EL FENÓMENO URBANO Y EL CINE
Urban phenomena and Cinema
Dr. Héctor Quiroz Rothe
Arquitecto
México
Resumen. El cine surgió en el seno de la ciudad industrial y, desde los primeros tiempos, su interés por explorar el universo urbano ha sido manifiesto. En ocasiones, las ciudades han sido las protagonistas de las películas, como en el caso de Nueva York, Roma, París, o México, todas ellas abundantemente representadas. En otras, han sido el escenario predilecto para todo tipo de historias, entre las que con cierta frecuencia aparecen retratadas como un lugar deshumanizado donde la virtud es corrompida por los vicios acechantes en las calles. En todo caso, han sido y son protagonistas constantes, con mayor o menor evidencia, de los filmes.
Palabras clave. Ciudad, fenómeno urbano, retrato urbano, imagen urbana, Cine y Ciudad.
Abstract. Cinema was born in the heart of the industrial city and since the beginning Cinema was always interested in exploring the urban universe. Sometimes, cities became movie’s protagonists like New York, Rome, Paris or Mexico City, all of them profusely portrayed on the screen. In other occasions, urban sites were used as favourite scenario to shoot all type of stories. In many of them, cities are often depicted as inhuman places where virtue is perverted by the lurking vices of streets. In any case, urban places have been and are movie protagonists, in a more or less evident way.
Keywords. City,urban phenomena, urban portrait, urban image, Cities and Cinema.
La influencia de la imagen, concretamente del cine, en la percepción y valoración de los espacios citadinos es muy importante por el alcance que tienen los medios masivos de comunicación en la sociedad contemporánea, mayoritariamente urbana. Las conexiones entre el cine (como fenómeno netamente urbano) y la ciudad (como escenario frecuente de innumerables historias) son múltiples y pueden ser analizadas desde distintos enfoques disciplinarios: la sociología, la psicología social, el urbanismo, la semiótica, los estudios de cine, etc. En este sentido, creemos que la obra cinematográfica ofrece nuevos enfoques para enriquecer la reflexión sobre el fenómeno urbano contemporáneo, para ello es necesario construir una metodología que facilite el análisis de la ciudad desde esta perspectiva.
La percepción de la ciudad
La percepción del espacio está determinada por la información que captan nuestros sentidos, la información aprendida a través de los procesos culturales y la memoria. La suma de estos elementos genera una imagen a partir de la cual explicamos y valoramos un edificio, una calle, un barrio o una ciudad.
Los nociones de lugar, territorio, paisaje cultural o espacio vivido se refieren a una dimensión psicosocial del espacio físico que ha sido apropiado y representado por los seres humanos, que agrupados comparten las especificidades de una o varias culturas. Dicho de otra manera, cuando un espacio inerte adquiere un significado se convierte en un lugar o territorio.
El espacio vivido es un producto social, es decir una construcción de los hombres que lo habitan, consumen y explotan. Al mismo tiempo el espacio construido determina comportamientos, llegando a ser un elemento esencial para la definición de la identidad individual y colectiva, ya que muchos valores culturales suelen estar asociados a un territorio. Existe entonces una profunda interacción entre el espacio y la sociedad.
Hasta el siglo XIX, las ciudades a pesar de ser los focos del desarrollo cultural y del poder político mantuvieron una dimensión acotada –al menos en el caso de Occidente– por murallas o limites físicos concretos. La expansión de la ciudad industrial dio origen a “grandes ciudades” redefinidas como conurbaciones, zonas metropolitanas o megalópolis que han escapado a la capacidad de los sentidos para abarcarla y entenderla. Las grandes ciudades son también espacios inaprensibles para la razón, ya que más allá de las estadísticas y del análisis que ofrecen las diferentes disciplinas que se han ocupado del fenómeno urbano, no existe una definición convincente que abarque las dimensiones formal, social, cultural y estética del espacio urbano. Se reconoce entonces a la ciudad como un sistema complejo, aparentemente regulado por el orden del caos.
A principios del siglo XX la descripción de la ciudad industrial fue objeto de interés de filósofos, sociólogos, escritores y artistas, a los que se sumo la visión y el discurso de los cineastas. No hay que olvidar que el cine surgió en el contexto de la gran ciudad, como una más de las diversiones o curiosidades que entonces se ofrecían en los salones de París. Tuvieron que transcurrir algunos años para que este entretenimiento se convirtiera en el séptimo arte, con un lenguaje propio.
Así como la cámara es una reproducción mecánica del ojo humano, el lenguaje cinematográfico imitó los procedimientos mentales mediante los cuales percibimos y aprehendemos la realidad en su dimensión espacial y temporal. Es decir, por medio de fragmentos o tomas. En un recorrido captamos hechos y detalles que la mente selecciona y que la memoria conserva. De la misma manera el lenguaje cinematográfico –basado en la fragmentación del tiempo y del espacio– reconstruye la realidad. Así, una película es una especie de realidad condensada en 90 minutos. Por eso se suele decir que el cine es mejor que la vida, ya que nos presenta lo mejores momentos y recurre a las emociones más intensas.
Actualmente parece que el lenguaje basado en la sucesión de imágenes (en movimiento) tiene tal presencia que influye en la forma como percibimos la realidad.
La ciudad en la historia del cine
El cine surgió en el seno de la ciudad industrial. Desde las primeras tomas de los hermanos Lumière, la ciudad destacó como protagonista o escenario de innumerables historias. Trenes a través de paisajes urbanos, obreros, fábricas, plazas y cruceros de las grandes capitales en pleno movimiento fascinaron al público que, desde la comodidad de un asiento y en un ambiente oscuro, redescubría la realidad proyectada en la pantalla. La vida cotidiana se convirtió en espectáculo, adquiriendo una nueva dimensión que multiplicó las posibilidades estéticas y simbólicas del espacio urbano.
La expansión de la ciudad y el desarrollo del arte cinematográfico se dieron de forma paralela. La concreción de este desarrollo hermanado la encontramos en la avenida principal en donde se encuentran las grandes salas de cine en los años cuarenta y cincuenta. Marquesinas, luces de neón. Filas en la taquilla antes del gran estreno. Tumultos al salir de la sala por la pequeña puerta lateral. Un niño de la mano de su padre sigue disparando a los apaches. Una señorita se seca las últimas lágrimas provocadas por el trágico final del protagonista junto al noviete desconcertado. Un grupo de jóvenes se encarga de emular el mejor gag de la película. Todo esto ocurre entre la pantalla y la acera. Entre la ficción proyectada y los imaginarios de los habitantes de la ciudad.
En las primeras películas de los hermanos Lumière se encuentran también los principios de los dos grandes géneros cinematográficos: el documental y la ficción. Con respecto al primero y durante el período silente sobresalen un par de cintas en donde la ciudad es el tema central, dando lugar al subgénero del documental urbano.
Berlín, sinfonía de una gran ciudad” (Walter Rutman, 1927).www.ies.berkeley.edu
Nos referimos a “Berlín, sinfonía de una gran ciudad” (Walter Rutman, 1927) y “El hombre de la cámara” (Dziga Vertov, 1929). Ambas narran un día en la vida de una gran ciudad (Berlín y Odessa) a través de un collage de imágenes. Se trata de una propuesta visual vanguardista para describir la complejidad de la urbe industrial. De esta manera se intercalan tomas de chimeneas humeantes, tranvías circulando por las calles atestadas de transeúntes, maquinarias funcionando y otros iconos de la modernidad que aluden a la estética futurista. Ambas películas ofrecen una visión integral o ambigua de la ciudad; por una parte como un ambiente dominado por la enajenación de las masas, el anonimato y las desigualdades sociales, por otra como el lugar del refinamiento cultural y el esparcimiento.
Otras documentales que pueden considerarse herederas de este principio narrativo y estético son: Koyaanisqatsi (1983), Baraka (1992) y recientemente Suite Habana (2004). En todas estas obras la ciudad se mantiene como protagonista.
Con relación al género documental existe la idea generalizada de que se trata de documentos más objetivos que una cinta de ficción. Años de debate sobre la objetividad de la cámara han llegado a matizar la discusión y reconocer que detrás de una imagen siempre hay un discurso. A pesar de los principios del grupo Kinox, encabezado por Dziga Vertov –quien primero filmaba la ciudad para luego armar la historia– siempre hay alguien detrás de la cámara que decide cómo, cuándo y qué se filma. La diferencia es la intención más o menos explícita de verosimilitud por parte del realizador.
Con relación al género de ficción, la ciudad se convirtió en el escenario predilecto para todo tipo de historias. Cabe señalar que a través de la ficción fílmica se presentan realidades alternas, reconstruidas y manipuladas. La ficción se nutre y simplifica realidad. Desde las primeras cintas de ficción, los guiones recuperaron la estructura narrativa de la novela urbana perfeccionada a lo largo del siglo XIX. De esta manera la ciudad además de ser un escenario recurrente, adquirió la dimensión de un personaje que incidía en el desarrollo de la trama. Es decir, podemos distinguir entre una historia localizada en un ambiente urbano y una trama determinada por los espacios o situaciones que sólo pueden encontrarse en una ciudad, desde un lugar genérico (una estación de tren cualquiera) hasta un edificio específico (como el Museo del Louvre). Con estos parámetros, la ciudad-personaje posee múltiples formas de intervención en la ficción.
A diferencia del protagonismo de la ciudad entre los pioneros del cine documental, dentro del género de ficción prevalecía la imagen de un lugar deshumanizado, en donde la virtud (representada generalmente por una inocente provinciana) era corrompida por los vicios que acechan en las calles. El expresionismo alemán y posteriormente el cine negro norteamericano recurrieron frecuentemente a esta situación. En México, las cintas de cabaret y rumberas hicieron algo similar.
Koyaanisqatsi (Godfrey Regio, 1983).www.koyaanisqatsi.org
En el contexto del expresionismo sobresale la célebre cinta de Fritz Lang “Metrópolis” (1927), la cual inaugura el subgénero de ciencia ficción en donde la ciudad se concibe como un ser monstruoso que determina la vida de sus habitantes. Encontramos también la convención de un espacio segregado definido por el rascacielos en donde residen las clases dominantes y los subterráneos habitados por los miserables, la cual se repite en cintas más recientes del genero, tales como: “Blade Runner” (1982), “Brazil”(1985) o “El quinto elemento” (1997). En todas estas cintas, la ciudad del futuro no suele ser un lugar atractivo a pesar de los adelantos tecnológicos.
Con un sentido critico más explícito, a lo largo de la historia del cine se reconocen movimientos, escuelas y directores que han pretendido mostrar los problemas de la sociedad urbana. La búsqueda de verosimilitud, aproxima a estas películas al documental, al compartir algunos rasgos como la preferencia por filmar en locaciones, el uso de actores no profesionales y sobre todo las historias protagonizadas por seres marginados, obreros desempleados, madres solteras y niños de la calle.
Al finalizar la segunda guerra mundial, en una Italia posfascista y devastada, Roberto Rossellini y Vitorio de Sicca inauguran la estética neorrealista a través de cintas como “Roma ciudad abierta” (1945) y el “El ladrón de bicicletas” (1948). A finales de los años cincuenta la crítica francesa se sorprende con la propuesta visual y temática de los miembros de la Nouvelle Vague, encabezados por Jean-Luc Godard (“Sin aliento”) y Francois Truffaut (“Los 400 golpes”) de 1959. En ambas sobresalen los planos secuencia filmados en las calles de París recorridas por los protagonistas. En Inglaterra el New Cinema constituye la contraparte de una nueva generación de directores, entre los cuales cabe mencionar a Edgar Reitz con la cinta “Sábado en la noche, domingo por la mañana”.
En México “Los Olvidados” de Luis Buñuel (1950) mostraba con crudeza la realidad de los barrios marginados de la ciudad capital ante el rechazo generalizado de la crítica y de un público acostumbrado al folclor edulcorado de las comedias rancheras. Menos conocida, en la cinta “El bruto” (1953), Buñuel aprovecha para hacer una referencia al problema de la vivienda popular. En la misma época, el director Alejandro Galindo se especializó en melodramas urbanos que mostraban facetas de una ciudad en plena transformación. Es el caso de “Campeón sin corona”, “Esquina baja”, “Una familia de tantas”, “Confidencias de un ruletero” y “Los Fernández de Peralvillo”. En otra generación, la directora María Novaro recorre las calles de la ciudad en cintas como “Azul celeste”, “Lola” (1989), “Danzón” (1991) y “El jardín del edén” (1994) combinando la perspectiva de genero y la curiosidad sociológica.
Los Olvidados de Luis Buñuel (1950). rpurpura.blogspot.com
La lista de películas que se han ocupado de mostrar los problemas de la ciudad contemporánea se puede ampliar considerablemente. En contraste resulta interesante identificar cintas en donde se realiza un elogio a la vida en la ciudad. En el contexto internacional, Nueva York, Roma y París sobresalen quizás como las ciudades más filmadas de la historia. La primera ha sido elogiada en múltiples ocasiones por Woody Allen quien no se cansa de señalar su pasión por la Gran Manzana. En el discurso sobresalen Annie Hall (1977) y Manhattan (1979). Gracias a él cualquier cinéfilo puede decir que conoce de alguna manera esta gran ciudad. “Roma” (1972) es el nombre de una película dedicada por Federico Fellini a su ciudad adoptiva. La ciudad eterna es también el escenario de otras cintas memorables como la “Dolce Vita” y “La strada”. Finalmente París, con su torre Eiffel y sus puentes sobre el río Sena ha sido el escenario de infinidad de historias románticas en todas las tonalidades. Dos ejemplos recientes: “Amelie” (2000) recurre a la tecnología digital para reconstruir un ambiente atemporal en donde todos los clichés del Paris bohemio son posibles para el placer de cinéfilos y turistas. “Paris te amo” (2004) es el título que reúne una colección de cortometrajes firmados por directores de todo el mundo destinados originalmente a promocionar esta ciudad en la competencia por la sede de los juegos olímpicos de 2012. De esta manera la ciudad luz se presenta y representa a través del cine.
La Ciudad de México ha sido el ambiente urbano omnipresente en el cine nacional. El contexto de numerosas cintas localizadas en vecindades y cabarets. Sin embargo, no es fácil ubicar películas que elogien la vida en la capital mexicana. En el mejor de los casos encontramos largas introducciones al contexto de la gran ciudad en donde una voz en off dice frases del estilo –…esta es una historia más de las miles que cada día se entretejen en las calles de esta ciudad…– ilustradas con tomas de Av Juárez, el Paseo de la Reforma o el Puente de Nonoalco. Se trata de un recurso elemental para describir la complejidad característica de la vida urbana, que alude al mismo tiempo a ciertas cualidades de la ciudad como espacio de encuentro e intercambio. Una curiosidad es “Del brazo y por la calle” (1955) en cuyos créditos aparece la Ciudad de México como protagonista al lado de Marga López y Manolo Fábregas. En la misma época Luis Buñuel realiza un retrato sin prejuicios de la ciudad de México en la comedia “La ilusión viaja en tranvía”.
La ilusión viaja en tranvía de Luis Buñuel (1953). www.tierramadura.com
Entre las producciones más recientes cabe señalar nuevamente la filmografía de María Novaro, en donde la ciudad sin maquillaje es el escenario de historias con final feliz. Otra excepción es el cortometraje “Ciudad que se escapa” (1998) basado en un cuento de Paco Ignacio Taibo. En contraste, una situación frecuente en las películas de la última década es el deseo de escapar de la ciudad, una metáfora de los conflictos de los personajes que se traduce a veces en una escena final en la playa. Es el caso de “El Mago”, “Y tu mamá también”, “Temporada de patos”, “Batalla en el cielo”, “Amores perros”, “De la calle, etc. Al parecer la ciudad de México ha sido incapaz de generar un sentimiento de aprecio entre la nueva generación de directores mexicanos.
Para concluir este punto se enlistan a continuación algunas cintas en donde la Ciudad de México ocupa una posición relevante como escenario, personaje o protagonista.
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ISSN1988-8848
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