobre la naturaleza humana, todo enmarcado en diferentes realidades e hilado por una ficción casi cinematográfica con un auténtico planteamiento escenográfico en sus historias. Entre esos infames tan bien dibujados por Borges encontramos a Kira Kotsuke no Suke, un funcionario japonés responsable directo del “Incidente de Ako” o más conocida como “La leyenda de los 47 samuráis”; este acontecimiento ha sido fuente de numerosas obras literarias, teatrales y pictóricas en la cultura japonesa desde hace siglos y como no, también ha sido llevada al cine en varias ocasiones.
“El incidente de Ako”, acaeció a principios del siglo XVIII y podría resumirse como la “venganza” llevada a cabo por cuarenta y siete samuráis del noble Asano contra el corrupto Kira, responsable de la caída en desgracia del clan y la muerte de su señor. Entrecomillo la palabra venganza, por que dicha historia va más allá de un mero ajuste de cuentas, existiendo otros valores y condicionantes propios de la cultura japonesa apreciables en la película que comentaré a posteriori.
Esta historia fue objeto de representación en el cine nipón desde sus inicios allá a principios del siglo XX, con varias versiones de baja calidad y en su mayoría perdidas, debido a la destrucción que sufrieron los fondos japoneses tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. El primer ejemplo cualitativo en llegar a la pantalla es la versión del maestro Kenji Mizoguchi en “Genroku Chushingura” (Los 47 leales) de 1941; a pesar de su reconocible virtuosismo no deja de ser una de sus obras menores, debido mayormente a que este film obedecía más a la máquina propagandística generada por el gobierno nipón en guerra, que a las aspiraciones creativas de su autor. De nuevo en blanco y negro, “El incidente de Ako” aparece en el cine japonés hacia 1958 de manos de Kunio Watanabe pero será la versión de 1962 realiza por Hiroshi Inagaki “47 Ronin” (Chushingura) la rescatada para este artículo.
Durante un tiempo, en parte debido a la buena adaptación de Inagaki, la historia de los cuarenta y siete ronin no volvió a saltar a la gran pantalla, siendo objeto de algunos seriales en la televisión japonesa, hasta que en 1978 Kinji Fukasaku realizó “Ako-jo Danzetsu” (la caída del castillo de Ako). Actualmente Universal Pictures ha emprendido el proyecto de una nueva versión que al parecer será protagonizada por Keanu Reeves y tiene fecha para el 2010.
El director de “47 Ronin”, Hiroshi Inagaki fue un director japonés que desarrolló su trabajo principalmente en los años cincuenta, siendo reconocido internacionalmente en 1955 con el Óscar a la mejor película extranjera por la primera parte de su trilogía “Samurai”, sobre la vida del famoso guerrero Miyamoto Musashi; en 1958 ganó el Festival Internacional de Cine de Venecia con “El hombre del carrito”, una segunda versión de un anterior trabajo suyo para el cual, contó con uno de los grandes nombres del cine japonés y uno de sus mejores actores, Toshiro Mifune. El resto de su cinematografía no es de gran relevancia y a pesar de estar siempre a la sombra de directores como Kurosawa, Mizoguchi, Ozu u Oshima siempre supo realizar trabajos de calidad sobre todo en lo referente a las adaptaciones históricas.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón inicia la reconstrucción del país y, por supuesto, la reactivación de su industria cinematográfica, aboliéndose una serie de prohibiciones impuestas por el régimen del general Mac Arthur en cuanto a las temáticas relativas a la venganza, los antiguos valores culturales y cualquier manifestación bélica; al final de la década de los cincuenta, Japón llega a superar en número de películas producidas al año a la industria americana. A principios de los sesenta y con motivos del pacto de seguridad con Estados Unidos, surgen numerosas reacciones antiamericanas, momento en que la productora Toho inicia la realización del proyecto de los “47 Ronin”, rememorando así uno de los episodios mas significativos vinculado a los valores del Japón clásico; un filme realizado como las grandes superproducciones de Hollywood, grandes decorados, numerosos extras, gran presupuesto, con un desarrollo propio en la técnica y el tratamiento del color muy avanzado y todo rodado en formato panorámico.
La película se divide en dos actos, a modo de una obra teatral, con una primera parte titulada “flores” y la segunda “nieve”. Este film tiene una duración total de 210 minutos, a lo largo de los cuales Hiroshi Inagaki deja muestras de su talento y esa sensibilidad especial en los personajes y decorados, tan característica en el cine nipón.
La trama argumental nos sitúa en 1701, cuando Japón se encontraba en plena época del shogunato Tokugawa, un régimen que ha relegado al emperador a una figura secundaria, donde el shogun (jefe militar) lleva todo el peso del estado seguido de una nobleza cortesana que controla la burocracia, una nobleza feudal que administra la zona rural, funcionarios, vasallos y por último los campesinos. Se trata de un estado policial, fuertemente estamentado y aislado del exterior (exceptuando el puerto Yokohama para el comercio con Holanda). En este contexto el noble Asano, un daimio (señor feudal), debe recibir a la delegación del gobierno en su mansión de Ako y está obligado a conocer toda una serie de protocolos y atenciones para salvaguardar el honor de su casa y no caer en falta grave ante el shogun. Para esta tarea la corte designa a un funcionario, Kira, que enseñará el ritual y vigilará todos los preparativos antes de la visita. Dichos personajes son los dos polos opuestos dentro la corte japonesa. Asano es un daimio rural a cargo de un territorio, responsable de su clan pero ante todo un samurai que se rige según el código del bushido (traducido literalmente como “camino del guerrero”). Kira es un cortesano y un funcionario corrupto, un vividor acostumbrado a los favores y sobornos por su estatus; por ello el choque entre ambos personajes es inevitable. El cortesano se siente insultado ante la insuficiencia de los regalos de Asano y éste se niega a sobornar a un funcionario por cumplir la función para la que ha sido delegado, ya que para el daimio los sobornos sólo favorecen la corrupción del estado.
Por otro lado el clan al que pertenece Kira siente envidia por la prosperidad de Asano y sugiere al funcionario que aproveche la situación para humillar al daimio sin poner en riesgo su puesto de maestro de ceremonias en la corte. Como consecuencia, en diversas situaciones Kira se dedica a provocar a Asano (le pide que cambie las 500 esteras de su mansión en poco menos de un día), el cual resiste humildemente hasta que los agravios se vuelven insoportables y agrede al funcionario; dicho ataque es considerado una falta terrible por encontrarse bajo el mismo techo que la delegación imperial y finalmente Asano, se ve obligado a cometer “seppuku” (suicidio ritual por desentrañamiento) para redimir su ofensa.
En esta presentación inicial, Hiroshi Inagaki define magistralmente en pocas escenas el carácter de Asano (Yuzo Kayama) y Kira (Chusha Ichikawa), creando así el contraste moral entre ambos personajes. Mizoguchi sin embargo prescinde en su película de la creación de un contexto previo, iniciando su filme con el ataque del daimio sobre el funcionario corrupto y supliendo casi en su totalidad el carácter de Asano por un prólogo que podemos leer al principio.
En Japón durante el shogunato cuando un clan caía en desgracia las posesiones pasaban al shogun o a otros señores, toda la familia perdía su estatus social quedando degradada y en muchas ocasiones todos eran obligados a cometer el suicidio ritual (normalmente los clanes de samuráis preferían la muerte a vivir en la deshonra); de esta manera el régimen mantenía el orden y a su población bajo un férreo control.
La muerte de Asano desencadenará numerosas reacciones en todos los personajes de la película: por un lado Kira, herido, se retira a Edo y comienza a fortificar su casa, contratar guardaespaldas y enviar espías que le informen de posibles represalias por parte de los súbditos de Asano; el shogunato previendo una revuelta dispone un ejército para sofocar cualquier resistencia en el castillo de Ako y mientras tanto el clan de Asano se siente desorientado sin su señor, esperando la reacción de su chambelán Oishi Kuranosuke.
Los vasallos del clan están divididos entre conservar la vida y entregarse pacíficamente o regirse por su código samurai, resistiéndose y luchando a modo de protesta por la deshonra a la que han sido condenados, aunque ello suponga la muerte. Tras varias conversaciones, los súbditos de Asano deciden rendir pacíficamente el castillo de Ako con la esperanza de poder restaurar el nombre del clan; realmente ésa es la decisión de cara a las autoridades cuando las intenciones del chambelán son otras. Oishi sabe que el culpable de la situación a la que se han visto avocados es Kira, al igual que es consciente de la dificultad que supondría emprender un ataque contra su mansión en Edo; por ello reúne al grupo de vasallos mas leales, sesenta y un samuráis firman con sangre una proclama, por la que se comprometen a guardar en secreto los planes del chambelán, acudir a su llamada en el momento indicado y sacrificar sus vidas. La determinación de Oishi (Koshiro Matsumoto) muestra uno de los principales hilos conductores de la acción en la película: el bushido. Este código ético tiende a verse como un ideal romántico por parte de los occidentales pero que tuvo gran trascendencia en Japón. Su origen se remonta a la Edad Media y bebe de fuentes budistas, sintoístas y confucionistas, creando una serie de valores personales para la clase guerrera con gran implicación social, que al ser adoptados por los samuráis marcó todos los niveles de la sociedad japonesa.
Oishi tras la entrega de la mansión del clan ordena a sus samuráis que se dispersen, pasando a convertirse en ronin (samuráis sin amo), los cuales emprenderán nuevas vidas convirtiéndose en campesinos, comerciantes, guardaespaldas, todo con la finalidad de no levantar sospechas sobre sus verdaderas intenciones; Oishi, es el personaje mas vigilado por Kira y así comienza su personal vía crucis despidiendo a su esposa e hijos, vendiendo sus propiedades, frecuentando los lupanares y tabernas de Kioto. El chambelán se abandona así a todos los vicios contrarios a su ética de samurai, degradándose y aguantando toda clase de reprobaciones por parte de la gente que lo reconoce (se va de pesca el día del aniversario de la muerte de su señor). Una de las grandes virtudes de la película es el tratamiento individual de cada personaje, ya que en verdad son estos “anónimos” samuráis, junto al chambelán, los que llevan el peso de la acción en sus pequeños dramas personales. Inagaki cuenta entre estos actores secundarios con Toshiro Mifune, que interpretará a un famoso ronin que pronto simpatiza con uno de los vasallos de Asano.
Pasado año y medio, Kira ha bajado la guardia, se siente seguro en su casa de Edo con sus guardaespaldas y su red de espías le informa del estado al que han llegado Oishi y los suyos. Es en este momento cuando los vasallos de Asano, solo cuarenta y siete de los sesenta y uno que firmaron la proclama del chambelán, se reúnen en la posada de Oyama cercana a Edo para asaltar la mansión de Kira, sabiendo que sea cual sea el resultado ellos sacrificaran sus vidas como culminación de su plan. Finalmente el ataque es llevado con éxito y tras ofrecer a Kira la oportunidad de una muerte honrosa (el cual la rechaza por cobardía), lo decapitan y se encaminan en una orgullosa procesión hacia la tumba de Asano para ofrecer la cabeza del corrupto funcionario. Como epílogo, tras pasar un breve periodo de tiempo retenidos por las autoridades tras el asalto, los cuarenta y siete samuráis cometen “seppuku” consumando así su destino.
Durante el comentario de esta película he tratado de evitar el uso de la palabra venganza. Esta historia aparentemente parece un ajuste de cuentas, una cuestión de satisfacción, cuando en realidad esta película nos acerca a comprender de uno de los valores japonés más clásicos, incluido en el bushido y que aún hoy día sigue vigente: guiri. Es una palabra de difícil traducción que podríamos entender por “lo que es correcto”, estaría ligado a los conceptos de lealtad (chuugi) y rectitud (gui). Consiste básicamente en la obligación de preocuparse por aquellos que te han dado algo en la vida, con los cuales contraes una obligación moral, digamos que les debes algo; el guiri persigue como objetivo la armonía y el equilibrio en las relaciones humanas y sociales.
La acción de los cuarenta y siete samuráis obedece más al concepto de guiri que al de venganza, se trata de reequilibro, de devolver lo que Asano les concedió en vida, es algo que va más allá de la mera lealtad o la satisfacción tomada por los agravios y daños recibidos por parte de Kira.
Otra constante que deja apreciar Inagaki en esta película es la práctica ausencia de sangre, despojando a las escenas violentas de una crueldad que contrasta sobre todo con los filmes occidentales. Incluso algo tan morboso como el “seppuku” es solo insinuado, mostrando solo la parte más estética del suicidio ritual.
El “Incidente de Ako” supuso uno de los gestos románticos mas épicos de la historia de los samuráis, una clase que veía como iba perdiendo influencia en un régimen carcomido por la corrupción, que iniciaba su decadencia y con él desaparecerían un siglo y medio después. “47 Ronin”es una adaptación de “La leyenda de los cuarenta y siete samuráis” que a pesar de no alcanzar la épica de los filmes de Kurosawa, constituye en su conjunto un buen ejemplo de cómo rodar la Historia, una mirada hacia otra época, cuyos valores aún se pueden encontrar en diversas manifestaciones de la cultura japonesa actual y sobre todo, una buena oportunidad para acercarse al cine nipón sin caer en los títulos de siempre.
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ISSN 1988-8848 |