SALADINO
en El Reino de los Cielos (R. Scott, 2005)
del personaje al mito y del mito a la leyenda
Saladin
in Kingdom of Heaven (R. Scott, 2005)
from life to myth and from myth to legend
Grad. Juan José Sánchez Carrasco
Historiador
Universidad de Granada
Recibido el 13 de Febrero de 2020
Aceptado el 29 de Abril de 2020
Resumen.Tras el atentado de las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001, la concepción del terrorismo cambió para siempre, teorías racistas volvieron a estar a la orden del día y se generó una ola de islamofobia a la par que EEUU invadía Afganistán e Iraq. En este contexto político e ideológico, Ridley Scott rodó el film El reino de los cielos que se estrenó en el año 2005. En el film critica abiertamente el fanatismo religioso, demostrando que las personas pueden convivir en paz independientemente de su credo o religión, pero, por culpa de extremistas, los conflictos iniciados en nombre de una religión pueden ocasionar guerras con mucha facilidad.
Palabras clave.Islam, Cruzadas, Terrorismo, Yihad, Saladino.
Abstract.After the September 11, 2001 attacks against the USA and the destruction of Twin Towers in New York, the concept of terrorism have changed. Racist theories became once again a global issue and a wave of islamophobia was generated with the USA invasion of Afghanistan and Iraq. In this political and ideological context, Ridley Scott directed Kingdom of Heaven, which premiered in 2005. The film criticizes religious fanaticism, showing that people can live in peace regardless of their creed or religion. Neverthless, conflicts created by religious extremists can provoke wars very easily.
Keywords. Islam, Crusades, Terrorism, Yihad, Saladino.
Cada película es hija de su tiempo, ninguna es ajena a los condicionantes sociopolíticos imperantes en el momento en que fue grabada, y al estar hechas por humanos, la subjetividad es inherente a todos los filmes, mostrando, en unos de forma más acuciada, y en otros de forma clara, la opinión política del director. Algunos filmes son por ello verdaderos escaparates políticos.
El cine cambió para siempre a finales de los años 80 cuando ocurrió uno de los hechos históricos más importantes del Siglo XX: la caída del Muro de Berlín. Con este acontecimiento se ponía fin a medio siglo de Guerra Fría y a la polarización del mundo en dos bloques antagónicos: capitalista y comunista. Parecía que el desenlace era que el capitalismo había ganado la pugna por ser el modelo político y social a nivel global. En estos años de euforia occidental surgen varías teorías nada inocentes. La primera de ellas la plasmó en 1992 Francis Fukuyama, celebre politólogo americano de raíces japonesas en su obra: el fin de la Historia y el último hombre (1). La filosofía teleológica hegeliana influía profundamente en el libro. El fin de los tiempos había llegado con la caída del Muro de Berlín. Fukuyama afirmaba que lucha ideológica humana había concluido con el triunfo del capitalismo, el mundo se regía política y económicamente por el libre Mercado, y que todos los acontecimientos históricos relevantes ya habían ocurrido.
La segunda teoría fue esgrimida en 1993 por Samuel Phillips Huntington, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. En primera instancia escribió un artículo que amplío y publico como libro en 1996 con el título El choque de civilizaciones: y la reconfiguración del orden mundial (2). En él, venía a decir que el mundo está formado por varias civilizaciones en continuo conflicto y avisa de que las naciones occidentales podrían perder su preponderancia si no se dan cuenta de la naturaleza del problema. Huntington fue bastante criticado ya que la obra fue vista como una forma de legitimar la intervención de países occidentes en otros países en vías de desarrollo. En la obra llega a sugerir que los países occidentales deben abandonar la democracia. Atendiendo a los antecedentes de Huntington, el cual aprobaba el bombardeo con napalm y agente naranja sobre la población civil durante la Guerra de Vietnam para evitar que apoyasen al Vietcong, no podemos extrañarnos de las críticas muy duras hacía su persona que llegan a tildarlo de racista y que su obra hace apología al odio y a la intolerancia.
Lo que realmente subyacía bajo esta teoría era crear miedo y recelo en la sociedad. Sin el antiguo enemigo de los gobiernos occidentales, el comunismo, era necesario volver a crear un enemigo para tener controlada la mentalidad de la masa social y que la opinión publica viese con buenos ojos posibles intervenciones militares occidentales en países árabes. El mensaje en principio no tuvo mucho impacto hasta el día en el que el mundo cambió, el 11 de septiembre de 2001. Con el ataque terrorista en el World Trade Center y la destrucción de las Torres Gemelas, símbolo del capitalismo en pleno corazón de Manhattan, el mundo fue testigo de una nueva forma de guerra, el terrorismo internacional, del que ya existían precedentes, pero jamás de una escala cómo lo vivido en Nueva York. Fue en este momento, cuando la obra de Huntington volvió a la palestra, se generó por todo Estados Unidos una ola de islamofobia y dos personajes pasaron a ser los enemigos número uno; Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda, organización terrorista que se atribuyó la autoría del atentado en nombre de la yihad (volveremos sobre esto más adelante) y Sadam Husein, presidente de Iraq. Desde una concepción política y religiosa, ambos solo tenían dos cosas en común: que eran musulmanes y sus ideas anticolonialistas y anticapitalistas. Pese a que los dos eran suníes, Sadam pertenecía al partido Baaz Árabe Socialista, que poco o nada tenía que ver con la mentalidad muyahidín de Osama Bin Laden. De hecho, Sadam despreciaba a Bin Laden y jamás tuvo contactos con él.
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La reacción al atentado no se hizo esperar, el ejército estadounidense atacó Afganistán el año 2001, supuesto refugio de Bin Laden. En 2003, solo dos años después George Bush ordenó la invasión de Iraq. En la cual participaron Inglaterra y España. Los argumentos esgrimidos para justificar la intervención en Iraq fueron muy pobres, en primera instancia se intentó vincular a Osama Bin Laden con Sadam Husein. Posteriormente al ver que la opinión pública se planteaba la veracidad de tal vinculación, se acusó a Sadam Husein de genocidio contra el pueblo kurdo y que su régimen producía armas de destrucción masiva que eran una amenaza para la seguridad mundial. Tras ambas actuaciones bélicas se estrenó Kingdom of Heaven (2005), dirigido y producido por Ridley Scott. El guion es de William Monaghan y cuenta con un reparto de actores bastante reconocidos, como Orlando Bloom, Jeremy Irons, Eva Green, Liam Neeson o Ghassan Massoud, que dio vida a Saladino, protagonista del presente artículo. La película tuvo una buena aceptación en taquilla, con una recaudación de 164 millones de dólares y se rodó en algunos monumentos que desgraciadamente hoy no existen debido a la Guerra de Siria, como el Krak de los caballeros. Ridley Scott, al igual que en otras de sus películas históricas cómo Black Hawk Down (R. Scott, 2001), fue bastante crítico con la intervención occidental en países en vías de desarrollo y extrapoló el conflicto bélico existente durante la coyuntura histórica en la que se rodó y estrenó el film con la época de las cruzadas.
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La trama de la película narra los hechos previos a la conquista de Jerusalén por parte de Saladino en el año 1187 y que dio origen a la mítica tercera cruzada. En ella, y sin ningún tapujo, muestra el fanatismo religioso cristiano que causó la caída de la ciudad, ya que Saladino es mostrado en todo momento como un enemigo respetuoso, noble y sin esa ultraortodoxia que demuestran los caballeros templarios. Poniéndonos en contexto histórico, las cruzadas fueron nueve campañas militares organizadas por distintos nobles, ciudades y reyes europeos y bizantinos entre los siglos XI y XIII. La primera fue la que tuvo más repercusión ya que se conquistó Jerusalén y se crearon varios reinos y principados latinos. La cuarta ocasionó el saqueo de Constantinopla en el año 1204 por parte de los cruzados y la octava y novena, ya en la segunda mitad del siglo XIII, y ambas encabezadas por el rey francés Luis IX, tuvieron como objetivo Egipto y Túnez, zonas alejadas del epicentro de las anteriores cruzadas y que se realizaron más como acciones de saqueo que de conquista. El punto de partida de este fenómeno fue la convocatoria de la cruzada durante el Concilio de Clermont en el año 1095 en la que el papa Urbano II utilizó este argumento para canalizar la violencia nobiliaria europea contra el Islam y así afianzar el poder papal. La conquista de Jerusalén en el año 1099, en la que en un acto poco tolerante los cruzados pasaron a cuchillo a todos los habitantes de la ciudad, hombres, mujeres y niños, independientemente de la religión que profesasen, ya que según las crónicas, cristianos y judíos fueron asesinados junto a miles de musulmanes y la sangre de las víctimas cubría hasta los tobillos por las calles de la ciudad. Tal matanza sentó las bases de un miedo patológico en los momentos previos a la reconquista de la ciudad por parte de Saladino casi un siglo después, ya que los cristianos sitiados temían un acto de venganza que igualase al cometido por los cruzados cuando tomaron la ciudad.
Durante todo el film se ve el enfrentamiento entre las dos religiones y culturas, la cruzada contra la yihad. La cruzada caracterizada por el grito de guerra de los caballeros templarios Deus Vult (dios lo quiere) es un concepto jurídico religioso proclamado por bula papal. Su objetivo era erradicar a los herejes, se perdonaba el asesinato de los infieles, es más, otorgaba un lugar en el cielo y se buscaba conquistar los lugares santos de la cristiandad ocupados por los musulmanes. No obstante, el término de cruzada no solo fue esgrimido contra los musulmanes, pues durante la Edad Media fue convocada una cruzada contra los cátaros en el Languedoc y los caballeros teutones usaban ese término para justificar sus ataques a los pueblos eslavos.
El termino yihad es más complejo ya que tiene varias interpretaciones y ha sido tergiversado durante el siglo XX. Si atendemos a la raíz de la palabra yhd, su significado es esfuerzo, entendido desde una forma personal y espiritual para ser un buen musulmán. En el Corán aparece 41 veces la raíz en cinco formas distintas, yihad como tal aparece 4 veces y no con significado bélico. La palabra árabe para combatir es qatala, que aparece muy poco relacionada con la palabra yihad, siendo solo un 1,5% del contenido del Corán, lo que desmiente la teoría ampliamente extendida de que el libro sagrado musulmán es una obra violenta (3).
El concepto tiene tres fases durante la vida de Mahoma, la primera de ellas se da en la Meca antes de la Hégira, entre los años 610 y 621, cuando el profeta prohíbe luchar incluso si sus seguidores son atacados (Corán 5:13; 23:96; 73:10; 88:22). La segunda fase coincide con la estancia de Mahoma en Medina entre los años 622 y 630, en ella justifica combatir sólo en legítima defensa, no agredir a nadie y no excederse en caso de tener que luchar (Corán 2:190). Debemos tener en cuenta que en esta época Medina sufrió varios ataques entre los que podemos destacar las batallas de Badr y la de Uhud. La última fase coincide con la vuelta de Mahoma a La Meca en el año 630. Tras ajusticiar a los que le habían injuriado y a los apóstatas, el profeta ordena extender el Islam, luchar contra los infieles, entendiéndose cómo aquellas tribus árabes que no se querían islamizar y siempre respetando a los dihmmies (cristianos y judíos o gente del libro), mujeres, niños y ancianos. (Corán 2:9:36). El concepto de yihad como guerra santa extendido de forma general, se da en Oriente Medio durante el siglo XII en plena época de las cruzadas, y es acuñado bajo el gobierno de Nur-al-Din y con idea defensiva, ya que los cristianos habían fundado desde la conquista de Jerusalén en el año 1099 una serie de reinos y principados en Asia Menor y orillas del Mediterráneo: el Reino de Jerusalén, el Principado de Antioquía, el Condado de Edesa y el Condado de Trípoli. Desde ellos amenazaban constantemente los territorios musulmanes.
Tras lo visto, y volviendo brevemente al contexto histórico actual, el término yihad esgrimido por grupos terroristas islámicos como Al-Qaeda o ISIS, es una tergiversación del concepto de guerra santa y lo emplean con el argumento de la legítima defensa. No obstante, las corrientes radicales a las que pertenecen estos terroristas no son reconocidas ni apoyadas por las escuelas jurídicas del Islam. De hecho, un atentado en el que se mata indiscriminadamente a mujeres, niños o ancianos, amén de otros musulmanes, contradice frontalmente el Corán. Por ello estos deleznables actos no son parte del Islam por mucho que sus autores digan profesar esa religión. Con el agravante de que por desinformación, o simplemente con el fin de generar más islamofobia, los medios de comunicación titulan este tipo de atentados con el epíteto “atentado yihadista” o terrorismo “yihadista”, cuando el término correcto sería terrorismo.
Con todo el contexto histórico explicado nos centramos ya en el protagonista del presente artículo Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, conocido en occidente como Saladino. En la película fue encarnado por el actor sirio Ghassan Massoud, fue elegido porque pertenece a la misma escuela jurídica islámica que el propio Saladino y su forma de entender el Islam, salvando la distancia que los separa y los distintos periodos históricos en el que ambos han vivido, es muy parecida.
Pero ¿Qué sabemos de Saladino? Saladino nació en la ciudad de Tikrit en la actual Iraq en el año 1138 y murió en Damasco en el año 1193. Era de etnia kurda y entró en la escena pública tras participar en varias campañas militares bajo el mando de su tío Shirkuh. Actuó igual que muchos de sus compatriotas kurdos, quienes se ofrecían como mercenarios para luchar contra los cristianos o en las disputas locales entre los selyúcidas y caudillos árabes como Nur-al-Din. Saladino era suní de la escuela jurídica shafi’i, su idea fue unificar políticamente Oriente Medio, primero acabando con el Califato Fatimí, ya que su chiismo era concebido como una herejía. Aprovechando una disputa dinástica, Nur-al-Din envió un ejército a Egipto dirigido Shirkuh al que acompañaba un joven Saladino que contaba con unos 26 años de edad. Shirkuh llegó al cargo de visir, que heredó tras su muerte Saladino. Respetó al último califa fatimí Al-Adid hasta el día de su muerte convirtiéndose en sultán de Egipto en 1171 y enemistándose con Nur-al-Din. Tras la muerte de éste en 1174, Saladino conquistó Siria y desde el año 1175 se dedicó a su siguiente objetivo, expulsar a los cruzados.
Siendo ya sultán de Egipto y de Siria y tras una serie de campañas contra los cristianos firmó una tregua con Balduino IV de Jerusalén en 1180 que fue secundada por los señores de los otros principados y condados. Mediante la tregua, los lugares santos del Islam que estaban en territorio conquistado por los cristianos podían ser visitados por los musulmanes. Pero a la muerte del rey cristiano por causa de la lepra en el año 1185, y tras la muerte de su sobrino Balduino V un año después, dejó el trono de Jerusalén en manos de la madre de Balduino V, Sibila, y de su marido Guido de Lusignan. A la tensa situación política en Jerusalén en la que varios bandos y conspiraciones se sucedieron por el trono, debemos sumar la declaración formal de guerra por parte de Saladino cuando un grupo de caballeros templarios asesinaron a todos los integrantes de una caravana de peregrinos que iban a La Meca, en la que viajaba una hermana del sultán.
Saladino, ©Hispano Foxfilms S.A.E.
El fanatismo del rey consorte de Jerusalén, Guido de Lusignan, caballero de la Orden del Temple, que había ordenado el ataque a la caravana, dio el casus belli a Saladino para emprender la conquista de Jerusalén. Venció al ejército cruzado en la Batalla de los Cuernos de Hattin, tras una mala estrategia por parte de los cristianos que marcharon varios días por el desierto sin suficiente agua. A la victoria debemos sumar que tomó como prisioneros a los maestres de las tres grandes órdenes de caballería (Temple, Hospital y Santo Sepulcro), a muchos nobles y al propio rey consorte de Jerusalén. Haciéndose también con una de las reliquias mas sagradas de la cristiandad, un fragmento de la Vera Cruz, reliquia que esgrimía el ejército cruzado pensando que con él no podrían ser derrotados en batalla. Posteriormente sitió Jerusalén, que se defendió cómo pudo bajo las órdenes del caballero Balián de Ibelín. Ante el miedo de los cristianos de que Saladino pasase a cuchillo a todos los habitantes de la ciudad, al igual que había ocurrido en el año 1099 con la conquista cruzada, Balián amenazó con quemar Jerusalén hasta los cimientos, destruyendo los lugares sagrados de las tres grandes religiones monoteístas. Ante esto, Saladino ofreció unas ventajosas condiciones de rendición entre las cuales estaba la amnistía, escolta y protección de la población civil hasta lugares cristianos. Tales condiciones fueron aceptadas por Balián que rindió la ciudad. Durante la capitulación y ante la pregunta del caballero cristiano “¿Cuánto vale Jerusalén?”, Saladino contestó con unas enigmáticas palabras “nada, todo”, tal y como aparece en el film Kingdom of Heaven. Estos hechos acaecidos en 1187 provocaron la tercera cruzada, a la que acudieron entre otros el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I Barbarroja y reyes europeos cómo Felipe II Augusto de Francia o Ricardo Corazón de León de Inglaterra. Tras varios años de lucha y con otro episodio de barbarie en la que los cruzados mataron a más de 2000 civiles en San Juan de Acre, solo consiguieron una tregua con el ya mítico sultán y la libertad de visita a los lugares de culto. Tras su muerte en 1193 ya se había convertido en un personaje legendario y en occidente se le veía como el modelo de caballero perfecto que encarnaba todos los valores del medievo.
¿Pero cómo se ha construido la imagen de Saladino en Europa que ha llegado hasta la actualidad? La fuente más rica sobre Saladino con algunos de sus pasajes reflejados en el film es Las Cruzadas vistas por los árabes de Amin Maalouf (4), magnífica obra realizada mediante la transcripción de documentación y crónicas árabes medievales. Sin embargo, su fama empezó en Europa a finales del siglo XII con las historias que contaban los cruzados tras su regreso de Tierra Santa y todos coincidían en que era cortés, generoso y sabio, fiel a su religión, pero sin fanatismo. Debemos sumar a estas historias una serie de leyendas en las que Saladino aparecía disfrazado de peregrino, pastor o comerciante y aconsejaba a los cristianos que volviesen a Europa. No obstante, no podemos obviar que con los prisioneros de guerra y siguiendo los cánones de la época se seguían dos políticas, si se podía obtener un rescate por el cautivo se trataba bien al preso esperando el dinero. En caso contrario, se le exigía el proselitismo y ante el fanatismo imperante muchos caballeros preferían la muerte antes de convertirse al Islam.
La figura de Saladino ofrece algunas contradicciones en su comportamiento como sultán que no eran entendidas por sus correligionarios. A tenor de las crónicas, parece ser que era una persona sensible de lagrima fácil y que en ocasiones ante civiles cautivos que apelaban a su bondad y generosidad él mismo pagaba el rescate para que pudieran regresar a Europa, lo que alimentaba la leyenda que se estaba fraguando. Es tal el número de cristianos que redimió que a su muerte sólo dejó como herencia dos lingotes de plata. Lágrimas brotaban de sus ojos cada vez que tenía que oficiar el entierro de los hombres que habían muerto a su mando. Lágrimas que debemos interpretar como un signo inequívoco de bondad y humanidad. Saladino en pocos siglos pasó a ser una leyenda en la mentalidad popular europea, un ejemplo de ello lo tenemos cuando a principios del siglo XIV, Dante lo incluyó en La Divina Comedia (5), obra de una importancia capital para la cultura europea. El sultán es presentado durante el tránsito de Dante y Virgilio por el limbo o purgatorio. Resulta curioso que lo presente aquí, ya que se puede pensar que en caso de que hubiera estado bautizado su alma hubiera ido al cielo. Saladino está junto a otras grandes figuras de la filosofía grecolatina como Sócrates y Aristóteles, Homero, el padre de la historia y el poeta romano Ovidio. La leyenda de Saladino se extendió también por la Península Ibérica. Encontramos su presencia en otra obra del siglo XIV, El Conde Lucanor, escrita por el Infante Don Juan Manuel, en la que se narra la historia ficticia de un caballero cautivo por Saladino, quien, tras ser tentado, finalmente opta por la elección que haría un gobernante sabio y justo (6). Frente a estas obras medievales, se encuentran las fuentes eclesiásticas que lo tildan de “diablo sarraceno”. Obvio si atendemos a que había conquistado Jerusalén y había convertido en mezquitas todas las iglesias, a excepción de la del Santo Sepulcro cuyo mantenimiento había encargado a un grupo de monjes griegos.
Saladino por Critofano dell'Altissimo, ©www.encyclopaediaoftrivia.com
Durante la Ilustración, el autor alemán Lessing lo incluyó con todos los valores positivos que venía encarnando desde fines del siglo XII en su obra Nathan el sabio, una obra de ficción que narra las relaciones entre un comerciante judío, un caballero cristiano y el propio Saladino en época de las cruzadas. Obra que es una oda a la tolerancia religiosa en pleno siglo XVIII (7). Es tal la influencia que tuvo en la historiografía alemana, que el káiser Guillermo II donó un fastuoso sarcófago de mármol para que los restos mortales de Saladino fuesen trasladados desde el humilde sarcófago de madera en el que había sido enterrado, si bien, el sarcófago donado nunca fue utilizado, sino que se expuso frente a la tumba del sultán en la Mezquita Mayor de Damasco.
Como conclusion, diremos que en la actualidad el personaje de Saladino está idealizado y que sigue encarnando los valores positivos del Islam en la historiografía occidental. Amén de que es considerado un héroe en el mundo islámico. Es cierto que mostró más sentido común y más respeto por la vida humana que el resto de los lideres occidentales contra los que tuvo que luchar. Respetaba a las personas independientemente de su religión, llegando a entablar verdadera amistad con nobles europeos. Llevó a cabo la toma de Jerusalén como única opción de acabar con un conflicto religioso que llevaba casi un siglo ocasionando guerra, muerte y sufrimiento. Respecto al film, podemos decir que no tiene nada de inocente y que el director se posiciona claramente, realizando un llamamiento a la paz y al respeto y tolerancia entre culturas.
Saladino al final del film, ©Hispano Foxfilms S.A.E.
El Reino de los Cielos es un concepto teológico discutido desde la interpretación que hizo San Agustín de Hipona en el siglo V, que viene a entenderse cómo la concepción de un mundo de paz y solidaridad acorde a lo que predicaba Jesús de Nazaret. Durante las cruzadas, cristianos y musulmanes convirtieron Tierra Santa en un escenario muy alejado de ese mundo utópico. Aunque también se puede identificar el Reino de los Cielos como un espacio físico, centrado en los lugares donde predicó y murió Jesús. Sobre todo, Jerusalén, que es también la capital del reino prometido a los judíos por Yahveh, siendo el Muro de las Lamentaciones, últimos vestigios del Segundo Templo y su lugar más sagrado. A lo que debemos sumar la Mezquita de la Roca, el lugar desde donde Mahoma tuvo su sueño y viajó hasta la presencia de Allá. Encontramos que las tres grandes religiones monoteístas, reclaman su derecho a poseer o practicar el culto en Jerusalén. Ciudad convertida en el epicentro de disputas y conflictos bélicos desde la Edad Media, siendo el último ejemplo de ello que ha sido nombrada capital de Israel incluso con la oposición de la ONU. Hoy casi 1000 años después de las cruzadas, la paz en el Reino de los Cielos no se ha alcanzado, debido al poco empeño por parte de las autoridades políticas de la zona, en especial a los gobiernos de Israel, Palestina, Jordania, Egipto y Siria. A las que debemos sumar la intervención de potencias exteriores como EEUU, Inglaterra, Francia y Rusia, por intereses geopolíticos y/o de control de recursos naturales, con la cobertura de la religión, impiden cualquier atisbo de paz. De estos gobiernos, si se me permite el anacronismo, diré que han cogido el testigo de los fanáticos del siglo XII. Y atendiendo a la situación geopolítica de la zona en la actualidad, desgraciadamente el conflicto no parece que se vaya a solucionar a corto plazo.
Notas
(1) Fukuyama F., El fin de la Historia y el último hombre, Planeta Agostini, Barcelona, 1994.
(2) Huntington S. P., El choque de civilizaciones: y la reconfiguración del orden mundial, Grupo Planeta, Barcelona, 2015.
(3) García SanJuán A., “Bases doctrinales y jurídicas de la yihad en el derecho islámico clásico (siglos VIII-XIII)”, Clío & Crimen 6, (2009), 243-277.
(4) Maalouf A., Las cruzadas vistas por los árabes, Alianza Editorial, Madrid, 2014.
(5) Alighieri D., La divina comedia, Montaner y Simón editores, Barcelona, 1872.
(6) Infante don Juan Manuel, El conde Lucanor, Diego Díaz de la Carrera, Madrid, 1642.
(7) Lessing G. E., Nathan el sabio, Ediciones AKAL, Madrid, 2009.
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ISSN 1988-8848
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