METAKINEMA | Revista de Cine e Historia | |||||||||||||
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Resumen. El presente artículo plantea el uso de la película Electra del director griego Michael Cacoyannis como un recurso didáctico válido para tratar el tema de la paz y de la prevención y resolución de conflictos. Analizando el film a la luz del texto original, escrito en el s. V a.C. por Eurípides, se demuestra que en ambas obras sigue vigente el poder purificador del alma, un elemento fundamental de las tragedias griegas conocido como “catarsis”. Abstract. This article suggests the use of the film Electra, by the Greek director Michael Cacoyannis, as a didactic resource to deal with issues such as peace, war prevention and conflict resolution. Analyzing the film under the light of the original literary text written by Euripides in the 4th century, we can find the famous power to purify the souls known as “catharsis”, a recurrent issue in Greek Tragedies.
A lo largo de estos últimos años se ha venido confirmando que el uso didáctico en nuestras aulas de adaptaciones cinematográficas realizadas sobre textos grecolatinos no sólo fomenta y hace más atractivo el hábito de lectura de los clásicos sino que, además, nos permite reflexionar y profundizar detenidamente en su contenido, que es realmente lo más apasionante de esta experiencia. No se trata, por tanto, de que podamos adquirir simplemente nuevos contenidos conceptuales sobre obras, autores y géneros literarios. La lectura atenta de estos textos y su estudio posterior con el apoyo del cine nos abren nuevos horizontes y hace que también en nosotros vayan tomando cuerpo actitudes de respeto que propicien una buena convivencia. En este sentido, ante el problema cada vez más alarmante de la violencia, especialmente en el ámbito escolar y en el doméstico, tenemos distintas opciones, como cerrar los ojos y negar su existencia, ignorar y buscar diferentes caminos de evasión, o bien recurrir a nuestra herencia clásica tratando de encontrar soluciones(1). El director de cine griego Michael Cacoyannis, que en la década de los 50 gozaba ya de cierto prestigio en el círculo europeo compitiendo frecuentemente en el Festival de Cannes con películas que escribía, dirigía y montaba él mismo, se encontró casualmente en 1961 con la Electra de Eurípides y hasta tal punto le impresionó el texto que, según él mismo confiesa, este vínculo lo acompañará desde ese momento hasta el presente. A él debemos una magistral trilogía fílmica que en septiembre de 2006 se lanzó al mercado helénico en una edición especial de tres DVD con varios extras añadido(2). Se trata de las películas “Ifigenia” (1977), “Las Troyanas” (1971) y “Electra” (1962), basadas en tres tragedias de Eurípides. Su gran sorpresa fue que, tras escribir el guión de su “Electra”, rodarla y estrenarla, el éxito fue arrollador, alcanzando veinticuatro premios y distinciones en prácticamente todos los festivales internacionales de cine del momento (desde los nueve “Alexander” del de Tesalónica hasta la nominación al Óscar de Hollywood, pasando por la aclamación en Venecia, Cannes o Berlín). Los críticos del New York Times y Le Monde coincidían en resaltar su forma tan brillante de transformar la tragedia griega original en una nueva obra artística que, permaneciendo fiel al texto y explotando al máximo todos los recursos cinematográficos necesarios, lograba provocar en el espectador un estremecimiento total. La sintonía entre Cacoyannis y Eurípides queda patente en la citada trilogía. Por un lado, la temática de estas tres obras es claramente antibelicista; los dos desarrollan al máximo el potencial psicológico y dramático de los personajes femeninos (3), dejando los masculinos en un segundo plano; pero, ante todo, son profundamente racionalistas y eso hace que usen el mito con ciertas reservas, como un recurso artístico más, y que presenten muy difuminado cualquier elemento religioso. No obstante, en este punto concreto Cacoyannis da un paso más adelante cuando elimina, por ejemplo, el prólogo de Atenea y Poseidón de Las Troyanas o cuando se pasa por alto el discutible final feliz de Ifigenia en Áulide en el que Ártemis se lleva a la joven protagonista justo antes del sacrificio (4). Esto lo hace por el mismo motivo por el que rechaza el uso de las máscaras, ya que no pretende dar lecciones de arqueología del teatro sino precisamente lo contrario, acercar las tragedias antiguas al público actual mediante un realismo que podríamos denominar trágico (5). Según se van a ir desarrollando los sucesivos episodios y cantos corales, los actores van a ir cobrando mayor importancia. Por eso no sólo es encomiable la adaptación del guión sino también la interpretación que realizan especialmente Irene Papas, Aleka Katseli y Yannis Fertis en los papeles de Electra, Clitemnestra y Orestes, respectivamente, pero también un elenco de secundarios entre los que destacan Notis Peryalis (campesino), Manos Katrakis (anciano), Takis Emmanuil (Pílades, que desde el silencio se convierte en la sombra de Orestes) y Fivos Radsís (Egisto, un personaje que no aparece en la obra de Eurípides pero que tiene una función decisiva en diferentes escenas de la película). En último lugar, pero no por ello menos importante, contamos con el coro de mujeres (encabezado por Zeanó Ioannídu) que, vestidas de negro, recitan las partes líricas adoptando lentamente las posiciones precisas para que la cámara realice una impresionante composición de planos muy diversos. Cada actor desde su cometido contribuye a que la acción le resulte al espectador algo completamente cercano y real. Cualquiera puede identificarse con la dolida Electra, obsesionada con la idea de vengar la muerte de su padre, rencorosa hasta el final con el altivo amante de su madre, y vacilante, finalmente, cuando se acerca el momento decisivo de consumar el matricidio. Orestes, que es un adolescente a veces inseguro, regresa dispuesto a dar muerte a Egisto pero se resiste a empuñar la daga contra la madre que le dio el ser. Los demás personajes, campesinos normales que labran la tierra, pastorean y van a por agua a la fuente, acompañan a los dos hermanos y, desde el silencio, se hacen hasta cierto punto cómplices de los asesinatos en tanto que no desconocen todo lo que se está tramando. Pero incluso los caracteres negativos de esta tragedia nos resultan tremendamente familiares. La soberbia, la hipocresía y la falsedad de Egisto y Clitemnestra no son, por lo tanto, un defecto de sobreactuación por parte de los actores sino más bien un gran mérito, como queda patente en el enfrentamiento dialéctico final entre madre e hija, quizá la secuencia más poderosa y lograda de toda la película. Los últimos versos de la tragedia de Eurípides resuelven el complicado conflicto sobre la justificación de los actos de venganza de una forma muy curiosa. Una vez que Orestes y Electra han asesinado a Egisto y a Clitemnestra, se muestran en escena los dos cadáveres y el autor hace intervenir a los Dióscuros, los tíos de los matricidas, para poner un poco de orden y ofrecer una especie de final feliz. En definitiva, lo que queda claro es que la violencia engendra violencia, y que los actos de los protagonistas no han sido correctos, pero se abre una posibilidad de expiación para el joven Orestes y, en cuanto a Electra, va a casarse con el fiel Pílades. Lógicamente este desenlace marcado por el elemento religioso no encaja con el planteamiento que Michael Cacoyannis ha seguido a lo largo del film. Esa es la razón por la que suprime esta parte y ofrece al público su propia interpretación (12). Como broche de oro a la cinta Cacoyannis vuelve a recurrir al silencio más absoluto. Los paisanos se han ido acercando hasta agolparse a la puerta de la choza. Ninguno se atreve a decir absolutamente nada pero sus miradas son de desaprobación. Con un último tema musical de fondo que transmite desasosiego y tristeza (13), los hermanos van saliendo lentamente por la puerta acompañados de Pílades y, sin despedirse, cada uno emprende su camino con direcciones opuestas. En la distancia vemos a Orestes que se gira y hace un gesto a Pílades para que no le siga sino que vaya tras los pasos de su hermana. Éste obedece y, mientras vemos cómo se van alejando, aparecen ya los títulos de crédito del film. BIBLIOGRAFÍA
NOTAS (1) VALVERDE 1999: 8-13. (2) Ver la reseña de Periklís Kutís a esta TRILOGÍA en www.cinemad.gr (3) McDONALD 2001: 75. (4) Para un comentario más detallado sobre “Las Troyanas” e “Ifigenia” remito a mis artículos citados en la bibliografía final. (5) McDONALD 2001: 82-83. (6) VALVERDE 2001: 84-88. (7) CALVO 1996: 11-15. (8) DE ESPAÑA 1998: 410. (9) Consultar la crítica de Roger Manvell en Film & Filming, 9 (1963) disponible en la Página Web del Festival de Cine de Tesalónica www.filmfestival.gr/tributes/2003-2004/cinemythology/uk/film30.html (10) MARÍAS 1970: 391-392. (11) MITROPOULOS 1968: 75. (12) SOLOMON 2002: 279. (13) La B.S.O. de M. Theodorakis se reeditó, remasterizada, en el sello FM Records, S.A. (Grecia,2003).
ISSN 1988-8848 |
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