CUANDO LA LUNA DE OTOÑO SURGE....

When the Harvest Moon rises...

Lcda. Mercedes Iáñez Ortega

Historiadora del Arte
Granada

Recibido el 1 de Junio de 2010
Aceptado el 6 de Julio de 2010

 

Resumen. Cuando uno de los grandes del cine nos deja es inevitable que aparezcan muchos artículos en su honor y memoria. Cuando además se trata de alguien tan especial, es lógico que sus fans de toda la vida queramos aportar algo a este legado. El mayor representante del fantaterror español, Jacinto Molina, o Paul Naschy, como se prefiera y según la ocasión, se fue dejándonos una obra cinematográfica que merece una sincera reflexión.
Palabras clave. Paul Naschy, Jacinto Molina, Waldemar Daninsky, terror español, películas de miedo, fantaterror, hombre lobo.

Abstract. When a great actor dies, many books and articles are written in his honour and in his memory. When that great actor is so special, it seems natural that one of his fans, like the author of the paper, want to contribute in some way to his remembrance. Paul Naschy (a.k.a. Jacinto Molina), recently deceased, was the biggest Spanish actor of horror and fantastic films .His his career and cinematographic legacy deserves deep discussion and much research.
Keywords. Paul Naschy, Jacinto Molina, Waldemar Daninsky, Spanish horror, horror film, fantastic cinema, werewolf.

 

 

El pasado otoño, en una de sus crecidas, la luna decidió llevarse a uno de sus mayores enamorados. Bueno, en realidad fue el cáncer, algo más real y menos poético, quien venció a Jacinto Molina y con él  se llevó a Paul Naschy. Le conocí hace unos 26 años, un viernes por la noche, cuando me quedaba viendo películas en la tele a escondidas de mis padres. Además de los ciclos de La 2, recuerdo a mis tíos grabándome en Beta las de Disney (esas en la cinta oficial) y a escondidas “las otras”: Alien, El exorcista, El Ente... y, de vez en cuando, entre unos y otros, caía alguna española. Y Naschy no me daba miedo; me resultaba hipnótico y cercano, e incluso a veces me hacía reír.

A mis hermanos, amigos no iniciados y parejas eventuales, les he intentado inculcar la pasión por el género oscuro, con más o menos éxito según cada caso. Pero la reacción con Naschy llama la atención, ya que lo primero que me pregunta todo el mundo es “¿de cuándo es esto?”. Le suelen seguir varios comentarios con términos tan científicos y exactos como “rancia” o “ñoña”, pero nadie aparta sus ojos de la pantalla. Es como si sus películas tuvieran un aura de antigüedad y magia. Cierto que cuando las veo hoy, no puedo evitar pensar que me estoy haciendo mayor, pero ese afán no se pierde, sino que crece y se desarrolla con la experiencia. Eso es lo que veremos en la obra de Naschy: crecimiento y desarrollo sin perder un ápice de pasión y entrega.

Para Jacinto Molina hubo dos películas clave de la infancia que condicionarían su imaginario: Blancanieves de Disney y Frankenstein meet the wolf man de la Universal. Cuando supe esto me sentí totalmente identificada y comprendí aún más de donde venía su visión del género.

Ante todo ha sido un hombre creativo, versátil e inquieto, que siente pasión por el dibujo, el deporte de competición, lo fantástico y bizarro, y sobre todo por el cine. Aventurero, arriesgado, soñador, ilusionista e ilusionado. En su afán por conocer el universo fantástico que le apasiona, a lo largo de su carrera llega a asistir a sesiones de espiritismo, contactar con verdaderos personajes del terror en la vida real, rodar en auténticos tanatorios y con “extras” de cuerpo presente; psicofonías, ufología,... todo un universo del cual se terminó por convertir en maestro.

Los traumas y conflictos de la infancia también se reflejarán en su filmografía, tanto en lo fantástico-terrorífico como en la vertiente más realista, donde el hombre se convierte en monstruo, en falso y traicionero, y la religión una caja de mentiras encubiertas y falsas morales. Un “liberal de derechas”. Un niño de gran imaginación en el cuerpo de un adulto, que maduró sin dejar de soñar.

Jacinto Molina

No vamos a detenernos demasiado en su biografía (1), ya que proliferan los textos donde se trata el tema con mayor profundidad; solo vamos a resaltar ciertos aspectos que se ven reflejados en su obra. Por ejemplo, su infancia acomodada en un momento en que no todo el mundo puede decir lo mismo; ello le da un carácter despreocupado con su contexto; le dará fuerzas para creer en sí mismo y dedicarse a algo por placer.


Jacinto Molina en competición. (proyectonaschy.wordpress.com).

El deporte a niveles competitivos nos habla de su afán de superación; obtuvo su primer título de campeón de España en 1958. Fue dibujante, entre otras cosas, de carátulas de discos con Black Snake. Escritor de historias llamándose Jack Mills. Un poco juerguista, feliz de haberse conocido, un poco Don Juan. También, por envidias y prejuicios de gente cercana, se verá coartado en ciertos momentos (y habrá quien no le tome en serio).

En contacto con Samuel Bronston comienza como extra tras un “casting de músculos” apareciendo en Rey de Reyes o 55 días en Pekín con varios mini-papeles. En su introducción al cine trabaja como figurante, extra, decorador, haciendo fondos,  ayudante de realización... termina por ser un chico para todo, aumentando progresivamente y por experiencia directa sus conocimientos sobre cinematografía. En ello ayudaron los contactos familiares y su educación, sí, pero sobre todo su personalidad. Su primer papel más o menos relevante viene con Eguiluz en Agonizando en el crimen en 1966, bajo el pseudónimo de David Molva.

Se inicia su andadura como guionista y “creador de historias” para distintos directores. Ya antes, en 1965, había comenzado a escribir el guión de “licántropo” sobre la historia de Huidobro (el hombre lobo asturiano de toda la vida) si bien esto es en este momento solo un sueño, un proyecto que no se sabe si funcionaría....

Aparece NASCHY

En 1968 llega La Marca del hombre lobo, y con ella PAUL NASCHY como pseudónimo de Molina en su faceta como actor. Tras crear un libreto con muchas posibilidades, por esas vueltas del destino que tan sabiamente actúan, no se encuentra un actor con al magnetismo que el personaje principal requiere y será el propio Molina quien le de vida, ya no solo en papel sino también en pantalla. No habría nadie mejor, ciertamente.

El nombre de Naschy se supone a una exigencia de la productora alemana Atlas completando las exigencias referidas a la adaptación del guión original, para mejorar las posibilidades de ventas. Como todos sabemos, este nombre viene de unos de sus competidores en halterofilia, Nagy (“Paul” por el Papa Pablo VI), al igual que ocurre con el personaje principal WALDEMAR DANINSKY de supuesto origen polaco.

Mucho se ha hablado de la imposibilidad de hacer esta película en España por motivos moralistas y de censura, pero no olvidemos lo que estaba ocurriendo en Inglaterra e Italia: la Hammer y el incipiente Giallo copaban un mercado que, de por sí, no gozaba de buena distribución. Fue rodada por Eguiluz en tres dimensiones originalmente, en un contexto en que para el cine español supone el renacer del género fantástico y terrorífico. En España se estrena con miedo y sin 3D, pero el éxito abre las puertas al mito aquí y en el extranjero (2).

La mayor parte de los estudiosos sobre el tema consideran este el inicio de una nueva mitología y de la Edad de Oro del fantaterror español. Aquel libreto del 65 sobre el licántropo asturiano ha cambiado mucho, pero el resultado es un producto único, lleno de referencias e influencias, pero de nueva factura.

El Daninsky de Naschy aporta al hombre lobo dimensiones no explotadas por el Talbot de Chaney. No solo rompe los esquemas físicamente, con  un prototipo más verraco e ibérico, lo cual lo hace más salvaje, sino que también radicaliza las personalidades que conviven en un mismo cuerpo llegando a ser opuestas. Aunque Chaney fuera su referencia de la infancia, el filtro de su mente ha dado lugar a un nuevo espécimen.

Se ha abierto la caja de Pandora, o mejor dicho, la de la creatividad de Molina. La luna llena (y las exigencias del guión) le han transformado en Naschy y ya lleva la marca del pentágono en el pecho, directamente en el corazón.

Poco después comienza Las noches del hombre lobo, creada para René Govar, pero de ella, que quedó sin terminar, solo han llegado pocas fotos y referencias difusas del propio Naschy en sus memorias y entrevistas. Fue el primer intento y, aunque no llegó a buen puerto, le motivó aún más para seguir por el sendero del fantaterror de su propia cosecha.

Las horas altas...

Los monstruos del terror, dirigida por Hugo Fregonese, supone la primera liberación del imaginario de Naschy en 1970/1 y de lo que hoy denominaríamos exploitation a la española (algo que la Hammer ya nos había enseñado con creces): alienígenas, monstruos tradicionales y ambiente plenamente setentero. Un Daninsky más héroe que villano, que enamora a cualquiera incluso de fuera del planeta, y una frase final demoledora: “Mientras en la tierra haya hombres capaces de sacrificarse por los demás, nadie podrá destruirnos”.

Le sigue La furia del hombre lobo, que resulta un fiasco técnico, pero contiene todo el espíritu naschyano. Naschy es ahora el creador de una iconografía y filosofía fílmica. El chico para todo comienza a demostrar lo aprendido controlando hasta el más mínimo detalle de la que ya considera SU obra (aunque recordemos que aún no la dirige). En toda su primera etapa (por no decir prácticamente en el total de su legado) las precariedades técnicas y presupuestarias aportarán limitaciones (no tanto a su creatividad sino al modo de llevar a cavo las ideas) que dotan de  un carácter aún más romántico a sus películas. Los fallos de raccord, el sonido desfasado, los montajes excesivamente rápidos, los cortes demasiado marcados (y no solo entre escenas) ... han aportado sin querer cierto sabor a su filmografía.

Pero ese mismo año crea La noche de Walpurgis aportando una de las mayores joyas de su carrera en colaboración del director León Klimovsky, consiguiendo no solo batir las expectativas en taquilla sino la consagración total por los seguidores del género. Será un equipo muy celebrado y fructífero. En Inglaterra rodarán juntos Jack, el destripador de Londres, en una versión setentera muy original en su planteamiento, y  El Dr.Jeckill y el hombre lobo en tributo total a las fantasías más tradicionales y literarias.


La Noche de Walpurgis (historico.portalmix.com).

En 1972 el terror español comienza a ser reconocido internacionalmente y a dar frutos comerciales, pero como sigue sin ser tomado en serio por los estamentos oficiales se le permiten ciertas licencias (digamos una censura relajada); aún así, para temas como el sexo se creaban dobles versiones, o para temas nacionales se ubicaban las historias en otros países. Se crea la primera productora española (aunque con inversiones holandesas) especializada en lo fantástico: Profilmes; y con ella tres factores decisivos: un nuevo encargo para Naschy, El espanto surge de la tumba, una nueva alianza con Carlos Aured en la dirección y uno de los personajes más míticos del fantaterror español: Alaric de Marnac.

A lo largo de su obra en lo siguientes años, los personajes de Naschy se multiplican bajo varios directores, entre otras El gran amor del Conde Drácula, con una visión romántica que antecede la visión de Coppola, y una estética muy heredera de La Hammer; El jorobado de la Morgue, La rebelión de las muertas,(con doble papel como los hermanos  Krisna y Kantaka), La venganza de la momia, (también con papel doble como momia  y su esbirro humano)...; thrillers (dignos del giallo) como Los ojos azules al muñeca rota o Una libélula para cada muerto. Todo ello sin dejar a su licántropo alter-ego en El retorno de Walpurgis y a su Alaric en El mariscal del infierno, donde no hay terror sino fantasía épico-ibérica.

Todos ellos sacados de su cabeza como fruto de arduos trabajos de investigación y documentación, pero también de grandes dosis de imaginación bien combinadas con el respeto a las normas clásicas del género. Lo mejor de Naschy es que se crea los personajes, los dota de personalidad propia; pero no nos equivoquemos, porque Jacinto Molina no se los cree, se mantiene con los pies en la tierra, con su familia y negocios cinematográficos.

Con Exorcismo obtuvo un éxito a todos los niveles que le llevó a competir con El exorcista de Friedkin (1973) en los estrenos en pantallas españolas y a conseguir una difusión internacional extra. Gran ironía el que hoy en día no se pueda conseguir fácilmente, o que sean muy pocos los que la mencionen al hablar de este tipo de películas.Para cerrar con Profilmes el género fantástico (la productora quiere abrirse a otros géneros) se retoma a Waldemar y surge La maldición de la bestia, con una de sus entregas más interesantes y llamativas, ya que no solo da una nueva explicación al origen del mito sino que lo termina por enfrentar al Hombre de las Nieves, parece encontrarle remedio a la maldición, y al tiempo da a Vandesa otro aire (ahora más humano) y otra iconografía.

Pero ni Naschy ni Molina quieren dejar el tema, y deciden desdoblar sus personalidades de forma perpetua: Molina dirigirá y Naschy actuará, quedando todo bajo el poder de un único ente creador, ya de forma definitiva.

Pero ahora que tiene el control total, el cine le demanda que no se encasille, que se abra a otros mundos (gran ironía, cuando ello le había hecho separarse de Profilmes). Tras Muerte de un quinqui, donde había aparecido de secundario, comienza el despertar del su cine político y social: Comando Txiria, El Franco-tirador, y Operación Ogro, tocaron las narices a mucha gente que pensó que España no estaba preparada para tocar ciertos temas de forma tan explícita, acusándole de sensacionalista. Igualmente le pasó con el tema de la homosexualidad con El transexual, con enorme polémica. Mucho se ha dicho (siempre a posteriori) de lo dura que fue la crítica con Naschy por este tipo de películas, pero a día de hoy y viendo el total de su obra me atrevo a pensar que Molina sólo quería llamar la atención, crear polémica, captar las miradas y no revindicar nada en concreto más allá de su poder de creación cinematográfica; si estaba comprometido con una causa era la de crear películas que no pasasen inadvertidas y que emocionaran al público. Decir que Naschy quería llamar la atención no es ridículo ni ofensivo, ya que como buen creador, escandalizar era parte de su oficio, y demostró mucho valor. Ello le aportó no pocos enemigos, pero ya se sabe que lo que importa es que hablen de ti, aunque sea mal.

Introducido en la España más negra y convulsiva, en 1977 se lanza con El huerto del francés, donde vuelve al terror pero de un modo más moderno, directo, alejado de la fantasía ancestral e inmerso en los miedos actuales y cotidianos. Crímenes reales llevados a la gran pantalla... Si quería llamar la atención, ahora lo había conseguido totalmente, y había metido el dedo en la llaga para no caerle bien a nadie con poder en el país. Sin embargo, la crítica (puede que por influjo del espectador) fue capaz de valorar cierta “calidad” y no ha resultado tan dilapidada como otras de sus obras dentro de la historia del cine español.

Con Madrid al desnudo cierra esta etapa “políticamente incorrecta” y termina de palearse con todo un país, con un reparto de lujo parodiando los entresijos de la sociedad que le rodea. Tras criticar al Madrid de finales de los 70, se pasa a una reflexión retrospectiva y crítica sobre la España más “ibérica” donde retoma lo fantástico sin dejar la carga moralista en El Caminante, donde el hombre es el diablo y al mismo tiempo peor que él mismo, con Horus Films.

Simultáneamente, tras realizar Los Cántabros, película de corte histórico al estilo más tradicional (donde resulta inevitable oír ecos de Manowar resonar en la cabeza al ver a Corocota), se pone en contacto con los japoneses para crear una serie de documentales sobre la historia de España (o al menos de las partes que ellos consideraban interesantes....). Ello que le permite hacer de Hernán Cortés, El Cid o Napoleón, y después tres documentales más  sobre  el Museo del Prado, el Monasterio del Escorial y las cuevas de Altamira y la prehistoria en Cantabria. Pero lo más interesante de su alianza con Japón serán dos filmes antológicos que vuelven al fantaterror más naschyano: El Carnaval de las bestias y El retorno del Hombre Lobo.  El éxito tras nuestras fronteras era enorme, llegando a participar en varios seriales y programas de la televisión nipona.


El Caminante (www.fotogramas.es).

De esta alianza y su éxito internacional surgirá La bestia y la espada Mágica en colaboración de Acónito Films y Amichi Films, otra indispensable en la filmografía de Naschy. El gran esfuerzo mostrado para conectar en el argumento a Daninsky con el Lejano Oriente da sus frutos ya desde la introducción, que podría funcionar como precuela independiente.  En la etapa asiática su iconografía se enriquece sin perder su esencia, como recordamos de la famosa escena contra el tigre de Bengala. Resulta interesante verle atravesar una ventana de papel en vez de una de cristal.

La horas bajas...

Estamos en los ochenta. En España parecía haber perdido la credibilidad  ante sus compañeros de profesión, realizando solo apariciones puntuales en La isla de los monstruos con Peter Cushing (también de capa caída en el entorno que le había visto triunfar) o Buenas noches, señor  monstruo con el grupo Regaliz. Hacía ya unos años que los ingresos y ofertas interesantes solo venían del extranjero. Naschy comenzaba a ser tachado de repetitivo, anclado en una visión del género que comenzaba a caducar; el hombre lobo ya no daba miedo, y menos con medios técnicos y efectos especiales tan rudimentarios. Hoy, mirando atrás, vemos lo muy equivocada que era esta actitud.

Creó su propia productora Acónito Films con los pocos buenos amigos del medio que le quedaban, para rodar Latidos de pánico. Aquí comienza a alternar el terror realista y homicida con lo sobrenatural, en un juego que el espectador sigue sin problemas por lo claro de su argumento y el estilo sencillo de la narrativa de Naschy.

Su vertiente más personal aflora también en el cine no perteneciente al fantástico terrorífico. El último kamikace le permite realizar su sueño de rodar en Egipto, lo cual en el terreno personal se termina convirtiendo en una pesadilla. Con Mi amigo el vagabundo explota el lado más sensible, quedando como sincero homenaje a su padre recientemente fallecido, siendo interpretado por su hijo Sergio. Con Operación Mantis consigue el fracaso económico total, hasta el punto de tener que vender los derechos de muchas de sus películas y caer en la depresión.

En 1986, tras la colaboración sin demasiada repercusión en varios cortometrajes con el grupo La Cuadrilla, se arriesga con El aullido del diablo. Esta película resulta indispensable para conocer la evolución del imaginario de Naschy y los sentimientos de Molina hacia su entorno. Los reflejos de la realidad cotidiana que le rodea se funden con la mayor antología de personajes de su carrera, que aparecen justificados por la imaginación de un niño (su hijo, para más carga emocional). Se trata de un psyco-thriller con final fantasmagórico que anima a emplear el término Freaky-coctail, el grado inmediatamente superior a lo que antes denominamos exploitation. Como en Latidos de pánico (a la cual hace referencia directa, mostrando incluso imágenes de la misma) combina lo fantasmal y demoníaco con el lado más oscuro y perverso del ser humano real.

Con Claqueta S. L. rueda La noche del ejecutor, que no tiene absolutamente nada  que envidiar a ninguna de las venganzas talionistas hollywoodenses, con una violencia inusitada y momentos de total reprimenda a la sociedad que rodea a Naschy y que no comprende. Con un inicio  brutal, consigue mantener la tensión durante todo el film y, si bien el espectador sabe en todo momento lo que va a pasar, ello no hace que deje de empatizar y desearlo. ¿De verdad estamos en un periodo de inflexión en la obra de Naschy?... Todos sus cronistas así lo afirman y él mismo recuerda este periodo con cierto resentimiento, pero su capacidad creativa y su pasión en el trabajo no demuestran lo mismo. La justificación a esto viene del siguiente ejemplo.

Con una fe admirable, se arriesga con Licántropo, el asesino de la luna llena, devolviéndonos a Waldemar. Se coincide generalmente en señalar el hecho de que aparezcan Nazis como algo significativo y propio de la creatividad interior de Naschy, pero a mí se me antoja más interesante lo ocurrido en las últimas películas mencionadas: por un lado, los quinquis y jóvenes descarriados como verdaderos malvados a los que se debe ajusticiar; y por otro, la maldad humana como verdadero monstruo encubierto, que nos lleva de lo fantástico a lo psicológico más perverso.

Recordemos que poco antes aparecía Wolf (Mike Nichols, 1994). Si bien supera con creces la factura y medios técnicos de Licántropo (comparada con la de Naschy, ésta parece de otra época muy anterior), carece del encanto y misticismo que normalmente se asocia al tema... sin desmerecer la versión de Jack Nicholson. Las comparaciones son odiosas, pero ahora se comprende un poco mejor que el terror español en estos momentos no tuviera opciones contra las producciones americanas del género cargadas de efectos y con una estética totalmente diferente (otro universo).


Cartel de Licántropo (www.abandomoviez.com).

De los noventa hemos de destacar un hecho increíble: mientras en el extranjero ya se le valoraba cono gran mito del terror, en esta tierra se le relegaba a pequeños papeles y apariciones puntuales. Cameos, colaboraciones, pero de lo que por mi parte he podido conocer hasta el momento nada que demostrase su talento ni que retome su espíritu.

He de mencionar una anécdota: el comentario que me hizo mi madre cuando ella estaba viendo la televisión y me llamó “!Nena, ven corriendo, que está saliendo tu Hombre Lobo...!”; ella estaba viendo la serie Querido maestro, y mi sensación fue un poco de tristeza y ternura, y la inevitable pregunta “¿por qué ya no hace películas como antes?”.

La vuelta al ruedo

En el 2000 el Festival de Estepona en su primera edición, del cual fue uno de los responsables, le rinde el primer homenaje en condiciones desde hace muchos años en nuestro país. En el extranjero ya se le había reconocido, pero es con este gesto cuando España parece reaccionar ante el fenómeno Naschy y su real envergadura. Es cierto que algún premio (o intención de ello) ya había caído, pero probablemente si fuera de nuestras fronteras no se le hubiera valorado de ese modo, aquí no se le habría tenido en cuenta hasta mucho después. También hemos de recordar que muchos de los que hoy nos dedicamos a esto, fue con el nuevo siglo cuando comenzamos a alzar nuestras voces, coincidiendo con la nueva generación de directores y guionistas que relanzaron el terror español.

En la llegada del “screamy” a España era inevitable que Naschy metiera mano de algún modo, y será Carlos Gil quien abra la puerta con School killer, en 2001: la película en sí no tiene mucho que destacar, salvo la aparición de Naschy en un nuevo contexto en el que se integra directamente. Después llegarán El lado oscuro de Berriatúa y Mucha sangre de Pepe de las Heras, demostrando que la “serie B conceptual” no sólo existe sino que tiene a bien honrar a sus maestros e influencias.De las colaboraciones surgidas de sus continuas visitas a EEUU. para recibir numerosos premios y homenajes, surgen dos películas que no le harían sentir muy orgulloso pero que hemos de mencionar por obligación: The unliving (también conocida como Tomb of the werewoolf) y Countess Dracula´s Orgy of blood. Resulta chocante ver a un Naschy tan entregado en su interpretación en filmes de tan poca calidad artística, rozando casi la parodia, si no entendemos como funcionan las series B y S en territorio yanki.

Al margen de otros proyectos con mayor o menor éxito, Naschy llega por fin al teatro, paso inevitable en su carrera, con Las mujeres fragantes y La danza de la muerte. De estos momentos lo más interesante es Rojo sangre, que por muchos fue tomada como una venganza de Naschy contra la Academia y demás estamentos que le habían ignorado, pero es más bien el legado total de lo que él quería hacer en este cine, sin desmerecer Rotttweiler, ya en 2004, donde Naschy trabaja con Bryan Yuzna y Filmax (a través de la FF).


Rojo Sangre (historico.portalmix.com).

Inevitable resultaba que Naschy apareciera por el ciberespacio. Recientemente y con motivo de su fallecimiento las menciones y entradas se han disparado (somos así de necios en general); pero hay dos referencias que demostraron la cantidad de seguidores y el cariño de estos hacia el fenómeno Naschy. La primera en aparecer fue THE MARK OF NASCHY(3), obviamente no española, y que resultó de gran ayuda para los que quisimos localizar todo películas y materiales que se encontraban fuera del los circuitos habituales de distribución. A día de hoy, sigue siendo de las más completas, ideal para localizar merchandising especializado. La primera aportación española de importancia al ciberespacio fue el blog UN FAN DE NASCHY(4) que se mantiene y crece desde finales de 2007, si bien ya comentábamos que hoy se multiplican.

En 2007 comienza el proyecto “definitivo” con su archiconocido Carlos Aured, lo cual de por sí ya resultaba bastante atractivo para los seguidores, con el primer título de Las gaviotas. A la salida (ni gratuita ni agradable) de Aured de este proyecto, cambió su título por el que hoy día quedará para la historia del cine de terror español: Empusa. Los problemas y la posterior muerte del que iba a ser el director originalmente comienzan a fraguar la leyenda que acompañará a esta película, a fecha actual sin estrenar (aunque todos deseamos llegar a ello).


Presentación de Un fan de Paul Naschy (unfandepaulnaschy.blogcindario.com).

Mientras tanto, Naschy trabajaba en el que sería su primer proyecto de animación, El apóstol, y la que será su última aparición en las pantallas, La herencia Valdemar, ambas del 2009. Cuando a principios de este año vi esta película no pude evitar soltar una lagrimilla, porque a sus 75 lunas llenas seguía lleno de magia y pasión contagiosas, aunque le costara subir las escaleras, y en ese momento me di cuenta de lo que sabía hace meses: ya no haría ninguna película más.

Qué más se puede decir...

En plena actividad y en uno de los momentos más dulces de su vida, “mi Hombre Lobo” (como le llama mi madre) se despidió por la puerta grande, como no podía ser de otra manera. Y siguiendo con la sucesión lógica de los acontecimientos, ahora hay más de uno que lamenta no haber aprovechado la oportunidad de trabajar con él o vincularse a su universo. Este artículo va para ellos.

Lo que Naschy /Molina aportó al cine español no ha sido superado hoy en día, aunque ya haya actores, directores y trabajadores del celuloide en general, conocidos fuera de nuestras fronteras y con éxito en los cauces comerciales más globalizados. Las nuevas generaciones han aprendido (o aspirado a aprender) a moverse en los circuitos internacionales desde sus inicios, mientras que Naschy lo consiguió sin proponérselo (que no sin desearlo). Llevó un auténtico terror autóctono por el planeta sin querer dejar de trabajar aquí.

Sus múltiples facetas como extra, actor, guionista, director, colaborador eventual, etc., le llevan a crear un cine con su propio sello personal, que  aparece en todo aquello en lo que participa en  mayor o menor grado. Creo que cuando lo comparan con Chaney bajo el calificativo de “el hombre de las mil caras” se quedan cortos, ya que no solo aporta rostros: también almas y psicologías. Al cine de Naschy /Molina no se le debería considerar de género, sino de AUTOR.


La Herencia Valdemar (www.fotogramas.es).

Películas ya consagradas como La noche de Walpurgis o El retorno del Hombre Lobo pueden resultar extrañas para el espectador actual no iniciado. La estética psicodélica-romántica-cañí, la música setentera (fuera de ambientación lógica en la mayoría de los casos), el particular modo de actuar de Naschy y la imagen que da al personaje, la gratuita aparición de pechos como algo “llamativo”, el amor idealizado entre personajes, los asaltantes en los caminos ... todo ello sumado a las deficiencias técnicas hacen que no podamos olvidar de donde viene todo esto. Pero no es que el producto haya caducado, sino que hemos precisado de perspectiva histórica para saber apreciarlo.

Naschy/Molina es ante todo un ser que se quiere a sí mismo: se convierte en sus héroes, cumple sus sueños (o pesadillas), cree en lo que puede aportar y quiere compartirlo con los demás, ser escuchado. Sea cual sea el resultado, lo que hace va cargado de amor, de ganas. A pesar de ciertos reveses de la vida, ha conseguido vivir de lo que le gustaba en cada momento, haciendo de sus deseos su profesión, lo cual es aún más loable que su obra en sí. Fue un hombre sincero consigo mismo.

Las connotaciones sociales propias del franquismo que muchos han querido ver en la obra de Naschy, yo las veo más como manifestaciones personales, reflejos de su personalidad e ideología. Siempre admitió ser de derechas, haberse criado bien y haber gozado de ciertos privilegios o licencias; pero, al mismo tiempo, también demostró estar decepcionado con determinados estamentos que, precisamente por haber conocido a fondo, le habían mostrado su cara más falsa y coercitiva. La falsa moral religiosa, las falsas poses de las clases pudientes ocultando sus miserias, o las cortas miras de la cultura española (y sobre todo de su cine), son temas que Naschy /Molina no evita tocar en sus creaciones. Más que un “revindicador”, lo que ha sido es un librepensador que quiso expresarse sin más aspiración que crear un cine interesante bajo sus propios criterios y gustos.

Resultó ser un seductor en potencia en sus años mozos, o eso me comentan sus coetáneas. Pero al margen de gustos personales, dio sentido a una iconografía marcada por la sensualidad y el romanticismo, no exenta de fiereza y brutalidad. Trujillo se ha encargado de hacer honor a su imaginario dándole cuerpo de cómic, en una colaboración de creadores que demuestra que sigue poseyendo un poder de atracción que afecta a varias generaciones.

Si analizamos la evolución desde La marca del hombre lobo (1968) hasta Licántropo (1996), vemos como Waldemar no solo ha envejecido físicamente, también se ha desarrollado interiormente; además, del “da-ba-da” ha sido sustituido por blues, los fallos de montaje son menores y la calidad técnica, aunque a años luz del mercado americano, es aceptable, y se ha ganado en velocidad.

No puedo evitar pensar qué clase de maravilla hubiera surgido si proyectos como El hombre lobo (Joe Johnston, 2009), el tributo a la versión licántropa clásica de la Universal, hubieran caído en sus manos. Pero aunque ahora repitamos hasta la saciedad que Naschy/Molina con una buena producción habría triunfado “más y mejor”, no podemos negar que lo más bello de su obra es al amor y la fe que le pone a pesar de los medios y contextos, el ser un incomprendido o adelantado, el romanticismo y el esfuerzo (5).

Notas

(1) Tampoco vamos a repasar su filmografía detalladamente, ya que ello supone el análisis de más de 100 títulos en los que de algún modo ha intervenido. Si destacaré las películas que considero son más significativas para captar su personalidad cinematográfica.

(2) En EE.UU. se  estrenó como  Frankenstein´s bloody terror por el tirón comercial que este título suponía. Poco después la palabras “hombre lobo”, “Daninsky” o “Naschy” serán suficientes para mover hordas de fans.

(3) www.naschy.com

(4) http: unfandepaulnaschy.wordpress.com

(5) No puedo terminar este texto sin comentar la inminente aparición del documental The man who saw Frankenstein cry... que Scifi World está preparando en honor a Naschy. Quedamos todos emplazados en Sitges.

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ISSN1988-8848