CINE, HISTORIA Y CONSERVACIÓN ARQUITECTÓNICA

Cinema, History and Architectural Preservation

Dr. João Mascarenhas Mateus

Conservador de Patrimonio Arquitectónico
Roma-Lisboa

Resumen. Cine e Historia son campos del conocimiento relacionados cuyo estudio debe ser asociado a la actividad de la Conservación Arquitectónica. El artículo desarrolla tres líneas de investigación donde Cine e Historia pueden ayudar a los resposables de las decisiones en procesos de conservación de centros historicos y de rehabilitación de antiguos edificios: 1 – Conservación arquitectónica y cine como fuente de conocimiento; 2 – Arquitectura, cine y conservación de la memória; 3 – El cine como instrumento interpretativo de un centro histórico. Son tratadas y discutidas diferentes películas como ejemplos de la evolución y de las particularidades de cada uno de estos campos de investigación.
Palabras clave: Cine, Arquitectura, Conservación; Centro Histórico, Interpretación, Memória, História, Urbanismo, Gestión.

Abstract. Cinema and History are related fields in need for study in association with Architectural Preservation. The article develops three research lines where Cinema and History can help architectural decision makers of historical centres and old buildings conservation processes: 1 – Architectural preservation and cinema as source of knowledge; 2 – Architecture, cinema and preservation of memory; 3 – Cinema as an interpretive tool of an historical centre. Several movies are discussed as examples of the evolution and particularities of these three research fields.
Keywords: Cinema, Architecture, Preservation, Historical Centre, Interpretation, Memory, History, Urbanism, Managment.

 

 

Cine y arquitectura han estado desde siempre íntimamente relacionados y por eso reflexionar sobre cine, historia y arquitectura es natural para alguien que desarrolla su trabajo en el campo de la conservación del patrimonio arquitectónico.
Ambos se dedican a la creación de espacios donde la vida / acción se desarrollan. Los edificios son los repositorios de múltiples imágenes de una cultura y de estilos de vida propios. Una película refleja la cultura de su realizador, el tiempo en que es producida y el periodo histórico en que la narración ocurre. Tanto cine como arquitectura son capaces de articular espacios y simultáneamente manipular el tiempo.
Por estas razones el cine es frecuentemente utilizado como vehículo de presentación de proyectos de arquitecturas futuras, de visiones que proyectan al espectador en nuevos espacios más o menos imaginables por la especulación científica o más o menos distantes y evasivos de la realidad actual. Hablamos, entre tantos otros, de Metrópolis (1927) de Fritz Lang, de Playtime (1967) de Jacques Tati, de Gattaca (1997) de Andrew Niccol o del Quinto Elemento (1997) de Luc Besson.
En contraposición, el cine se ha servido de innumerables fuentes artísticas y literarias para recrear los espacios de culturas y civilizaciones del pasado. Por ejemplo, nuestra visión de la Antigüedad Clásica es indisociable de las arquitecturas de los pepla, o la manera en la que imaginamos los interiores aristocráticos de finales del siglo XIX está probablemente asociada a películas como Il Gattopardo (1963) y Ludwig (1972), de Luchino Visconti.
Fruto de estas frecuentes interacciones, es posible afirmar que la memoria colectiva de muchas arquitecturas del pasado y las referencias icónicas de espacios futuros nos son dadas por el cine.
 Además de estos espacios comunes, son todavía pocas las incursiones conscientes del cine como instrumento útil en el dominio de la conservación de la imagen histórica de un monumento o en la conservación de la memoria del patrimonio histórico arquitectónico.
El escaso reconocimiento de la importancia del cine para la comprensión de la arquitectura está en contradicción con sus numerosos recursos para ayudar a leer y comprender, en particular, las ciudades. Una ciudad es infinitamente inexplicable e indescriptible. El cine tiene la capacidad de articular un recorrido narrativo o reflexivo que tenga que ver con la vida posible en los diversos espacios de una ciudad.

Conservación arquitectónica y el cine como fuente de conocimiento

Si se compara con la común actividad de la creación de nuevas arquitecturas, la de la conservación arquitectónica revela de una especificidad de objetivos y de metodología de trabajo que importa subrayar. De forma muy resumida, la conservación de un edificio o de un sitio histórico tiene por objetivo preservar la integridad y la autenticidad de los valores artísticos, tecnológicos, materiales y de memoria que ese objeto histórico tiene para una sociedad, para un país o para toda la Humanidad.
Para conseguir alcanzar esos objetivos el conservador de arquitectura necesita analizar como un historiador más, la génesis del edificio o del conjunto de edificios, intentando comprender el porqué, el cómo, el cuándo, con quién, por orden de quién, qué materiales y métodos han sido utilizados en su construcción. Procura también comprender por qué, cuándo y cómo esos objetos han sufrido transformaciones más o menos considerables en relación con su proyecto original.
Este proceso de reconstitución del proceso histórico o de anamnesis del objeto arquitectónico -frecuentemente asimilado al diagnóstico de un paciente que sufre determinadas patologías y necesita terapias específicas- no es más que una actividad de historia aplicada. O sea, se intenta elaborar una narración que interprete las pistas dejadas por el pasado y reconstruir ese mismo pasado para una narración actual orientada a la preservación patrimonial. Esta metodología histórica conduce al conservador, como demás a los historiadores, a la necesidad de consultar el máximo de fuentes de conocimiento que puedan ayudar a la elaboración de un análisis lo más completo posible. En él se incluyen los documentos archivísticos, notariales, toda la iconografía disponible, incluyendo los documentos fotográficos.
A esta lista de fuentes se añaden, cada vez con más frecuencia, las películas documentales y de ficción. Con la sola limitación aparente de producción a partir de finales del siglo XIX, constituyen documentos únicos sobre la utilización de los espacios, de su relación con el tiempo, con la luz y con el sonido. O sea, mucho más, que los encuadramientos estáticos de los documentos iconográficos tradicionales. El documento cinematográfico permite ir más allá porque el campo de visión y el fuera de campo permiten hablar mucho más del espíritu de los espacios.

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La Catedral del Cristo Salvador en Moscú en una película de 1915; fotograma de su demolición en 1931;
el sito ocupado por piscina estatal; aspecto de la catedral reconstruida en 2000 (www.xxc.ru).

No es por eso extraño, que sean cada vez más frecuentes los sitios web asociados a un determinado monumento recientemente restaurado que incluyen no solo los vídeos hechos durante la ejecución de los trabajos, sino también películas de eventos históricos asociados al monumento o en él ambientadas. Es el caso, por ejemplo, de la Catedral del Cristo Salvador en Moscú, recientemente reconstruida “à l’identique”. En su sito web, se presenta un corto clip de una ceremonia con el Zar Nicolás II en la iglesia original, la película con el momento de la implosión del monumento en 1931 ordenada por Stalin, su aspecto de piscina pública construida en el hueco dejado por la demolición en los tiempos de Nikita Krushev, las diferentes fases de las obras de reconstrucción y vídeos de ceremonias recientes en la Catedral. En otros casos, como los de las reconstrucciones de la Catedral Frauenkirche de Dresden y de la de Coventry, ambas destruidas durante la Segunda Guerra Mundial, son también disponibles películas que permiten recrear los diferentes períodos de la vida de estos monumentos. En un caso más comentado recientemente, es cierto que el vídeo de la destrucción en Afganistán de los Budas de Bamiyan se quedará para siempre asociado a su futura reconstrucción.
Pero los documentos cinematográficos no sólo hablan de la apariencia y conformación arquitectónicas, sino también, como documentos históricos que son, de otro tipo de imágenes colectivas que la mayoría o un determinado sector de la sociedad tienen de un edificio o sitio histórico. Y eso nos lleva a hablar del valor de la memoria de/en la arquitectura y del/en el cine.

Arquitectura, cine y conservación de la memoria

La conservación y puesta en valor de la monumentalidad, de la integridad física, material y funcional de la arquitectura histórica constituye, digamos, una actividad que tiene en general que ver con los aspectos técnicos de la concreción de las terapias y de las soluciones alcanzadas con el análisis histórico-crítico subyacente a todo el proceso.
Por otro lado, la conservación del valor de la memoria tiene mucho más que ver con trabajar con la percepción colectiva que una determinada comunidad tiene de estos objetos. Es por eso una actividad mucho menos evidente y que muchos conservadores de arquitectura olvidan, dan menos importancia, se sienten menos preparados o simplemente a la cual no se dedican por falta de oportunidad o de tiempo. Una laguna metodológica que puede ser la causa principal de la falta de éxito de una intervención de conservación.
La actividad de la conservación arquitectónica non debe ser reducida a la actividad más común de elaboración de proyectos de intervención, de consolidación, restauración, rehabilitación, renovación o de nueva función para un objeto arquitectónico específico. En particular, en el caso de los centros históricos, puede  ser también de gran importancia la creación o recreación de una conciencia colectiva relativamente a ese sitio histórico de manera que envuelva a sus habitantes en todo el proceso. Porque no existe mejor garante para la sostenibilidad de los resultados de una acción de conservación arquitectónica que la comprensión, la interiorización de la importancia y el cuidado cotidiano por parte de la población que disfruta de esos espacios.
En esta actividad de recreación de la memoria, las imágenes colectivas, sean ellas instantáneas o en movimiento, constituyen un instrumento indispensable que importa explorar y utilizar siempre que sea posible.
He tenido la oportunidad y la necesidad, cuando he coordinado la candidatura de la Baixa Pombalina de Lisboa a Patrimonio Mundial, de intentar trabajar con las imágenes de la memoria colectiva de ese centro histórico. Mi objetivo primordial era sobre todo llamar la atención del público en general sobre la importancia de ese sitio histórico como lugar de memoria, de eventos fundamentales para la historia de Lisboa y de Portugal, ayudando al público a hacer más suyo este monumento.

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Para el efecto, fue creada una exposición denominada Baixa Pombalina, 250 años en imágenes, con iconografía en su mayoría fotográfica relativa a eventos históricos que ahí ocurrieran desde su reconstrucción después del terremoto de 1755. Ordenadas cronológicamente se presentaron mediante palabras que resumían cada evento (revolución, regicidio, recepción real, invasión, embarque de tropas, matrimonio, funeral), las imágenes estáticas fueron completadas con un vídeo especialmente creado para la exposición. Este vídeo ha procurado mostrar los diferentes aspectos de Baixa a través del documental y de la filmografía portuguesa. Han sido utilizadas a tal efecto películas como Lisboa, crónica anedótica (1930) de Leitão de Barros, Canção de Lisboa (1933) de Cottinelli Telmo, Revolução de Maio (1937) de António Lopes Ribeiro, Les amants du Tage (1955) de Henri Verneuil, Lisbon Story (1994) de Wim Wenders o Capitães de Abril (2000) de Maria de Medeiros.

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Imágenes de una misma perspectiva de la Baixa Pombalina de Lisboa procedentes de
Sostiene Pereira (1995) y Capitães de Abril (2002), usados en la misma exposición.

Con la contribución cinematográfica, ha sido posible reavivar la memoria colectiva que la mayoría de los visitantes de la exposición pudieran tener sobre este sitio histórico. De palco de grandes acontecimientos, pasando por ser a lo largo del tiempo el salón de recepción de Lisboa de las grandes visitas de Estado, la Baixa se ha demostrado también como escenario privilegiado y fuente de inspiración de muchas obras literarias. Más recientemente Baixa ha sido no sólo palco privilegiado de la revolución del 25 de Abril como escenario de numerosas películas de ficción. Para complementar la iniciativa se ha pensado en invitar el público a traer sus propias imágenes de la Baixa, procurando acercar y dar lugar a las experiencias individuales, pero por razones técnicas no se ha implementado esta última idea.
En esta experiencia, una entre tantas posibles, fue evidente apreciar cómo para la recreación de la memoria de un sitio histórico como la Baixa Pombalina de Lisboa es imposible prescindir del cine y cómo es difícil clasificar su importancia relativa en relación con otras fuentes histórico-documentales.
Los objetos históricos-arquitectónicos están naturalmente asociados a la imagen de su utilización y de su función. Es por ejemplo imposible no hablar de la Plaza de San Pedro y olvidar el proceso de nominación de los nuevos papas o las grandes ceremonias católicas. Hablar del Capitolio Americano en Washington es también hablar de las tomas de posesión de los nuevos presidentes americanos. El cine capta y fija para siempre esas imágenes y se mezcla definitivamente con nuestra percepción de la arquitectura.

El cine como instrumento interpretativo de un sitio histórico

La asociación del cine a la actividad de conservación arquitectónica no se presenta útil solo para acciones de revisitación y puesta en valor de la memoria de un lugar. Es fundamental para su interpretación.
A lo largo de la historia, son innumerables las asociaciones de películas a ciudades o a monumentos. Pero solo más recientemente se pasó a utilizar el cine para narrar la historia de un edificio o de un local.

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Si versailles m’etait conté (1954) de Sacha Guitry ha sido uno de los primeros ejercicios cinematográficos que han conseguido conformar una imagen naturalmente cambiante con el tiempo de un castillo tan emblemático, tomando como pretexto presentar su historia a través de los personajes y de los eventos que ahí han ocurrido. Después de visionar esta película es imposible no recordarla en el momento en que se visita o habla de este monumento. A la falta de otras imágenes en movimiento para épocas anteriores a la invención del cine, esta película constituye un fuerte referente o, por lo menos, un término de comparación con lo que cada uno puede imaginar lo que en esos espacios ha pasado.
Pero las imágenes de interpretación de la arquitectura pueden ser recreadas no sólo con películas de ficción sino también a través de procesos creativos que permiten poner en valor las fotografías de época o asociar modelaciones arquitectónicas tridimensionales de la conformación actual o de estados relativos.
De estos procesos creativos recientes, se debe hablar del cortometraje Nijuman No Borei - 200.000 fantômes (2007, 11 mn) de Jean-Gabriel Périot dedicado a una meditación experimental sobre el “Genbaku Dôme” o “A-Bomb Dome”, uno de los símbolos más conocidos de la destrucción de Hiroshima por la bomba atómica de 1945. Usando técnicas particularmente ingeniosas, los antiguos “clichés” representando el Genbaku Dôme son pegados y montados haciendo ver el lugar desocupado donde en 1915 fue construido este pabellón de exposiciones, cómo fue rodeado gradualmente por nuevos edificios, destruido y después gradualmente envuelto por nuevos edificios. Con una lógica narrativa, cronológica y espacial particularmente clara, la película consigue explicar, con un lenguaje poético profundo, cómo esta zona de la superficie terrestre que fue horriblemente mutilada en 1945, ha conseguido cicatrizar poco a poco esa herida. Si la herida física fue más o menos curada, con una reconstrucción aparente del tejido urbano envolvente, el trauma en la memoria colectiva es recordado por el volumen sobresaliente de la carcasa metálica del Gebanku Dôme, no reconstruido y preservado como símbolo no solo de la destrucción de la primera bomba atómica sino también de la abolición de las armas atómicas y de la paz.

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Imagen de Nijuman No Borei - 200.000 fantômes con el A-Dome antes de 1945.
A la derecha el edificio en una fotografia después del bombardeo atómico.

Para terminar, algunas palabras sobre la utilización del cine en la web para la interpretación de monumentos. Sitios web de monumentos como los de la Torre Eiffel, del Castillo de Versailles o de la Torre de Pisa ofrecen hoy vídeos que explican determinadas partes o secciones visitables de estos monumentos. La Ciudad del Vaticano, por su parte, ofrece vistas en directo de zonas principales como de la Plaza de S. Pedro o de la Cripta a través de imágenes recogidas con webcams estratégicamente colocadas en puntos de largos campos de visión. Infelizmente, y demostrando un atraso metodológico, ninguno de estos sitios web incluyen documentación cinematográfica relevante capaces de mostrar estos monumentos en épocas anteriores.

Por su parte, muchos de los sitos oficiales de los ministerios nacionales encargados de la conservación del patrimonio no disponen de mediatecas propias. En el caso francés, La Médiathéque de l’Architecture et du Patrimoine, ejemplar en la presentación de las bases de fotografías de este país, le falta incorporar la componente de los archivos cinematográficos.

Cine, historia y conservación del patrimonio articulan una relación cuyos límites están todavía por explorar. El futuro de las disciplinas de Historia y de la Conservación del Patrimonio Arquitectónico pasa irreversiblemente por el reconocimiento de las contribuciones de la experiencia cinematográfica. El triángulo resultante debe liberarse de los prejuicios de un malentendido rigor académico que limita las potenciales interacciones y cercena la curiosidad investigadora.

El cine es una máquina de tiempo y de hacer Historia. Por su lado, la Historia estará siempre en el origen de cualquier proyecto cinematográfico. Espacio, tiempo y emociones los ingredientes de todo el triángulo.

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ISSN 1988-8848