ARISTÓTELES EL ESTAGIRITA EN MIEZA: ARISTÓTELES, PERSONAJE FÍLMICO

The Stagirite in Mieza: Aristotle, movie character

Lcdo. Nacho García Morcillo
Historiador del Arte
Barcelona

Recibido el 14 de Marzo de 2012
Aceptado el 6 de Mayo de 2012

Resumen. Pese a su relevancia histórica e intelectual, Aristóteles no ha sido un personaje atrayente para el cine. Sus escasas apariciones en la pantalla hay que buscarlas en las películas y series de televisión que se han dedicado a mostrar la vida y las hazañas de uno de los hombres más fascinantes de la historia universal: Alejandro Magno. Este artículo se centra en Aristóteles como personaje fílmico.
Palabras clave. Aristóteles, Alejandro Magno, Helenismo, Iconografía, Cine, Televisión.

Abstract.Despite his historical and intellectual relevance, Aristotle did not had become an appealing cinematic character. His rare presences on screen are found in movies and TV series devoted to depict the life and deeds of Alexander the Great, one of the most fascinating figures in universal history. This article focuses on Aristotle as movie character.
Keywords. Aristotle, Alexander the Great, Hellenism, Iconography, Cinema, Television.

 

Una mirada transversal al singular (sub)género del biopic fílmico invita a preguntarse por qué desde sus inicios el cine y más tarde la televisión, siguiendo la estela de la literatura y otras artes, han preferido llevar a la pantalla las vidas de unos personajes y han obviado las de otros (1). Las vivencias de unas determinadas celebridades (Jesucristo, Julio César, Cleopatra, Juana de Arco o Napoleón, por ejemplo) se han recreado una y otra vez con más o menos rigor científico, mientras otras de análoga o mayor relevancia histórica si cabe, o han sido olvidadas o pertenecen al grupo de “personajes satélites de otros personajes”; léase, figuras que han tenido un cierto protagonismo en las pantallas porque forman parte de episodios de la vida de otro personaje que ha sido considerado, o se considera, más importante. En este conjunto de notables satélites aparece uno de dimensión histórica, cultural y científica primordial: Aristóteles, a quien debemos fundamentales conceptos e ideas, inclusive para la propia cultura audiovisual (2).

Así pues, Aristóteles es, en el cine y la televisión, un personaje que orbita en torno a la figura de uno de los hombres más biografiados, estudiados y admirados de la historia: Alejandro Magno. Sus breves apariciones fílmicas se limitan, exclusivamente, a un único y concreto episodio de la vida de ambos, que bien podría constituir un film en sí mismo. Ese “fascinante tema para la historia y para la leyenda” (3) -bien es cierto que poco documentado- no es otro que su labor como tutor del joven Alejandro Magno (4). Personaje de indudable atractivo para el cine y las artes (5), las vidas filmadas de Alejandro han propiciado, pues, la presencia de Aristóteles en films y series de televisión, siempre en escenas que recrean ese vínculo maestro-pupilo. El gran Aristóteles debe por lo tanto al conquistador macedonio sus breves apariciones en la pantalla (6).

Esta supeditación lleva a cuestionarse por el devenir del personaje del filósofo de la Antigüedad en el cine y la televisión (7). Salvo contadas excepciones (8), se trata de una figura que acaba siendo representada como el opuesto de algún personaje principal, cuando no del propio protagonista, del héroe. Se estereotipa su personalidad y aparece casi siempre como el prototipo del sabio, como el hombre firme, reticente a la acción, convertido en maestro y/o onsejero. Personajes como Aristóteles, Cicerón y en menor medida Séneca ejemplifican esta singular dicotomía en sus apariciones en la pantalla junto a Alejandro Magno, Julio César y Nerón, respectivamente, personajes muy recurridos por el cine (9).

Aristóteles fue, en torno a 343-342 a.C. y durante un período de unos tres años, el preceptor del joven Alejandro por instancia de su padre Filipo de Macedonia, quien vio en la figura del pensador de Estagira a la persona ideal para inculcar a su hijo los esmerados conocimientos de cultura helena que él nunca tuvo. Lo cierto es que si se hace caso a las fuentes -esencialmente a Plutarco-, entre discípulo y maestro se creó un férreo vínculo de respeto y admiración que no pasó desapercibido para algunos cronistas posteriores que crearon toda una literatura epistolar entre los dos personajes; correspondencia que durante mucho tiempo se creyó auténtica, y que en la actualidad genera serias dudas (10). Según el historiador griego Diógenes Laercio, Aristóteles debió de rondar los 41 años cuando aceptó la propuesta de Filipo y marchó a Mieza para tutorizar a Alejandro y a los jóvenes aristócratas de la corte macedonia (11). Este dato resulta importante porque el personaje de Aristóteles ha tendido a representarse en la pantalla con más edad de la que le correspondería realmente, hecho que hay que interpretar como un intento de asociar longevidad con sabiduría y respetabilidad.


Busto de Aristóteles, copia romana de un original de Lisipo (izq.), ©Museo Nazionale Romano.
Aristóteles enseñando a Alejandro, ilustración de J. L. Gerome Ferris (der.)

Basándose en fuentes anteriores, Laercio describe a Aristóteles como una persona de piernas delgadas y ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo (12). Se presupone que la imagen más próxima al físico real que pudo tener el filósofo es el famoso Busto de Aristóteles del Museo Nazionale Romano, copia romana en mármol de un bronce original que Lisipo esculpió en torno a 330 a.C. El hecho que Lisipo (370-318 a.C.) fuese contemporáneo del filósofo le da al modelo un cierto valor de autenticidad. De similares rasgos es el Aristóteles del Kunsthistorisches Museum de Viena, copia romana en mármol de un original griego del siglo IV; y, sobre todo, la figura de Aristóteles del célebre fresco La Escuela de Atenas (1508-1511) de Rafael de Sanzio, en la Stanza della Signatura de los Museos Vaticanos, figura prototípica del filósofo, claramente inspirada por el busto de Lisipo. Con facciones diferentes -cabello y barba abundantes- se conservan los retratos orientalizados Aristóteles (c.1475) de Justus van Gent y su discípulo Pedro Berruguete, óleo perteneciente al Museo del Louvre, y Aristóteles contemplando el busto de Homero (1653), el óleo de Rembrandt van Rijn sito en el Metropolitan Museum de Nueva York. También son célebres algunas obras en las que Aristóteles es representado sin la habitual barba, como el panel de mármol que representa a Platón y Aristóteles, esculpido en 1437-1739 por Luca della Robbia para el basamento del Campanile del Duomo de Florencia, o la ilustración del artista americano Jean Leon Gerome Ferris (no confundir con el pintor francés Jean-Léon Gérôme), Aristóteles enseñando a Alejandro (1895).

Volviendo al cine, la primera gran experiencia cinematográfica sobre Alejandro Magno, la producción india Sikandar (1941), escrita, producida y dirigida por el cineasta urdu Sohrab Modi, narra la campaña de las tropas de Alejandro en la India y, en especial, el desarrollo de la batalla de Hidaspes (326 a.C.). Estrenada en plena época de reclamación de la independencia al Imperio Británico, Sikandar despertó un inusitado sentimiento patriótico al tiempo que fue uno de los films que asentaron la tradición por lo grandilocuente y lo épico del cine indio posterior.


Aristóteles (Shakir) en una escena de Sikandar (1941), ©Minerva Movietone.

El retrato físico que la película hace de Aristóteles poco tiene que ver con el arquetipo estético que en occidente se ha hecho de él; se trata más bien de un Aristóteles híbrido entre lo griego y lo indio, con una imponente barba brahmánica y una llamativa vestimenta. El personaje del filósofo aparece en varias escenas, de las que destacan dos. La primera, al inicio del film, cuando un Aristóteles (interpretado por el actor Shakir) en plena oratoria pública se siente molesto con un joven Alejandro (Prithviraj Kapoor) que se desentiende de su discurso. La segunda, cuando, tras la conquista del imperio aqueménida (328 a.C.), el filósofo reprende a Alejandro la actitud hacia sus tropas que, concentradas, esperan la orden para marchar hacia oriente. Lo que sucede es que Alejandro ha estado más pendiente de Rukhsama (la actriz Vanamala), la mujer de quien se ha enamorado, que de su ejército, y así se lo hace notar un misógino Aristóteles cuando le advierte que las mujeres pueden llegar a ser su ruina. Alejandro admite su pasión por la joven, pero hace saber a su preceptor que su prioridad no es otra que la campaña contra los reinos indios. El dibujo que el film nos hace del filósofo es el de un personaje dispuesto a cualquier cosa con tal de que su pupilo Alejandro se aleje de toda mujer, y en especial de la noble Rukhsama (13). Sikandar tiene tanto de epopeya como de historia de amor con final romántico, con el contrapunto de un represivo Aristóteles.

En Alexander the Great (1956) de Robert Rossen aparece un Aristóteles más próximo a las fuentes, esencialmente Vida de Alejandro de Plutarco (14). La película retrata a un Alejandro plutarquiano en constante búsqueda de respuestas morales y existenciales (15). El personaje de Aristóteles está interpretado por el actor británico Barry Jones, caracterizado como anciano canoso, con rasgos físicos -pelo y barba, sobre todo- próximos al modelo de Lisipo.


Aristóteles (Barry Jones), Alejandro y compañía en Alexander the Great (1956), ©MGM.

Tres son las secuencias de la película en las que aparece el filósofo griego. En la primera, ambientada en un gymnasium, la llegada de Clito el Negro (Gustavo Rojo) con noticias sobre la guerra contra los persas, da pie a un interesante diálogo posterior en el que un joven Alejandro (Richard Burton) y Aristóteles dialogan sobre las disputas entre griegos, sobre la guerra, sobre Filipo y sobre la inmensidad del imperio persa; para concluir con la famosa loa de Alejandro acerca de la determinación de Aquiles, a quien, claramente, admira. Es la secuencia en la que aparece el tan señalado anacronismo del libro de la Ilíada, en manos, primero, de Aristóteles y después de Alejandro, quien, inclusive, lee un pasaje a sus compañeros (16). En la siguiente secuencia, Aristóteles -como narrador (17)- declama su idea herodotiana de la superioridad de los griegos sobre el resto de pueblos y civilizaciones, justificando el deber de conquistarlos, esclavizarlos y, si es necesario, aniquilarlos; y, seguidamente, dirigiéndose a sus pupilos -incluido Alejandro- insiste en la dicotomía hombre griego-hombre persa, el primero símbolo de vida y coraje, el segundo sinónimo de muerte y cobardía (sobre estas ideas se tratará en un párrafo posterior). La tercera escena es un diálogo entre Filipo (Fredric March), Átalo (Stanley Baker) y Aristóteles, acerca del joven Alejandro y su capacidad de mando. Mientras Filipo sostiene que Alejandro, pese a su juventud, ya está capacitado para el liderazgo, Aristóteles replica argumentando que, pese a sus conocimientos y cualidades, Alejandro todavía no está preparado para tal empresa. Un consejo que definitivamente no es contemplado ya que Alejandro se convertirá con tan sólo 16 años (340 a.C.) en regente de Macedonia (18).La siguiente aparición importante de Aristóteles en la pantalla se halla en The Search for Alexander the Great (1981), una miniserie para televisión dirigida por Peter Sykes, basada en una historia de George Lefferts. A modo de docudrama didáctico, The Search... se estructura en tres líneas narrativas: la crónica de los hechos por parte del narrador (James Mason) que aparece in person en pantalla, la ficción o reconstrucción de esos hechos, y los testimonios de los personajes que conocieron en vida a Alejandro y que forman parte de la propia historia -tanto la ficticia como la real. Entre estos personajes, Aristóteles (Michael Williams) y Ptolomeo (Gabriel Byrne).


El Aristóteles (Michael Williams) de la miniserie de televisión The Sear
for Alexander the Great (1981), ©Time-Life Television & Video Arts TV Prod.

El Aristóteles de The Search... es un hombre de unos cuarenta años de barba recortada, con una fisonomía cercana a la que pudo tener en Mieza según las fuentes. Su presencia cobra protagonismo en tres secuencias. Las dos primeras en la parte inicial de la miniserie, titulada “The Young Lion”: una escena, en exteriores, en la que, rozando el enfado, discute con sus jóvenes alumnos, entre ellos Alejandro (Nicholas Clay) y Ptolomeo; y otra en la que dialogando con Filipo de Macedonia (Julian Glover) le comenta que ve al joven Alejandro falto de experiencias, pero prometedor e intelectualmente brillante. Como se puede ver, dos escenas muy similares a las que ya aparecían en el film de Robert Rossen. Mucho más interesante es la tercera escena en la que aparece el filósofo: su presencia como testimonio tras el fallecimiento de Alejandro. Se trata de una melancólica y nostálgica loa en la que comenta lo que cree que el macedonio pudo y no pudo aprender de sus enseñanzas. Por cierto, Aristóteles murió tan sólo un año después que Alejandro.

Grandilocuente y espectacular es Alexander (2004), el biopic que sobre Alejandro Magno dirigió Oliver Stone. Asesorado por el conocido historiador Robin Lane Fox (19), Stone presenta a un Alejandro (Colin Farrell) obsesionado por la conquista (por la gloria) y netamente idealista -su objetivo no es otro que “civilizar” las tierras que va invadiendo-, en cuya cabeza confluyen y se enfrentan las dos visiones griegas del mundo: la dionisíaca y la racional. Un impulso enérgico que mucho tiene que ver con la relación con sus progenitores Filipo (Val Kilmer) y Olimpíade (Angelina Jolie), y un raciocinio deudor de las enseñanzas de Aristóteles.


Aristóteles (Christopher Plummer) en Mieza, entre sus alumnos, en Alexander (2004), ©Tripictures.

La película está narrada por un anciano Ptolomeo I Sóter (Anthony Hopkins), quien, desde la sala principal de la Biblioteca de Alejandría (20), comienza a redactar la historia del que fuera su amigo Alejandro (21). En un momento de la narración, Ptolomeo se detiene en Aristóteles: “Filipo invitó a hombres como Aristóteles para que vinieran desde Atenas a educar a nuestro tosco pueblo. Y con paciente ambición planeó la invasión del Imperio Persa”. Comentario que da pie a la única secuencia de la película en la que aparece el personaje de Aristóteles (interpretado por Christopher Plummer): en Mieza, en el entorno de un semiderruido tholos (¿el Ninfeo que cita Plutarco?) (22), el filósofo, anciano, canoso y ayudado por un bastón (muy lejos de la realidad de un Aristóteles cuarentón), imparte clase a sus discípulos, entre ellos el joven Alejandro (Connor Paolo). Y, ¿de qué les habla? Pues de las tierras de Egipto, de Oriente, de los confines del mundo, de las pulsiones excelsas de Aquiles... y, evidentemente, de los persas, de la superioridad de los griegos sobre los persas. A la pregunta de un joven Nearco (Peter Williamson) sobre por qué los persas son tan crueles, Aristóteles contesta diciendo que las razas orientales son devotas a dejarse llevar por los sentidos, y que, al contrario, los griegos que saben controlarlos consiguen ser así superiores a los demás.

Tal y como ocurría en la película de Robert Rossen, la relación que en el film se establece entre Aristóteles y el joven Alejandro está marcada por el presumible consejo que el primero dio al segundo: tratar a los bárbaros como su señor y a los griegos como su jefe (23). Consejo que deriva de la concepción (propaganda) política que a lo largo de todo el periodo clásico impregnó el pensamiento y la cultura de los griegos: menospreciar y estereotipar al persa, en pro de un ensalzamiento del griego y de lo griego. En cualquier caso, y por lo que se deduce, el pensamiento político de Alejandro Magno respecto a los persas (y los “bárbaros” en general) no fue tan radical. Posiblemente, ni fue un defensor acérrimo del helenismo, ni puede decirse que potenciase la fusión de pueblos y reinos ansiando la creación de una civilización universal integradora. Lo más prudente es suponer que fue un conquistador decidido a unificar su vasto espacio de conquistas para interrelacionarlas administrativa y comercialmente (24). Con todo, la gran evidencia es que el conquistador macedonio fue descubriendo que el mundo era más grande y más complejo de lo que incluso Aristóteles había imaginado.

Retorno al cine. La siguiente parada es Young Alexander the Great (2010), película distribuida tan sólo en un par de países. Se trata de una coproducción independiente que aborda los años de aprendizaje del joven Alejandro en clave de película de acción y aventuras para un espectador joven y familiar. Malogradamente no se ha podido visionar, pero por lo que se sabe, el personaje de Aristóteles (interpretado por Christopher Cazenove) adquiere bastante protagonismo como tutor del macedonio. Se intuye que si en el film se entrelazan las aventuras pre-bélicas y la enseñanza filosófica, los dos pilares de las experiencias del rebelde protagonista (Sam Heughan) serán su padre Filipo (John Moulder-Brown) y su maestro Aristóteles. El teaser de la película no da demasiadas pistas, pero hay que suponer que las licencias respecto a la realidad histórica deben de ser mayúsculas.


Argon, Filipo y Aristóteles (Christopher Cazenove) en Young Alexander the Great (2010), ©Stagescreen Prod.

La leyenda de Alejandro Magno también ha sido tratada por algunas producciones de animación, cediendo una parte de sus metrajes al episodio entre el macedonio y el estagirita. Alexander Senki (1997), serie coreano-japo-hongkonesa para la televisión, conocida en el mercado internacional como Reign the Conqueror, aborda la vida de Alejandro desde una perspectiva futurista, acorde a su estética anime. En ella el joven conquistador aparece como un rebelde con una imaginación desbordante con visión de futuro. Un personaje que ansía hacer suyos los conocimientos de un Aristóteles convertido en su maestro por voluntad del rey Filipo, a quien el filósofo ha construido (!?) un espectacular caballo mecánico -Bucéfalo, claro. A pesar de sus infinitas licencias, la serie avanza siguiendo los episodios más conocidos de la vida de Alejandro, inclusive el de la planificación de una futurista Alejandría o los de las célebres batallas. Destacar que no se ha respetado la idea física de Aristóteles, siendo éste una especie de humanoide imberbe con un atuendo de lo más estrafalario, que va apareciendo continuamente en las visiones del protagonista.


Alejandro y Aristóteles en Alexander Senki (1997) (izq.), ©Tokyopop Pictures
Aristóteles en la biblioteca de Alexander the Great (2006) (centro), ©Difarm Inc.-Mondo TV
Alejandro y Aristóteles en la serie Il était un fois... l'homme (1978) (der.), ©Procidis-Planeta.

Ajena a la estética futurista es Alexander the Great (2006), una película italo-coreana de animación 3D, en la que la relación entre discípulo y maestro sólo se manifiesta en una escena. En ella Aristóteles -de fisonomía estilo Lisipo- alecciona a Alejandro y Hefestión sobre el héroe Aquiles. Seguidamente los conduce al interior de una biblioteca, de donde coge un rollo manuscrito que entrega a Alejandro, manuscrito que no es otro que la famosa copia anotada de la Ilíada.

Y si breve es ese episodio, mucho más anecdótico es el que aparece en el capítulo dedicado a los griegos de la conocida serie europea de televisión Il était un fois… l’homme (1978). Hacia el final del mismo y de manera muy acelerada se repasa el fin del período clásico y la irrupción de Alejandro Magno. Una imagen fija del joven con Aristóteles, inspirada por la famosa estampa de Gerome citada, ilustra el comentario de la voz en off del narrador que describe esa idea o imagen que la historia ha proyectado sobre ambos personajes: “(…) será Aristóteles quien se encargue de la educación de su hijo Alejandro. El hombre más inteligente de su época formará el espíritu de quien está llamado a ser el más grande conquistador. Extraña conjunción”.

 

Notas

(1) Sobre el biopic cinematográfico, vid. CUSTEN G. F., Bio/Pics. How Hollywood Constructed Public History, Rutgers University Press, 1992; BINGHAM D., Whose Lives are They Anyway? The Biopic as Contemporary Film Genre, Rutgers University Press, 2010; CAMARERO G. (ed.), Vidas de cine. El biopic como género cinematográfico, T&B, Madrid, 2011.
(2) La influencia del pensamiento de Aristóteles en la escritura audiovisual contemporánea ha sido estudiada por Pedro L. Cano (CANO P. L., De Aristóteles a Woody Allen. Poética y retórica para cine y televisión, Gedisa, Barcelona, 1999).
(3) GARCÍA GUAL C., “Alejandro y Aristóteles. El discípulo y su maestro”, Historia National Geographic 10 (octubre, 2004), 54.
(4) Sobre las relaciones entre el joven Alejandro y Aristóteles vid. GARCÍA GUAL C., Op.cit., 52-61, o LANE FOX R., “El discípulo más Magno de Aristóteles”, El País (09/12/2007). Relaciones también ficcionadas en una novela de la escritora canadiense Annabel Lyon, The Golden Mean. A Novel of Aristotle and Alexander the Great, publicada en 2009 (Existe traducción al castellano: LYON A., El maestro de Alejandro, Roca Editorial, Barcelona, 2010).
(5) Sobre el tema de Alejandro Magno en el cine, vid. ANTELA,B., PRIETO ARCINIEGA A., “Alejandro Magno en el cine”, en CASTILLO P. et alii (coord.), Imagines: La Antigüedad en las Artes Escénicas y Visuales, Universidad de La Rioja, Logroño, 2008, 263-279; WIEBER A., “Celluloid Alexander(s): A hero from the past as role model for the present?”, en BERTI I., GARCÍA MORCILLO M. (eds.), Hellas on Screen: Cinematic receptions of Ancient History, Literature and Myth, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 2008, 147-162; PETROVIC I., “Plutarch’s and Stone’s Alexander”, en BERTI I., GARCÍA MORCILLO M. (eds.), Op.cit., 163-183; POMEROY A.J., Then it was destroyed by the Volcano, Duckworth, Londres, 2008, 95-111; CARTLEDGE P., GREENLAND F.R., (eds.) Responses to Oliver Stone's Alexander: Film, History and Cultural Studies, University of Wisconsin Press, 2010.
(6) Sin protagonismo absoluto en la pantalla, Aristóteles sí que es personaje principal en la ficción literaria, y no sólo en la novela de Annabel Lyon ya citada (vid. nota 4) sino también en las novelas de la escritora y profesora Margaret Doody, donde el filósofo ejerce de improvisado detective de escabrosos misterios. La serie compuesta, hasta la fecha, por ocho novelas se inició en 1978 con la publicación de Aristotle Detective.
(7) Sobre la presencia y el protagonismo de algunos filósofos en películas, vid. CERF J., Cinéma et philosophie, Cahiers du Cinéma/CNDP, París, 2009, 26-28 y NISBET G., Ancient Greece in Film and Popular Culture, Bristol Phoenix Press, Exeter, 2006, 1-44.
(8) Existen pocas producciones fílmicas en las que el filósofo de la Antigüedad sea protagonista destacado. Además de los conocidos telefilmes de Roberto Rossellini, Socrate (1971) y Agostino d’Ippona (1972), hay que citar Proceso e morte di Socrate (1939) de Corrado d'Errico, el cortometraje Héraclite l’obscur (1967) de Patrick Deval, la recreación holderliniana Der Tod des Empedokles (1987) de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub, la producción para televisión Le banquet (1989) de Marco Ferreri según el diálogo de Platón, Ágora (2009) de Alejandro Amenábar con la reivindicada figura de Hipatia de Alejandría e inclusive la reciente Confucio (Kong zi, 2011) de Hu Mei, sobre el pensador chino.
(9) Por citar los títulos más populares, Cicerón aparece como personaje en Julius Caesar (1953), Cleopatra (1963) o las producciones televisivas Imperium: Augustus (2003) y Rome (2005-2007). Séneca es personaje en Quo Vadis (1951 y 2001), L’incendio di Roma (1965) o las miniseries para televisión Anno Domini (1985) e Imperium: Nerone (2004).
(10) GUZMÁN GUERRA A., GÓMEZ ESPELOSÍN F.J., Alejandro Magno, Alianza Editorial, Madrid, 2004, 45-46.
(11) LAERCIO, D., Vidas, V, 5-6.
(12) Ibid., V, 1.
(13) Se desconoce si los creadores de la película fueron conscientes de la misoginia de Aristóteles y en general del pensamiento de la Antigua Grecia, a la hora de plasmarla en el film. Tema estudiado, por ejemplo, por Mercedes Madrid (MADRID M., La misoginia en Grecia, Cátedra, Madrid, 1999).
(14) Si bien está clara esta referencia, en la película aparecen referencias a otras fuentes, como por ejemplo el texto falto de rigor histórico, pero muy citado, del Pseudo-Calístenes (siglo III), tal y como indican Borja Antela y Alberto Prieto Arciniega (Op.cit., 266).
(15) NAVARRO A.J. “Alejandro el Magno (Alexander the Great, 1956)”, en CASAS Q., HURTADO J.A., LOSILLA C. (coords.), Robert Rossen. Su obra y su tiempo, Donostia Kultura, Donostia-San Sebastián, 2009, 237.
(16) Anacronismo por aparecer en formato de libro encuadernado, cuando debería haber sido un rollo manuscrito (o varios). Se supone que la manera más directa de incidir, por parte de Rossen, en el interés (real) de Alejandro por la literatura -en especial por Homero- fue la de mostrar en pantalla al personaje con un documento de formato reconocible para el espectador. Por otro lado, y según Plutarco (Vida de Alejandro, VIII), uno de los referentes de Alejandro era la Ilíada, una copia anotada de la cual (“la Ilíada de la caja”) recibió de manos del propio Aristóteles.
(17) La presencia de Aristóteles como narrador de episodios de la vida de Alejandro Magno es un recurso que no sólo aparece en la película de Robert Rossen, sino también en el díptico novelado Alexander (1992-1993) del escritor alemán Gisbert Haefs.
(18)PLUTARCO, Vida de Alejandro, IX.
(19) Autor de dos conocidos ensayos sobre el conquistador macedonio, Alexander the Great, Penguin, Londres, 1973 y The Search for Alexander, Little Brown & Co., Boston, 1980, y de un libro sobre la película de Oliver Stone, The Making of Alexander, R&L, Londres, 2004.
(20) Algunos autores como Borja Antela y Alberto Prieto Arciniega (Op.cit., 274) consideran esta escena como anacrónica, al cuestionar que la Biblioteca de Alejandría funcionase como tal en época de Ptolomeo I Sóter (323-285 a.C.). Lo cierto es que no existen datos certeros que permitan determinar cuándo se fundó o inauguró el edificio. Lo que sí parece evidente es que durante el reinado de Ptolomeo I se inició la recopilación de documentos, lo que tuvo que determinar la creación de un espacio para poder ubicarlos. Espacio que muy posiblemente se consolidó ya en época de Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a.C.). Sobre este tema, vid. ESCOLAR SOBRINO H., La Biblioteca de Alejandría, Gredos, Madrid, 2001, 95-109.
(21) Ptolomeo escribió realmente un libro sobre Alejandro, libro perdido del que se sabe bastante gracias a que fue una de las fuentes principales de la Anábasis alejandrina de Flavio Arriano.
(22) PLUTARCO, Vida de Alejandro, VII.
(23) PLUTARCO, Sobre la fortuna de Alejandro, Moralia, 329b.
(24) GUZMÁN GUERRA A., GÓMEZ ESPELOSÍN F.J., Op. cit., 167-173.

 

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ISSN 1988-8848