UNA QUASIFICTIONAL STORY
SOBRE EL RAISSOUNI:
EL VIENTO Y EL LEÓN (J. Milius, 1975)

An almost fictional story about El Raissouni:
The Wind and the Lion (J. Milius, 1975) 

Dr. Francisco Salvador Ventura

Historiador del Cine
Granada

Resumen. Entre los perfiles de los personajes históricos retratados en la gran pantalla, se encuentra el de aquellos que tuvieron una relevancia secundaria en su momento y que se ven gracias al cine encumbrados a un papel estelar. Como había ocurrido en el caso del rebelde romano Espartaco, convertido en el personaje par excellence de la Antigüedad, el líder bereber El Raissouni fue un significado bandolero cuyos actos tuvieron una repercusión de carácter local, que por obra del director John Milius ha sido ensalzado según los contenidos propios de la categoría de héroe admirable. La magia del cine permite que los paisajes del Rif sean representados en lugares de la otra vertiende del Mediterráneo, en su mayor parte en territorios ya habituales para el Séptimo Arte, en la provincia de Almería.
Palabras clave. El Raissouni, John Milius, El viento y el león, Tánger, Almería, Biografía histórica.

Abstract. Among the biographical sketches pictured on the big screen are historical personages who during their lives had a secondary role but due to cinema become widely heroic and popular. That happened  with the Roman rebellion chief Spartacus, converted by Cinema in the Antiquity figure par excellence. And it happened, due to director John Milius, with Berber leader El Raissouni, an important bandoleer who had a localised repercussion of his campaigns. In The Wind and the Lion this late personage is placed at the top category of the admirable heroes. The magic of Cinema transforms the very much used filmic landscape of Almeria in the Rif fields, on the other side of the Mediterranean Sea.
Keywords. El Raissouni, John Milius, The Wind and the Lion, Tangier, Almeria, historical biography.

 

 

0. Parece bastante asumida ya como realidad manifiesta la potencialidad del discurso fílmico para establecer una particular visión de la Historia, condicionando no sólo versiones determinadas de épocas, personajes, conflictos, etc., sino también encumbrando a un status preferente otros tantos menos significativos e incluso ficticios, todos ellos con el denominador común de convertirse en parte de un imaginario contemporáneo que cuenta con la fuerza de su extensión cuasi universal. En lo que se refiere a las abundantes recreaciones biográficas de personajes concretos, la atención se ha dirigido casi siempre hacia individuos con una gran trascendencia en el momento en el que vivieron y una marcada proyección hacia las épocas posteriores, caso de figuras como las de Cristóbal Colón, Isabel I de Inglaterra, Napoleón y Gandhi, por citar ejemplos de cronología distinta. Con menos frecuencia los tratados son otros con un menor relieve en su momento, o bien, si llegaron a tenerlo éste se mantuvo en una dimensión espacial bastante reducida, el ejemplo quizá más emblemático es el del líder de la rebelión de los esclavos de la Roma republicana Espartaco, catapultado Kubrick mediante al olimpo de las grandes figuras de la Antigüedad. Y una tercera vía está representada por aquellos otros personajes fruto de la ficción, comúnmente literaria, ubicados en un contexto histórico delineado con gran cuidado, como ocurre con el Guillermo de Baskerville de ‘El nombre de la rosa’ o el capitán Alatriste. En principio, no se encontraría entre los perfiles biográficos más atractivos para la gran industria cinematográfica el que ofrece un poco conocido líder bereber del Rif de finales del siglo XIX y principios de la centuria siguiente. A pesar de su reducida resonancia histórica, se le sitúa como protagonista y modelo heroico de una gran producción de mediados de los años setenta, con el trasfondo de una abigarrada y confusa situación internacional. En ella, además de una gran significación, apreciablemente magnificada, de los Estados Unidos de América y de su presidente Roosevelt, aparecen representadas las grandes potencias coloniales que durante la época se disputaban los territorios africanos: Inglaterra, Francia y Alemania. Ante todo este contexto de rivalidades e intereses entrecruzados se erige con nitidez la firmeza y el valor de un auténtico hombre extraordinario, un dirigente cuyo retrato ha sido concebido para concitar la simpatía incondicional de los espectadores, a pesar de algún episodio de difícil digestión para los parámetros diet-éticos actuales, cual es el que muestra la degollación de dos individuos escogidos al azar dentro de un grupo de delincuentes, cuyo único delito había sido utilizar el agua de un pozo que no les pertenecía.

1. El origen de la relación de John Milius con este extravagante personaje no se distingue con claridad a primera vista, no se conoce la vía por la que llegó a conocerlo y sentir admiración por él, pero no resultaría infundado pensar, si se observa la trayectoria personal del director, que debió de producirse una cierta identificación con la biografía de El Raissouni. Milius tuvo una irregular relación profesional con la potente industria norteamericana, por definición reacia a aceptar relieves más propios de un autor a la occidental, de manera que su fuerte personalidad le mantuvo, desde diferentes posiciones a lo largo de su carrera, en un frecuente forcejeo con ella. Sus trabajos se extienden cronológicamente a través de las décadas de los setenta, ochenta y mediados de los noventa, momento a partir del cual apenas se sabe nada de su persona. Varias son las facetas en las que desarrolló en su trayectoria cinematográfica, desde la de productor, en películas como ‘Un mundo oculto’ (1979) y ‘Más allá del valor’ (1983); hasta la prolífica de guionista, con abundantes títulos como ‘Harry el fuerte’ (1973), ‘Apocalipsis Now’ (1979) y ‘Jerónimo, la leyenda’ (1993); pasando por la responsabilidad de la dirección, en filmes como ‘Conan el bárbaro’ (1982) y ‘Adiós al rey’ (1989). En trabajos de naturaleza tan dispar se aprecia siempre el denominador común de una línea argumental que las relaciona con el perfil de un individuo independiente, que presenta en su comportamiento un código moral propio, con frecuencia distinto al imperante en la moral establecida. Tal actitud conduce a un enfrentamiento sistemático con un entorno hostil, que indefectiblemente le acaba orientando a una posición de exclusión. Se trata de personajes en cuya vida prima sobre cualquier otra faceta la acción, en circunstancias marcadas por un reiterado contacto con la violencia, ya sean dentro del terreno de lo militar o ya con distintas modalidades de guerreros, así como también en los turbios ambientes del mundo de los gángsters. En la biografía de tales individuos la experiencia de haber sufrido con anterioridad un contacto directo con la muerte les ha transformado de manera drástica la vida, de modo que tras esa dura ‘iniciación’ se ven obligados a mantener a partir de entonces una relación distinta con ella, al haberse producido un profundo e irreversible replanteamiento de sus principios vitales.

2. La cabalgada inicial de un grupo de guerreros lleva hasta la apacible residencia en Tánger de una mujer occidental, lugar donde es raptada junto a sus hijos por alguien presentado desde el primer momento con un aura de personaje fuera de lo común, a quien sus subordinados sirven humillándose cual si de un cuasi-dios se tratara. Con rapidez, se conocen las coordenadas identificativas de los tres personajes sobre los que se construye el armazón de la película: El Raisuli (éste es el nombre que se le da en el film), líder político-religioso ‘rebelde’ del Rif; la señora Pedecaris, esposa del cónsul de los EEUU en Tánger; y Theodor Roosevelt, el presidente norteamericano que en plena campaña electoral asiste contrariado a acontecimientos que, en principio, podrían perjudicar su victoria. La posición de cada uno de ellos en relación con el rapto queda explicitada de manera inmediata en el transcurso de la película. Los escenarios de la acción son fundamentalmente cuatro: diversos emplazamientos en los EEUU, en los que se desenvuelve la vida del presidente; la ciudad de Tánger, dirigida por un impasible y hedonista mandatario, relacionado por vínculos sanguíneos tanto con el protagonista como con el sultán del reino; la corte de Fez, en la que un débil y caprichoso sultán mantiene una regalada vida palaciega, adulado de forma permanente por representantes de los diferentes países que aspiran a obtener sus favores políticos y económicos; y el castillo de El Raisuli, lugar en el que permanecen los raptados a la espera de acontecimientos. El pulso entre el gigante americano y el héroe rifeño se resuelve con un golpe de mano militar, en un desembarco de factura un tanto infantil (por momentos casi ridícula) a través de las calles de Tánger, a partir del cual se propone un trato al rebelde con el objeto de dar una solución a la situación. El pacto con el que se pretende engañar a El Raisuli se lleva a efecto, pero inexplicablemente al final quedan exculpados ante los espectadores los promotores de la argucia, los estadounidenses. Todos quedan exonerados de cualquier responsabilidad en el desenlace, aprovechando para situar de chivo expiatorio al socorrido elemento alemán, algo convertido en un tópico frecuente del cine norteamericano tras el desenlace de la segunda guerra mundial. Los dos grandes líderes, el rifeño y el estadounidense, se reconocen con respeto tras el final del conflicto, eso sí, con la última palabra de un Raisuli presentado de forma poética tanto en lo que dice de forma metafórica, como en el modo en el que se le retrata visualmente.

3. En las décadas que preceden y suceden al cambio de la centuria la situación interna del norte del actual Marruecos era bastante inestable, precariedad a la que se añadían las ambiciones de las potencias occidentales en pleno éxtasis colonialista. A las ambiciones de las ya poderosas Inglaterra y Francia vinculadas con el norte de África y el control de las vías de comunicación mediterráneas, se unieron las de una emergente y ambiciosa Alemania y la cierta influencia en la zona de la vecina España, amén de las ansias de protagonismo en el área de los EEUU, aún bastante alejados de las coordenadas de la situación. Las disputas condujeron a un compromiso que durante cierto tiempo resolvió la indeterminación, adquirido en la Conferencia de Algeciras del año 1906. Desde el punto de vista interno, la debilidad del soberano reinante fue aprovechada por numerosas rebeliones en la práctica totalidad del territorio, entre las que aparecen las relacionadas con Moulay Ahmed Raissouni, bandolero que controlaba amplias zonas del Rif y que desarrolló muchas de sus actuaciones en las proximidades de la región de Tánger. Objetivo de sus actos fueron varios personajes relevantes, raptados y liberados tras el consiguiente pago de rescate: el corresponsal del Times, Walter Harris, y dos acaudalados norteamericanos, Ion Pedecaris y su yerno. Tal episodio es el que da origen a la creación del personaje interpretado por Candice Bergen, resultado manifiesto de la ficción, la señora Pedecaris, esposa del cónsul de los EEUU. En medio de toda esta situación surgió la experiencia singular de gestión de la ciudad de Tánger, que a principios del siglo, y tras un desembarco del káiser alemán Guillermo II para marcar su irritación ante las demás potencias por la situación existente, comenzó a ser administrada por el cuerpo diplomático allí establecido. Unos años más adelante se alcanzó el ‘Estatuto de Zona Internacional’, fórmula con difícil parangón en la historia de la Humanidad de administración internacional de un territorio. Al otro lado del océano, tras el asesinato del presidente Mckinley la presidencia de los EEUU fue asumida por su vicepresidente Roosevelt, quien aparece retratado en el film interactuando directamente con el rebelde rifeño. Las referencias a los asuntos exteriores de su mandato y a los inmediatamente anteriores (entre otros a la reciente guerra en el Caribe con España) son utilizadas en la campaña electoral con el objetivo de lograr una rentabilidad que se tradujera en la que luego sería una victoria arrolladora. Una fuerte gestión personalista fue la tendencia dominante durante el tiempo que ejerció la presidencia, una de cuyas medidas emblemáticas fue la puesta en marcha del ambicioso proyecto del canal en Panamá, tal como visualmente se expresa en la elocuente partición de la tarta a la altura del istmo que une las dos Américas.

4. La mayor parte de la acción se desarrolla en el norte del actual Marruecos, la zona denominada geográfica e históricamente como el Rif, vinculada en su extremo occidental con la ‘cosmopolita’ ciudad de Tánger. Pero gracias a la magia del cine, las cosas quizá no sean exactamente lo que parecen, siendo éste un caso bastante ilustrativo respecto de la ficción simuladora que las pantallas alcanzan a crear. Y digo esto porque más que el Rif podría decirse que las andanzas del Raisuli se desarrollan en la vertiente norte del Mar de Alborán, concretamente en Almería y alrededores. De forma premonitaria, en los primeros compases de la película, se retrata al presidente Roosevelt, con la mano sobre un globo del mundo, donde de manera metafórica manifiesta su poder al situar su mano sobre él, usando del conocido recurso chapliniano cuando caricaturizó a Hitler en ‘El gran dictador’. La coartada es señalar ante su auditorio (y ante la mayoría de los espectadores sobre todo) el lugar en el que se emplaza el Rif, pero llama la atención que sorprendentemente en la vertiente hispana de la zona representada la única ciudad sea Almería, cuando por razones históricas y de entidad en el mundo contemporáneo parecería más justificado que las ciudades a ser identificadas hubieran sido Granada y/o Málaga. Las aventuras almerienses de El Raisuli presentan también alguna excursión sevillana y granadina, pero en su mayor parte el rodaje se realiza en tierras almerienses. Los parajes cuasi vírgenes próximos al Cabo de Gata, las calles y el puerto de la ciudad y algunos otros edificios identificables sirven de marco para los parajes del Rif y la ciudad tangerina. Una cierta concesión a los tópicos exóticos asociados al mundo árabe procede de la presencia de un desierto, paisaje desconocido en los territorios rifeños, pero cuya asociación con un ámbito islámico parece ser imprescindible a ojos de los espectadores occidentales. Gran parte de los exteriores fueron rodados en la zona interior de Almería, paisajes con un pedigrí cinematográfico contrastado desde la década anterior. Sin duda, el director conocía bien muchos de estos parajes, donde fueron filmados un importante número de los spaghetti western emblemáticos del género. La cierta infraestructura ya existente en la zona fue sin duda aprovechada por Milius, como lo haría con posterioridad también en ‘Conan el bárbaro’. Todo ello es llevado a cabo con una apreciable sensibilidad fotográfica que saca un partido excelente a las posibilidades lumínicas y coloristas de unos paisajes tan singulares.

5. En el mundo occidental no resulta en absoluto novedoso acudir a Oriente en busca de un plus de exotismo, motivo de indudable atracción que hunde sus raíces varios siglos atrás, en particular en el XIX. Dirigir por tanto la mirada a ese ámbito geográfico, religioso y cultural cuenta de partida con el componente añadido de una magia especial, capaz de ejercer de bálsamo para pasar por encima de ciertos elementos de difícil comprensión para los parámetros occidentales. Se parte, por tanto, de un importante espejo deformador del mundo que se pretende representar, que no es otro sino la expectación producida por el extrañamiento extravagante de lo oriental. A ese primer elemento habría que añadir una componente que se convierte también en imprescindible, la necesidad de hacer intervenir a una importante figura femenina, en torno a la cual se pueda establecer algún tipo de diálogo afectivo, en un grado mayor o menor de explicitud, con el personaje central de El Raisuli. Apenas se sugiere en algunas secuencias del film, y habría que decir que con bastante delicadeza, la atracción que entre los dos protagonistas comienza a tomar cuerpo al avanzar los acontecimientos, sobre todo, del lado femenino. No importaría pues que la señora Pedecaris fuese un personaje producto de la ficción, simplemente está ahí porque resulta útil para mantener un cierto nivel de tensión afectiva.

Eso sí, las necesidades del guión y de las convenciones de la época la convierten en una mujer que no se limita a mantener una actitud pasiva, sino que ante los evidentes peligros por los que atraviesan ella y sus hijos, se manifiesta siempre y de forma expresa como alguien que no se atemoriza ante nada y capaz, cuando estima necesario, de ponerse al frente de un grupo de soldados para liberar al héroe cuando se halla en una manifiesta e injusta situación de inferioridad. El componente norteamericano, procediendo el film de donde procede, no puede faltar y de manera apreciable se observa una sobredimensión del protagonismo desempeñado por el país en la zona y en la coyuntura histórica representadas. Incluso se llega a inventar un desembarco ficticio en la ciudad de Tánger (que sí se produjo, como se ha dicho, pero por parte de los alemanes), para cuya puesta en escena se emplearon escogidos escenarios del puerto almeriense y del Parque de María Luisa sevillano. La grandeza de todo un presidente norteamericano, explicitada en repetidos pasajes del film, sirve al director para elevar más aún la estatura personal del gran héroe con el que estaba en apariencia midiendo sus fuerzas.

6. Ni que decir tiene que el gran protagonista es Moulay Ahmed Raissouni, en la película El Raisuli, bandolero que adquiere el relieve y las virtudes de todo un gran héroe, acorde con un patrón ya conocido dentro de la cultura occidental. A su desgraciada experiencia vital de proximidad con la muerte, peripecia de la que hace partícipe al espectador cuando en una secuencia la narra a sus rehenes, sucede un liderazgo natural, incuestionado, protegido por la divinidad, entre otras razones por ser descendiente del profeta y por ser él quien inspira sus actuaciones. De la sumisión de sus seguidores se deja constancia visual manifiesta cuando acuden presurosos a convertirse en improvisados pedestales en el momento en el que tiene intención de subir al caballo y de su lealtad sirven de muestra la alegría con la que es siempre recibido y despedido al acceder o salir de su fortaleza. Al compendio de sus méritos habría que añadir la que aparece como la principal virtud que adorna a su persona, una preparación intelectual que no es tan frecuente compañera del prototipo. Y, como no podía ser de otro modo, la valentía y la generosidad son las que rigen todas sus decisiones, en las que el respeto hacia la valiente mujer occidental y la consideración que dispensa a sus dos hijos, no dejan indiferente al espectador, atenuando las posibles aristas que pudieran emerger en algunas secuencias.

En sentido estricto, la película histórica sobre la vida de este personaje, resistiría difícilmente las críticas de la aplicación del método histórico a la usanza académica tradicional, forma de proceder que resultaría a todas luces impertinente. No se debería olvidar que una película es una creación libre llevada a cabo por un ‘artista’, en este caso un director estadounidense con trazas de praxis cinematográfica a la europea, de maneras bastante díscolas en relación a lo habitual en los parámetros imperantes en la gran industria. Esta quasifictional story, según la calificación que se le otorga en la Variety Film Review, aspira a crear un relato que, inspirado en un poco conocido bandolero rifeño de principios de siglo e influido por experiencias personales del director, construye una versión personal del extendido patrón del bandido bueno con su pueblo, en este caso El Raisuli. A ello habría que añadir el telón de fondo de una difusa y a veces contradictoria componente anticolonialista en la forma plasmar el contexto en el que se desarrolla la historia, si bien queda siempre claro el coraje con el que el líder natural se atreve a desafiar a los gigantes extranjeros, actuando por sistema a favor de los intereses de quienes están bajo su mando. El resultado es la composición de un relato muy atractivo para los espectadores en clave inequívocamente contemporánea, elaborando una imagen canónica, a la que sin duda contribuyen las cualidades personales del actor protagonista, Sean Connery, de un personaje del que probablemente apenas se tendría noticia de su existencia en círculos restringidos y que, gracias a esta película, pasa a engrosar la nómina de los bandoleros admirables y heroicos porque luchan siempre según un estricto código de honor en beneficio de su pueblo. Una muestra más de la extraordinaria potencialidad comunicativa del cine en el terreno de los discursos históricos.

 

 

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ISSN 1988-8848