LA REINA VICTORIA
(J. M. Vallée, 2009)
The Young Victoria (J. M. Vallée, 2009)
Grad. Jaime Salvador Grande
Filólogo
Universidad de Granada
Recibido el 12 de Julio de 2019
Aceptado el 15 de Septiembre de 2019
Resumen. El presente artículo busca analizar la representación contemporánea de la figura de la reina Victoria en la película La reina Victoria (2009). Esta película trata la etapa más joven de la vida de la reina, un momento difícil de su vida en el que se verá embaucada por numerosos personajes políticos en su beneficio. Por tanto, el objetivo de Victoria es aprender la difícil tarea de gobernar un país por sí misma mientras que burla los intereses de los políticos que se encuentran a su alrededor.
Palabras clave. Victoria, Albert, Corona británica, Bildungsroman, Epifanía, Inexperiencia, Biopic.
Abstract. The paper discusses the contemporary representation of the figure of Queen Victoria in the film The Young Victoria (2009). This movie is dedicated to the early years of Victoria, from her adolescence to the first years of her rule. This was a difficult time in her life because she is constantly manipulated by many politicians in order to profit from her inexperience. Therefore, Victoria’s objective is to learn how to govern a country by herself while avoiding the interests of the politicians surrounding her.
Keywords. Victoria, Albert, Monarchy of the United Kingdom, Bildungsroman, Epiphany, Inexperience, Biopic.
© Aurum Produciones
La película La Joven Victoria (The Young Victoria, 2009), ha constituido uno de los biopics más relevantes dedicados a la figura de la reina Victoria del Reino Unido (1819-1901). Esta reina ha sido representada en numerosas ocasiones dentro del cine, cuyo natalicio se encuentra muy cercano a la muerte de Victoria. Así pues, tanto el cine como otros discursos artísticos (literario, escultórico, pictórico…) ha plasmado su figura en sus diversos encajes. Su amplia presencia en la pantalla se debe a que fue la cabeza de una de las mayores potencias del siglo XIX, el Imperio Británico. La importancia histórica de su figura también provocó que fuera bastante representada a lo largo del siglo XX y el XXI, con la variable de que cada época histórica la iba retratando según las variables que convenían, o que mejor encajaban en el contexto histórico del momento.
Este largometraje, obra de Jean-Marc Vallée en una coproducción entre EE.UU. y Reino Unido con la producción general de Martin Scorsese, presenta a una Victoria joven (Emily Blunt), se centra en el periodo correspondiente al transcurrido desde un año antes de su coronación hasta poco después de su matrimonio con Albert (Rupert Friend). Concretamente, el film se enfoca en las desavenencias de Victoria para poder conseguir la madurez necesaria que la capacitara para dirigir su gran imperio, siendo víctima en muchas ocasiones de su propia inexperiencia.
El estilo de narración de esta película es el de una novela de iniciación (Bildungsroman), un patrón narrativo muy común en el mundo del discurso literario, estando presente desde varias novelas del siglo XIX hasta ahora (ejemplos conocidos de novelas de iniciación serían David Copperfield de Charles Dickens, El guardián entre el centeno de Salinger, o Matar a un ruiseñor de Harper Lee. En el caso de The Young Victoria, se ha adaptado el estilo al lenguaje cinematográfico, pero los patrones principales de narración siguen siendo los mismos. Las novelas de iniciación tienen como protagonistas a personajes jóvenes que están en constante transición hacia el mundo adulto. No obstante, este mundo les pone con frecuencia trabas que les dificultan avanzar por causa de su mentalidad juvenil. Tras todas estas tensiones, acaban sufriendo un episodio traumático a la vez que epifánico, que sirve como momento merced al cual los protagonistas consiguen solventar sus problemas. Este momento epifánico simboliza su transformación total en personas ya definitivamente adultas.
El estilo de un Bildungsroman ha sido muy común en la historia de la literatura, por lo cual ha sido un modelo de narración muy presente durante varias generaciones de lectores, receptores constantes de diversas reproducciones de un mismo sistema. Por lo tanto, cada generación está más y más acostumbrada a narraciones así, y el cine angloamericano, cuyas producciones llegan a una gran cantidad de espectadores, ha sabido utilizar dicho estilo para crear largometrajes sencillos que puedan ser fácilmente asimilados por los espectadores. Podría decirse que el prototipo del Bildungsroman se ha convertido en un estilo con cada vez menor complejidad y, por tanto, en un formato fácil de “consumir”.
La película comienza posicionando a Victoria como narrador en tercera persona ajeno a la acción, describiendo su propia niñez desde una perspectiva futura a la acción mostrada. Acompañada por una melodía de carácter melancólico, Victoria narra que tuvo una infancia difícil en la que no se le permitía ni ir a la escuela ni relacionarse con los otros niños, sino que estuvo aislada en su infancia por su madre (Miranda Richardson) y el consejero de ésta, el barón Conroy (Mark Strong).
Las figuras de la madre de Victoria y del barón Conroy son de una gran importancia a lo largo de la película. Mediante el llamado “sistema Kensington” ambos personajes controlaron la vida de Victoria aislándola de todo lo que ocurriera fuera de su vivienda (el palacio Kensington). Esto es especialmente característico teniendo en cuenta que el largometraje insiste en la caracterización de la Victoria joven como una persona interesada en las diversas artes que se producían en la época: le interesaba leer las novelas de Sir Walter Scott y los poemas de Alfred, Lord Tennyson; escuchaba ópera e incluso pintaba cuadros en su tiempo libre. Tanto la duquesa de Kent como el barón Conroy no tenían interés en que Victoria leyera ficción, solamente buscaban su control y dejaban de lado esta faceta tan característica de la protagonista de este film.
Por todo esto, en su narración introductoria, Victoria hace la siguiente pregunta: ¿qué niña no sueña con ser princesa? Así pues, con todo lo anteriormente dicho, deja claro que su situación como heredera de la Corona no necesariamente conlleva beneficios. Al contrario, Victoria afirma que un palacio puede ser como una prisión y hace una declaración de intenciones al final de este monólogo inicial cuando afirma: “Soñé con el día en que mi vida cambiara y pudiera ser libre y recé con todas mis fuerzas para afrontar mi destino”.
El objetivo final de Victoria, como ya hemos visto, es el de conseguir su propia libertad. No obstante, no será tan fácil para Victoria conseguir esto debido a su inexperiencia política. Victoria considera que un palacio puede ser como una prisión. Esta metáfora es un recurso muy recurrente a lo largo de la película, manifestándose tanto verbal como visualmente a lo largo del film. A lo largo del film, se suceden tanto menciones verbales sobre el asunto como imágenes o escenas que muestran algunos barrotes de la larga valla que rodea el palacio, siendo éstos normalmente los de la puerta del palacio. Dicha puerta se abre o se cierra según lo que Victoria piensa de su propia libertad.
Esta introducción nos dirige a uno de los temas principales de la película, la libertad. La metáfora “El palacio es una prisión” se convierte en este largometraje en un recurso muy útil para que el espectador pueda medir el grado de libertad que ostenta la propia Victoria. Los barrotes, que simbolizan las vallas de una cárcel, están siempre encerrando a alguien dentro o bien cerrándose, impidiendo la salida a los asistentes a palacio. Precisamente, la etapa en la que Victoria estaba aprisionada por el sistema Kensington no le permitía relacionarse con nadie fuera de ese ámbito, como si se tratara en efecto de una prisión, e incluso para subir o bajar las escaleras estaba obligada a ser acompañada por cualquier miembro de palacio, quien vendría a ocupar un rol similar al de un celador.
Tras la breve introducción ofrecida por la propia Victoria, la película deja de lado la figura del narrador y trata de primera mano las desavenencias de Victoria con su madre, la duquesa de Kent, y con el barón Conroy. Este último buscaba que la princesa firmara una orden de regencia que le favoreciera, intentando por todos los medios conseguirla, hasta el punto de gritar o agredir físicamente a la joven Victoria. Ante estos episodios, Victoria no permanece callada, sino que empieza a desobedecerle a él y a rechazar a su madre por su papel de cómplice en esta situación, por no haber intervenido a favor de su propia hija.
© Aurum Produciones
Por suerte, durante su estancia en el palacio de Kensington, aparece Albert, un joven aristócrata enviado por su tío, el rey Leopoldo I de Bélgica, con el objetivo de casarlo con Victoria y así poder introducir a la familia nobiliaria de los Coburg en la monarquía inglesa. Leopoldo I tiene mucho interés en poder realizar este enlace, por lo que obliga a Albert de antemano a aprenderse los gustos personales de Victoria. Al poco de la llegada del joven al palacio de Kensington conoce a Victoria y, pensando de la forma en que lo hizo su tío, comenta siempre que encuentra la ocasión el hecho de que le gustaban las obras de Sir Walter Scott o la ópera I Puritani. Con ello, buscaba abiertamente que Victoria le correspondiera al tener gustos comunes, pero de una forma un tan evidente y ridícula que la princesa se percata de la situación.
Tras notar que esta estrategia no había funcionado, Albert decide comentarle a Victoria sus gustos verdaderos en el tema de la ópera e incide en el hecho de que Albert es igual que Victoria. Sería algo así como un títere utilizado por un político (en este caso Leopoldo I) para sus propios intereses, dimensión más auténtica que Victoria agradece reconocer, porque se trataría de alguien que está pasando por su misma situación, viviendo en su “prisión” particular.
La visita de Albert concluye con una partida de ajedrez entre éste y Victoria, en la que tanto el barón Conroy como la duquesa de Kent los está observando atentamente. Aquí Albert introduce otra metáfora muy presente en el desarrollo de la película: “la política es como una partida de ajedrez”. Concretamente, Albert comenta a Victoria: ¿nunca te sientes como una pieza de ajedrez manipulada en contra de tu voluntad? Esta metáfora ha sido muy eficientemente elegida debido a que ilustra a la perfección el objetivo de Victoria a lo largo de la película. En este momento, Victoria (junto con Albert) es una simple pieza manipulada por terceros (su madre y el barón Conroy) en su propio beneficio disfrazado de intereses políticos, teniendo en cuenta que ser una pieza de ajedrez lleva implícitamente ser sacrificado por un bien mayor. Por tanto, Albert le propone que: “debes dominar las reglas de juego para que lo domines mejor que ellos”. Es decir, ha de ser Victoria quien tenga el control para que deje de ser un elemento secundario y sea el actor principal del gobierno de su propio país y, sobre todo, de su propia libertad.
Poco después de la visita de Albert, a Victoria la invitan al cumpleaños de su tío, el rey Guillermo IV (Jim Broadbent). La grabación de la visita al palacio real va precedida por la puerta de palacio abriéndose, contribuyendo a la idea de que la visita a la corte podría ayudar a Victoria a conseguir su libertad individual. En la corte, el rey, en mitad de la fiesta, manifiesta su apoyo a Victoria mediante la humillación de la duquesa de Kent en mitad de la propia fiesta.
La metáfora se puede interpretar de una forma alternativa, ya que la fiesta del rey conlleva la introducción de un nuevo político que, de una forma no violenta, también busca la manipulación de Victoria en su propio beneficio, el Vizconde de Melbourne (Paul Bettany). Ya se avisa al espectador del peligro de su figura mediante las “clases” que Albert recibe sobre Victoria, mostrándolo como un embaucador. Así pues, éste consigue ganarse el favor de Victoria, por lo que la apertura de la verja de palacio podría interpretarse como una apertura engañosa. La princesa podría creer que conocerlo iba a ayudarla a alcanzar su libertad, aunque no fuera exactamente así.
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Más tarde, tras la muerte de su tío, Victoria es coronada como reina de Inglaterra. El llegar a ser reina conllevaba que ella se desvinculase del palacio de Kensington, por tanto, dejara su “prisión”. No obstante, esta aparente libertad no duraría mucho. Así nos da a entender el director al introducir otra secuencia en la que la verja del palacio se vuelve a cerrar, pero esta vez con un sonido muy seco y potente. Esto se debe a que el Vizconde de Melbourne, la nueva amenaza, consigue ganarse la confianza de la reina y consigue rodear a la reina de damas de honor partidarias de su causa. La forma en la que consigue ganarse su confianza es ofreciéndole una fórmula para apartar a la duquesa de Kent y al barón Conroy de la vida de Victoria, ofreciéndoles aposentos muy alejados de la presencia de la reina. Es decir, el Vizconde de Melbourne ayuda a Victoria a conseguir su ansiada “libertad”. No obstante, esta aparente libertad esconde el hecho de que este personaje se convierte en el nuevo titiritero que maneja a Victoria a su antojo, pero de un modo no violento. Esto se refleja en un momento significativo en el que Victoria escribe una carta a Albert, pero todo lo que contiene dicha carta va relacionado con la figura del Vizconde de Melbourne, algo que no le sienta bien al propio Albert.
Debido a la amenaza que constituye este nuevo actor, Albert decide venir a visitar a la reina para hacer acto de presencia de nuevo en su vida. Esta visita es característica debido a que Albert también le expone a Victoria sus ideas políticas, vinculadas a la construcción de viviendas para ayudar a las clases sociales y a los marginados. Como era de esperar, Victoria reacciona positivamente a estas ideas.
La política merece atención especial en este film. Como ya se ha comentado anteriormente, The Young Victoria está dirigida a una audiencia bastante amplia en la que se incluyen personas con mayor o menor (des)conocimiento histórico-político. Así pues, para que un tema tan complejo como es la política llegue a toda la audiencia, ha de ser simplificada lo máximo posible. De esta forma, en este largometraje la política está representada de forma maniqueísta y muy polarizada, siendo los representantes de las dos principales corrientes Albert y el Vizconde de Melbourne. Albert es “el bueno”, su política consiste en construir viviendas para las clases sociales y los marginados. Por otro lado, el Vizconde de Melbourne es “el malo”, partidario del laissez faire, de la política de no intervención en las clases sociales más bajas. Este es el máximo reflejo político de la película, sin más matices ni ideologías. Victoria está de acuerdo con las políticas de Albert. No obstante, al estar embaucada por el Vizconde de Melbourne, no puede llevar a cabo estas ideas.
Precisamente, su manipulación sobre la reina llega a su punto álgido cuando, poco después, pierde las elecciones generales en Inglaterra. Su adversario político, Sir Robert Peel (Michael Maloney), se ve obligado a pedir la confianza de la reina para formar gobierno. Para ello, le ofrece integrar algunas damas de su favor en la corte de Victoria, a lo que la reina responde con su negativa.
Esto provoca una crisis de desgobierno y unos disturbios generalizados en Inglaterra. Debido a esto, la reina sufre un constante descrédito, siendo satirizada por los diarios nacionales, o siendo llamada en numerosas ocasiones Mrs. Melbourne (la señora de Melbourne). Esto constituye el momento epifánico del Bildungsroman, en el que el protagonista joven e inexperto se ve obligado a pasar por una experiencia dolorosa para poder integrarse y comprender el mundo adulto. Así, la experiencia dolorosa para Victoria es la humillación de su propia imagen. Por tanto, la solución que propone Victoria a esta crisis (tanto nacional como personal) es la de escribirle a Albert para contar con su apoyo en esta crisis y para que se case con ella. Esta crisis le ha servido a Victoria para darse cuenta de que desde el principio tuvo un apoyo sincero de un igual que en ningún momento mostró tendencia a aprovecharse de ella para su propio beneficio.
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El matrimonio de Victoria y Albert consigue ayudar a Victoria a resolver sus problemas estatales debido a que, entre otras cosas, el nuevo rey consorte consigue alejarla de las redes del Vizconde de Melbourne. Por tanto, su matrimonio consigue calmar las tempestades. No obstante, Victoria comienza a sentir que Albert empieza poco a poco a acaparar todas las tareas de palacio dejándola a ella en un segundo plano y, en un momento concreto, le recrimina su actitud argumentándole que “¡me tratas como a una mujer!” Tras esta pelea, la pareja de monarcas se mantiene distante hasta que, en una ocasión determinada en la que la reina salió de palacio, un espontáneo le dispara y, en el último momento, Albert consigue proteger a Victoria del balazo recibiéndolo él en su lugar. Esto serviría a Victoria como una segunda (y menor) epifanía que le haría recordar que Albert es un aliado para ella y no alguien que busca tomar el control sobre ella, como ya hicieron otros con anterioridad.
Tras la escena de Albert recibiendo el tiro, la película concluye con Victoria y Albert teniendo su primer hijo, y con unos datos político-biográficos sobre los años posteriores del reinado de Victoria. Entre ellos caben destacar que tuvieron descendientes en las grandes monarquías europeas, que llevaron a cabo reformas en educación, bienestar e industria, que apoyaron enormemente a las artes y las ciencias mediante la Great Exhibition y que Victoria ha sido la monarca inglesa que más años ha reinado en toda la historia, si bien actualmente ese mérito ya lo ostenta la actual monarca británica, Isabel II, que ha superado los 63 años de Victoria). Estos datos merecen un análisis particular, puesto que buscan contar los últimos años del reinado de Victoria muy brevemente a una audiencia no necesariamente especializada en la historia británica del siglo XIX. Todos estos comentarios finales son de carácter laudatorio hacia la figura de Victoria (y Albert), mostrándola como una monarca con una gran relevancia internacional a la par que interesada en la mejora de las condiciones de su propio país. No obstante, estos datos tienen una tendencia claramente positiva, dejando de lado los numerosos hechos negativos realizados por el Imperio Británico como su política colonial o sus numerosas guerras (algunas terminadas en derrota, como la guerra de los Boer).
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La imagen de la reina Victoria presente en esta película ha sido la de una reina humanizada, la de una persona que ha tenido una vida complicada llena de decisiones difíciles. Es una Victoria con la que el público puede empatizar fácilmente, ya que la gran mayoría habría tenido malas experiencias en el paso de la adolescencia al mundo adulto. La figura de Melbourne es significativa al ser un político capaz de engañar y embaucar a una persona. Destaco esta figura porque la política está muy presente en toda la historia contemporánea, y este tipo de político es una realidad muy común en el imaginario colectivo actual. Victoria ha cometido un error en el que cualquiera podría haber caído. Por tanto, la Victoria presente en esta película es la de una monarca cercana y accesible. Debido a esto, los datos ofrecidos al final de la película sirven para abordar la imagen positiva que se ha construido de la imagen de Victoria. Victoria no es simplemente una reina capaz de gobernar por sí misma, sino que su reinado ha significado una época de éxitos políticos que han de tenerse en cuenta.
También merece especial atención el carácter de Victoria en esta película. La reina es una persona con la que el espectador puede empatizar e identificarse, y para esto el director busca crear a una Victoria con un carácter fuerte y estoico, capaz de enfrentarse a situaciones adversas (con éxito o sin él). Añadido a esto, cabe destacar el episodio en el que grita a Albert: “¡Me tratas como a una mujer!”, Victoria es consciente de su propia condición de mujer en el siglo XIX gobernando en un mundo gobernado por hombres, y lucha porque eso no le afecte como monarca. Una mujer que no se subyuga ante el patriarcado es un elemento digno de alabanza en la sociedad del siglo XXI, aunque se haya representado avant la lettre.
A modo de conclusión, este biopic sobre Victoria nos presenta a la reina más humanizada, teniendo en cuenta que, al ser un icono lleno de bastante polémica en un siglo XXI destacado, entre otras cosas, por un fuerte revisionismo histórico. El hecho de que, aun teniendo estas variables en cuenta, Victoria haya sido presentada de forma tan positiva indica que el director y los productores ya tenían una predisposición positiva ante su figura (posiblemente por compartir un ambiente angloparlante), y el hecho de que esta imagen de la reina sea accesible a tantos espectadores indica que la reina Victoria mantendría una buena imagen de cara al futuro.
Otro aspecto destacable de este tipo de representación ha de comprobarse a lo largo de la representación de figuras reales de la talla de ésta. Anteriormente, este tipo de personajes se mostraban de forma severa y seria ante el público, siendo personajes que imponían autoridad a la gente. Victoria también fue mostrada de esta forma. No obstante, a lo largo del tiempo, lo autoritario ha ido dejando paso a lo más personal, a la cara más desconocida y humana de los líderes representados. The Young Victoria demuestra que la visión de un monarca o un líder político puede cambiar a lo largo del tiempo y, debido a que nunca podremos saber la verdad sobre su carácter, solo podremos aventurar la reconstrucción de perfiles extraídos de documentos históricos. Aun así, es curioso el hecho de que las representaciones sean reflejo de un momento histórico determinado y, no siendo ninguna de ellas “errónea”, pueden dar lugar a una multiplicidad de perspectivas sobre un mismo personaje.
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ISSN 1988-8848
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