DE DIOSES Y HOMBRES (X. Beauvois, 2010)
Of Gods and Men (X. Beauvois, 2010)
Dr. Francisco Salvador Ventura
Historiador del Cine
Granada
Recibido el 25 de Octubre de 2015
Aceptado el 26 de Noviembre de 2015
Resumen. Este excelente y premiado film francés se inspira en una historia real de secuestro y asesinato de varios monjes franceses en Argelia durante la guerra civil que sufrió este país a finales del siglo XX. En la reconstrucción libre de los acontecimientos no se quiere tomar partido, sino que se intenta subrayar el compromiso de unos hombres concretos, que, por sus creencias y su fraternidad con los habitantes de la zona, prefieren mantener su mensaje de paz en medio de un cruel conflicto.
Palabras clave. Cristianismo, Vida cotidiana, Monacato, Císter, Sacrificio, Paz, Argelia, Guerra civil argelina, Tibhirine, Christian de Chergé.
Abstract. This excellent and prize-winning French film is based on the true story of the kidnapping and murder of a group of French monks in Algeria during the Civil War at the end of the twentieth century. In this free reconstruction of the events the director does not want to take sides, but he tries to underline the compromise of some real men, that, for their beliefs and their fraternity, prefer to maintain their message of peace in the middle of a cruel conflict.
Keywords. Christianity, Daily Life, Monasticism, Cistercian, Sacrifice, Peace, Algeria, Algerian Civil War, Tibhirine, Christian de Chergé.
© Mars Films
En el año 2010 se estrenó en Francia una película que no se atenía demasiado a los patrones habituales de lo que el público acostumbra a ver en las pantallas. Se trata de un film en el que el tiempo transcurre con bastante parsimonia y envuelto en frecuentes momentos de silencio, los protagonistas son un grupo de monjes que pasan gran parte de su tiempo entre rezos y cantos, ningún personaje es destacado sobre el resto como sujeto admirable según la frecuentes fórmula tan común en el biopic, la clara disyuntiva entre buenos y malos tampoco aparece por parte alguna y, a pesar de todos estos infrecuentes ingredientes, la atención de los espectadores es rápidamente captada para alcanzar en varias secuencias altas cotas de manifiesta emotividad. Y estas impresiones no se producen de manera aislada en un sector reducido de personas especialmente predispuestas a algunos de los elementos antes señalados, sino que se consiguen de forma generalizada en la mayoría de quienes la presencian, algo a lo que sin duda contribuyen la sencillez y la rotundidad de las imágenes que se están contemplando. Aquello que logra conmover al público no es otra cosa que observar el grado de compromiso de unos hombres que, como resultado de sus creencias, desarrollan una labor asistencial insustituible con un grupo de personas que habitan en un territorio aislado, cuyas condiciones podrían empeorar como consecuencia de la difícil y comprometida situación que les sobreviene como consecuencia de un cruento conflicto bélico. El hecho de mantener esa actividad dentro de tales condiciones les lleva a una situación de peligro personal que les hace dudar por momentos de su continuidad en tales cometidos. La admiración surge al observar cómo el compromiso prevalece sobre las naturales ansias de supervivencia que conducirían a cualquier ser humano a actuar de otro modo.
La película está inspirada en una historia real sucedida en el monasterio cisterciense de Nôtre Dame de l’Atlas en Tibhirine, situado en las montañas del Atlas de Argelia, durante el período de guerra civil que tuvo lugar entre los años 1991 y 2002. Allí residía un grupo de monjes católicos de origen francés de los que siete fueron secuestrados en 1996 y posteriormente asesinados, si bien se ignoran los detalles concretos sobre cómo se produjo su muerte. Lo que sí se conoce con certeza es que la comunidad estaba formada por ocho monjes y que en la noche del 26 al 27 de Marzo de 1996, cuando se hallaba entre ellos un monje visitante procedente de Marruecos, un grupo armado secuestró a siete de ellos, que aparecieron asesinados dos meses más tarde. El caso sigue estando aún sin aclarar completamente y, por esa razón, está pendiente todavía de ser resuelto en la justicia francesa. Se conoce, pues, la identidad de los siete monjes asesinados y entre ellos destaca la figura de Christian De Chergé, personaje interpretado por el actor Lambert Wilson, quien cumplía las funciones de abad de la congregación desde 1984. Su notoriedad se origina a raíz de un hecho que tuvo lugar a escasos kilómetros del lugar donde se encontraba la comunidad a mediados de diciembre de 1993. Como se narra en el film, un comando armado había decapitado a doce trabajadores croatas. Poco después, durante la Navidad del mismo año, otro grupo armado se presentó en el monasterio para llevarse con ellos al monje-médico de la comunidad y los medicamentos de los que allí se disponía. Los asaltantes escucharon esta vez las razones esgrimidas por el abad, cuando les expuso que su labor resultaba esencial para atender las necesidades de la población vecina al monasterio, y partieron sin más consecuencias. Pero, como resultado de esta experiencia De Chergé decidió escribir un testamento premonitorio con el objetivo de ser leído si se diera el caso de en algún momento fuera una víctima en ese conflicto. Ahí quedaron expuestas las motivaciones por las que se decidió a no abandonar el lugar y su testimonio de “perdón” para su eventual asesino, en un conmovedor documento conocido como el Testament spirituel de Christian De Chergé. Son precisamente palabras pertenecientes a ese texto las que se van leyendo en los compases finales de la película.
© Mars Films
Para la génesis de este film, resultó vital el que previamente, en 2006, se hubiese elaborado un documental, justo una década después del asesinato. Fue realizado por Emmanuel Audrain y tenía por título Le Testament de Tibhirine. Después de haberlo conocido, el productor Étienne Comar se decidió a realizar una película sobre esta historia tan interesante y se puso de acuerdo con quien habría de ser su director Xavier Beauvois. Ambos fueron los responsables de un guión que tiene como motivo central la decisión de los monjes de permanecer en el monasterio a pesar de ser plenamente conscientes de los riesgos que en adelante correrían. Para la realización del film, la preparación de los actores fue concienzuda, de manera que, con el objeto de familiarizarse con el ambiente monástico, decidieron realizar una estancia previa de una semana en el monasterio cisterciense de Nôtre-Dame de Tamié, en las proximidades de los Alpes franceses, lugar donde practicaron el canto gregoriano y los cantos litúrgicos. Durante el proceso de filmación se contó igualmente con la importante colaboración de Henry Quinson, quien había sido autor y traductor de varias publicaciones sobre los monjes de Tibhirine, haciendo las veces de una especie de consejero monástico. Sus orientaciones se aplicaron no sólo en distintos aspectos propios del guión, sino también en otros muchos relacionados con la decoración, los cánticos y cuestiones de variada índole. De gran interés para su realización, resultó la anterior presentación del guión a los familiares de los frailes desaparecidos, así como a los miembros de la Abadía de Nôtre-Dame de Tamié. Para llevar a cabo la filmación, no se encontraron las condiciones de seguridad suficientes en territorio argelino, por lo que se adoptó la decisión de grabar en el vecino país de Marruecos, tomando como localización otro monasterio benedictino, el cenobio de Tioumliline, que estaba situado en un emplazamiento montañoso de similares características al original.
Como se ha comentado anteriormente, la película está inspirada en unos hechos bastante bien conocidos y, por tanto, su interés no se orienta hacia la elaboración de una reconstrucción pormenorizada de lo allí ocurrido. Más allá de ello, aquello por lo sí se decanta con claridad es por mostrar las razones por las que este grupo decidió finalmente permanecer en medio de una situación peligrosa, en la que eran más que justificados los temores de un final desgraciado. El visionado del film aleja toda duda de que con él se tuviesen pretensiones de otra índole. En absoluto, existe interés por mostrar cómo se produjo el asesinato, cuyas circunstancias concretas aún hoy día se desconocen. Tampoco se aspira a realizar hipótesis o elucubraciones en este sentido, ni siquiera a apuntar responsabilidades más allá de la inmediatez de los acontecimientos. Es más, los miembros de la comunidad monástica muestran una justificada desconfianza a los dos bandos en conflicto. Eso sí, el ambiente de inseguridad y de riesgo manifiesto de la guerra civil se encuentra latente a lo largo de todo el film, pero el relato fílmico no quiere valerse del pretexto del asesinato para hacer un análisis de la guerra civil argelina. No es eso.
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El fluir de la película muestra sin disimulo la vida cotidiana de este grupo de monjes, sin hay alardes técnicos, ni grandes efectos, sino poniendo el foco sobre el lento transcurrir de la vida cotidiana de una comunidad monástica en medio de las montañas del Atlas. Sus ocupaciones diarias son las propias de una comunidad benedictina y giran en torno a la oración y al trabajo. Entre ellas resultan de especial relevancia las atenciones a la población circundante, en particular las ofrecidas por el hermano Luc (Michael Lonsdale), cuya formación en medicina le posibilita prestar los cuidados propios de un dispensario médico, a pesar de su avanzada edad. Así pues, los ejes de su vida cotidiana son de un lado, la liturgia vivida en común por los miembros de este grupo y, de otro, las actividades fraternales destinadas a una población circundante, que le muestra su temor por el seguro desamparo en el que quedarían, si tomaran la decisión de retirarse después del recrudecimiento de la guerra civil. Llegada la situación a estos términos, el gobierno argelino les ofrece protección, pero ellos la rechazan, para con ello dar testimonio de la ausencia de preferencia hacia alguno de los dos bandos contendientes. Los monjes pretenden seguir con sus dos frentes antes señalados: su vida en comunidad y su labor asistencial. Con ello, el peligro resulta más que manifiesto. En cualquier momento se podría desatar la tragedia. Esa es la razón por la que el abad propone a la comunidad una reflexión conjunta acerca de las dos posibilidades existentes: la de desplazarse la comunidad buscando un lugar seguro, o bien la de permanecer en ese mismo monasterio. El dilema ante el que se sitúan tiene las características de una auténtica batalla que ha de librarse en una dimensión puramente individual e interior. Pueden elegir la sensatez que marcaría el más elemental sentido de la supervivencia hacia la retirada a un lugar sin riesgos. Pueden, si no, quedarse para continuar pacíficamente con sus tareas habituales, a sabiendas de que ello les puede costar la vida. Al inicio, los apoyos a una u otra opción están igualados, pero tras un periodo de reflexión, la votación es unánime en sentido favorable a la permanencia.
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La notoriedad de los protagonistas de este film radica precisamente en su condición de antihéroes. No pretenden convertirse en modelos de nada ante nadie, aspiran a vivir sus convicciones incluso en circunstancias arriesgadas. Por esa razón, su representación fílmica no se necesita de grandes despliegues de medios técnicos. Al contrario, serán la sobriedad y la austeridad las que presidan todo el desarrollo de las secuencias. La propia puesta en escena, en consonancia con el ambiente del monasterio, está marcada continuamente por la sencillez. El silencio preside la mayor parte de las secuencias, contando tan sólo en algunos momentos con los sonidos de las propias actividades del entorno. A tal sobriedad contribuye sensiblemente la música del film, que está conformada en su casi totalidad por los cantos de los propios monjes. Además de los rezos realizados en conjunto, las piezas cantadas son un total de siete y se corresponden con cantos litúrgicos, en concreto, salmos y cantos polifónicos, propios de la orden cisterciense. Al mismo tiempo, el cuidado por los detalles mínimos se percibe en todo momento. La cámara no muestra especial interés en mostrar primeros planos de alguno de los monjes, a excepción de los momentos en los que la comunidad se encuentra reunida en torno a la mesa y se muestra el rostro de quien interviene en cada ocasión. Podría también decirse que se produce un constante diálogo entre escenas de interior y exterior, haciendo patente esa doble dimensión de la vida monástica, entre la liturgia diaria desarrollada dentro del recinto monástico y la actividad de trabajo y asistencia ejercida fuera de los muros del cenobio.
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Sin embargo, un salto cualitativo se aprecia en el momento que podría considerarse el clímax del film. Una vez que ya se han decantado todos por quedarse, parecen intuir la proximidad de los momentos trágicos y se disponen a comer juntos en un trasunto de la que fue en su momento la Última Cena. De hecho, es el momento que precede a la noche del secuestro. La secuencia toma la forma de un prolongado plano en el que la cámara va recorriendo la mesa de un extremo al otro. Ahora sí, ahora se muestran con detalle los rostros en primer plano de cada uno de los participantes, con una alta carga de expresividad que va in crescendo conforme las primeras tomas presentan las caras completas, para detenerse después con detalle en la franja entre los ojos y la boca, llegando más tarde a circunscribirse únicamente en los ojos, siendo el último el propio Christian De Chergé, que finaliza la secuencia dirigiendo su mirada directamente al espectador. Durante esos momentos siguen siendo una comunidad, pero al mismo tiempo es un grupo formado por individuos distintos, que uno a uno ha optado, a causa de las razones que fueren, por continuar con su compromiso. La expresión de los rostros resulta definitiva, la elocuencia de sus gestos hace innecesario cualquier diálogo. A ello contribuye sin duda el que estos minutos estén presididos por una música perteneciente al Lago de los cisnes de Tchaikovsky, en concreto al momento en el que el príncipe pide perdón a una Odette que muere en sus brazos. Esta secuencia despierta una fuerte emoción entre los espectadores, porque los rostros de todos ellos transmiten más intensidad que cualquier mensaje pronunciado con palabras. Se sabe sobradamente que el fin está cercano y se asume a conciencia tal realidad.
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Por lo que se viene exponiendo, el objetivo que perseguían los responsables de este film no era una reconstrucción lo más aproximada posible de los hechos vinculados con esta comunidad monástica franco-argelina, ni mucho menos entrar en polémica apuntando con el dedo a los responsables de esta tragedia. Más allá, querían dirigir la atención sobre la actitud valerosa y comprometida de estos individuos y parece que lo consiguieron, si se atiende a la valoración que sobre el film realiza uno de los dos supervivientes, Jean-Pierre Schumacher. En una entrevista que se publica en el magazine de Le Figaro del 5 de Febrero de 2011, afirma que: J'ai été ému de revoir les choses que nous avons vécues ensemble. Mais j'ai surtout ressenti une sorte de plénitude, aucune tristesse. J'ai trouvé le film très beau parce que son message est tellement vrai, même si la réalisation n'est pas toujours exacte par rapport à ce qui s'est passé. Mais cela n'a pas d'importance. L'essentiel, c'est le message.
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Ya se ha mencionado que el final del film presenta la rotundidad del asesinato sin mostrarlo en imágenes. Se observa al grupo de monjes ancianos en su mayoría internarse hacia el interior de las montañas del Atlas, sufriendo las inclemencias del mal tiempo y de la nieve. El grupo avanza penosamente, sobre todo los monjes de mayor edad, hasta desdibujarse sus perfiles en medio de una especie de neblina producida por la nevada. La rotundidad de la sencillez con la que se cierra la película está en completa consonancia con el resto de un film que provocó una auténtica sorpresa en el panorama fílmico francés de ese tiempo y, podría decirse también, que algo similar ocurrió en el ámbito internacional. La película obtuvo una amplia cosecha de premios no sólo dentro del ámbito galo. Para empezar consiguió el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, amén de otros galardones en festivales europeos y norteamericanos. Pero el reconocimiento no se mantuvo sólo en los certámenes y entre los críticos cinematográficos, sino que el público también la premió ampliamente a juzgar por los resultados alcanzados en países muy distintos.
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A veces se puede perder de vista que la Historia está conformada por la práctica cotidiana desarrollada por multitud de personas que, más allá de gestos grandilocuentes y hazañas destacadas, afrontan su día a día ni más ni menos que con las herramientas, a veces duras de mantener, que les proporcionan sus convicciones. Y episodios como el que le ocurrió a este grupo de hombres comprometidos con sus ideas y con la lealtad hacia quienes les necesitaban, quizá no figuren dentro de los libros de Historia con mayúscula, pero merced a este relato fílmico tienen la capacidad de emocionarnos y de dejar en nosotros una impronta indeleble, que va más allá del necesario conocimiento de hechos cercanos a nuestro tiempo, para influir en nuestra relación con el mundo que nos circunda. Y nada hay más proprio de la Historia que su capacidad de enriquecernos para que convivamos mejor en y con nuestro presente.
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BibliografÍa
GUÉNOIS, J.M., “Le dernier moine de Tibhirine témoigne”, Le Figaro Magazine 20687, 5-février-2011. http://www.lefigaro.fr/actualite-france/2011/02/05/01016-20110205ARTFIG00005-le-dernier-moine-de-tibhirine-temoigne.php
HENNING, C., Christian De Chergé, moine de Tibhirine, Paris, Éditions Médiaspaul, 2014.
KISER, J., Passion pour l'Algérie: les moines de Tibhirine, Nouvelle Cité, Bruyères-le-Châtel, 2006.
QUINSON, H., Secret des hommes, secret des dieux: l'aventure humaine et spirituelle du film Des hommes et des dieux, Paris, Presses de la Renaissance, 2011.
SÉVILLIA, J. et BUISSON, J.C., “Porquoi ces moines bouleversent la France”, Le Figaro Magazine 20593, 16-octobre-2010.
http://www.lefigaro.fr/cinema/2010/10/16/03002-20101016ARTFIG00006-pourquoi-ces-moines-bouleversent-la-france.php
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